Este fluír del
tiempo es como un río.
Su dimanar achica y hasta humilla
porque aleja sin
fin la franca orilla
de una felicidad
en extravío.
Duele no haber
llegado a ser navío
sino sólo un
fragmento, pobre astilla,
en la algarada de
una maravilla,
la del torrente
transparente y frío.
En mi vigilia el
mundo irretornable
pasa como una
playa inexpugnable
para mi escaso y
nulo poderío
Quisiera ser la
poderosa nave
Que dondequiera
se detenga y vague
Y establezca su
sino y su albedrío.
Amílcar Luis
Blanco (Detalle de "Las tentaciones de San Antonio" de Ieronimus Bosco)
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