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lunes, 29 de junio de 2015

michel fugain - Une belle histoire

LEVEDAD




Andando, 
sin encontrarnos,
mal o bien,
en calles, plazas, veredas
o solos en un andén.-

Viajando,
sin abrazarnos,
sumarísimo desdén,
mirando casas y barrios
desde el tren.-

Dejando 
sitios, lugares,
hombres, mujeres,
ciudades
y quehaceres.

 Amando,
un amor que se deslíe
y al tiempo transcurre y ríe
y nos convierte en pasado.

Sintiendo
el páramo agudo,
filo de la soledad,
cortando el premioso nudo
del amor o la amistad.

Todo leve,
fluido,
ligero.

Una huella en un sendero
que el viento deshace y mueve.

Desnudos al fin, sin liga,
aislados 
y en muchedumbre.
Pesa la coyunda viva
de nuestra leve costumbre 
de ser así maniatados,
leves, ligeros, vacíos,
contemplando y contemplados. 

Amilcar Luis Blanco


viernes, 26 de junio de 2015

Aires de celo

Ya extendidos el uno sobre el otro,
cuerpo dado a otro cuerpo sobre almohadón de sombras,
arriba abajo, abajo arriba, arriba abajo;
Tu boca es rosa y se abre a los labios del viento

Labios de fuego y aire contra labios de linfa transparente
rozándose desnudos, ofreciéndose en pétalos;
roja rosa llevándose tu rostro,
poniéndole su centro mientras la angustia vuela
más allá de los ojos desde universos a horizontes.

Roja rosa poniéndote en el centro,
donde el alrededor de la tristeza llueve
mientras la angustia vuela y vela.
Donde lo triste llueve su grisácea ternura
pero a la vez la angustia vuela y, barca a vela,
va a nortes desatados en torbellinos y  novelas.

Aires de celo cegándose, sesgando todo anhelo,
compendiando los cuerpos desnudos sobre el trigo
porque estallan de espacio las tolvas amarillas,
las ráfagas de un cielo de temblores y látigos y  arenas.

Estalla para siempre la furia del deseo.
Estalla para siempre la inmensidad del vuelo
y la pesada lluvia cae sobre  mansa arena.
Todo a la vez se cierne y se seduce
se disipa y entrega.

Los cuerpos gimen, ayes, cuando chocan,
ruidos blandos y duros, suenan como chasquidos.
Son materias latientes y ligeras pesadas
que se hacen más ligeras, puro temblores, flojas,
como sombras transidas, hojas, enredaderas.

Aires de celo, aires como rojas panteras,
aires ya sulfurados, ya tranquilos, después de haber pasado,
después de haber unido los cuerpos extendidos,
antes, premiosamente antes,
de que sus muertes los dejen debajo de la tierra,
los echen al olvido convertidos en polvo y en cenizas.-

Amilcar Luis Blanco ("Jupiter and Io", oleo sobre lienzo por John Hoppner)

Sur (Anibal Troilo) - Roberto Goyeneche

"Los mareados", por Aníbal Troilo, canta Francisco Fiorentino.

jueves, 25 de junio de 2015

LIENZO ESTATUA DE LOS AMANTES



Altivo amor tallado, convertido en eterno.
Pintado en oleo un mármol al que el  beso  apestilla.
y en mano sutil de ella toma barba y mejilla
y ojos  vacuos que miran a otros ojos de averno.

Torsos  sienten, enciman, pesan apoyo tierno
y aún en la fría piedra dan calor a la  arcilla
común y se mantienen  mezclando cada orilla
de ese amor ya  de ambos surgido y hecho terno.

Amor hijo de un cielo que escultural se anilla
en dulzura leonada de  magnánimo perno.
Quiero decir un eje central que desportilla

y para los que miran hace al amor externo.
Los amantes extreman este abrazo que brilla
y pinta en oleo un mármol del amor sempiterno.

Amilcar Luis Blanco ("Amor", oleo sobre tela de Sebastián Chelia)

lunes, 22 de junio de 2015

CONFESIÓN





Siento el sonido azul de la palabra y lo confieso:
nada me importa más que amar y ser amado.
Y eso porque la tierra, el mundo, se construyen
 sólo a partir de ser y de sentirse enamorado.
Y al fin si se deslíen horizontes  fronteras 
aún en la curva del más siniestro ocaso
y en su batir  encienden alas las lívidas hogueras,
 y pájaros contestan en sus vuelos el desliz del fracaso
y confieren tibieza contra sombras y fríos,
 contra sombras y fríos que nos llevan errando de torpeza en torpeza,
aún el amor así nos hace nuestros, releva e inmuniza de todos los denuestos.
Hace sentir también cómo se enciende el mediodía y nos hace viajar hacia la tarde 
y nos deja después adormeciéndonos en el ángel del aire.


Vivir es transcurrir y transcurrir pasar de un ser a otro 
y a veces el sufrir es un gozar 
un viento que en amapolas llueve.
Y otras veces, las más, es solitario, 
nos echa de costado sobre un filo sinuoso de acontecer amargo.
Pero el amor nos cambia, para siempre nos cambia y azulea
 si amamos y nos aman y alivia cada carga y cada cargo.
Porque el amor nos llama desde su barca góndola y marea
Y nos distrae del mal,  la penuria y la herida 
que sangra tercamente luego de la pelea.-


Amilcar Luis Blanco ("El primer amor", oleo sobre lienzo de Raúl Cañestro)

jueves, 18 de junio de 2015

LÍQUIDOS




¿Quiénes se sientan frente
a los espejos de la nada
se incorporan y estiran,
danzan, bailan?
¿Quiénes, hechos espectros,
frente al azogue temerario?
¿Al glaucoma imperativo
que los ciega,
frente al televisor,
a través de la lágrima,
la gota del sudor,
antes de dar a vasto
y  basto
a sus realidades, quiénes
se precipitan como
 ojos eviscerados,
derretidos,
sueltos y caen,
interminablemente caen
sin comprenderse,
jamás?

Se licúan también,
 gotean, llueven,
desvinculándose,
y corroen los sólidos,
líquidos entre las sombras,
líquidos entre metales
y piedras y puñales,
fundiéndose,
transformándose
en aguas,
vertiéndose,
escanciándose,
ingresando al torrente;
la marea doméstica.

Y músculos
y arterias
y venas
y nervios,
lianas entrelazándose,
plásticas y maleables,
sentándose a la mesa,
cocinando,
comiendo,
incurriendo en tareas,
metiéndose en el flujo,
siendo flujo, fluidez
y tiempo,
sólo transcurso,
tiempo,
pero cuerpos,
inabarcables brazos,
inalcanzables piernas,
manos innumerables.

Yo.
Nosotros.
Todos.


Amilcar Luis Blanco (Fotografía líquida de Markus Reugels)


lunes, 15 de junio de 2015

Estas sílabas rotas





Estas sílabas rotas,
las no usadas o harto usadas,
que vienen de la queja y la impotencia,
del indocto parlante,
que las corta y las monda a su medida,
componen las palabras y el poema.
Como rengos y mancos, tartamudos,
sordomudos y ciegos componen muchedumbres
guiadas hacia el centro del púlpito o la cátedra.

Se oyen en todas partes
y salen de cofres de silencios,
de auras angelicales y pechos enconados
y gargantas vacías como hogueras.
Por la cesuras, quiebras, por las grietas oscuras
del idioma, del habla, del coloquio,
los cánticos se filtran, surgen de la intemperie de los gritos,
de consignas hirsutas desafiando las sombras,
de los ayes enhiestos, pancartas, banderolas;
son las sílabas rotas 
pronunciándose aupadas por vientos y mareas.

Todos las pronunciamos casi sin conocerlas,
sospechando que  del ritmo que llevan,
de las cadencias parlanchinas, de las hablas,
saldrá la luz y el paquebote del discurso,
el relato, los pilares dialécticos de la tragedia
y la filosofía y uno mismo moldeado, articulado,
convertido en palabra,
trajeado de sentido,
aún cuando más no sea
"in artículo mortis".

Una babel de imágenes y sueños,
en inglés, español, francés,
en alemán, en ruso, en portugués,
en todos los idiomas del planeta,
a sílabas contadas, hurtadas, quebradas,
degradadas a susurros y murmullos,
estas sílabas rotas,
estas lágrimas fónicas,
estos trozos de risas
aupadas y sollozos,
exclamaciones y suspiros,
llaman por fin, convocan, envanecen,
producen el dislate del rugido
del humano dolor que nos aqueja. 

Amilcar Luis Blanco ("Discurso de Lenin en la Plaza Roja", oleo sobre tela de Dimitri Nalbandian)

sábado, 13 de junio de 2015

DISENTIR


Henri Gervex - “Rolla” (1878, óleo sobre lienzo, 175 x 220 cm, Musée de Beaux-Arts, Bordeaux) 
Este famoso cuadro de Henri Gervex está inspirado en un poema de Alfred de Musset titulado “Rolla” (1833). Los que sepan francés pueden leerlo aquí: http://is.gd/cqvMKl (no he conseguido encontrar una versión traducida). De todas formas, para explicar el cuadro voy a tener que destriparos el argumento.
Ese hombre tan atractivo que vemos junto a la ventana es Jacques Rolla, un joven adinerado que llega a París dispuesto a pasárselo en grande y que, tras unos años de vicio y desenfreno, acaba perdiendo hasta la camisa. Al enterarse de que está arruinado, decide acabar con su vida y pasa su última noche con Marie, una prostituta adolescente que se ve obligada a vender sus favores para poder dar de comer a su familia. Al amanecer, Rolla se asoma a la ventana para ver la calle por última vez y luego se gira para contemplar a Marie, que duerme plácidamente en el lecho (es la escena que ha pintado Gervex). Minutos más tarde, se beberá un frasquito de veneno y se tumbará en la cama para morir en brazos de la chica (como si no tuviese bastante, la pobre).
Cuando pintó esta obra, Gervex ya era relativamente famoso. Con tan solo veintiseis años, había ganado una medalla en el Salón de París por uno de sus cuadros. Los artistas que recibían un galardón, tenían permiso para seguir exponiendo en el Salón año tras año, sin que el jurado pudiese vetar sus obras. Sin embargo, cuando Gervex intentó exponer “Rolla” en 1878, la organización rechazó el lienzo por considerarlo “indecente”. No fue por el desnudo, que no se diferencia en nada del típico desnudo academicista, sino por la ropa que vemos sobre el sillón y a los pies de la cama: un zapato, un vestido de mujer, una liga rosa, un llamativo corsé rojo y blanco, la chistera de Rolla y su bastón (símbolo fálico de manual). Estas ropas, esparcidas con descuido, eran testimonio evidente de la pasión desenfrenada e ilegítima de la noche anterior. Las relaciones ilícitas de los personajes históricos con sus concubinas eran perfectamente aceptables para la pintura académica, pero los revolcones de un burgués de su propia época con una prostituta levantaban ampollas. Más de uno podría verse reflejado en la escena. 
Gervex no se dio por vencido y decidió exponer el cuadro en una galería comercial de París. La noticia salió en los periódicos y como era de esperar la galería se llenó de curiosos, que hacían cola en la puerta para poder ver el escandaloso cuadro. Al final, no le faltó público.
Antes de discutir frutos amargos
dejémonos vivir. No nos ocurra
agredirnos sin fin; montar la burra
y abollar nuestro amor con necios cargos.

Disentir sobre temas harto largos
venidos como golpes de una zurra
es también la estrategia del que curra
y finge lucidez en sus letargos.

No hay parecer que en otro no se escurra.
No existen las verdades; sólo encargos
de nuestro deseo. La tentación susurra.

Nuestros flujos de ser cargan embargos,
gravámenes, y al otro es justo que le aburra
nuestro drenaje absurdo de descargos.

Amilcar Luis Blanco  ("Rolla", oleo sobre lienzo por Henry Gervex)



jueves, 11 de junio de 2015

CANDELA (otro soneto anormal)




Yo te besé en tu estela de naranjos
y te besé en tu llama casi estigia.
De a poco mi alma se acercaba
Era una inmenso ademán sin adiós.

Suspendido /mis dedos aferrados
al borde de la vigilia innumerable/
una enfebrecida manera de buscarte
lastimándose contra nucas y miedos.

Además de mis manos te esperaban
siempre sedientos tus días olvidados/
aspirando a fundirse en mis deseos.

Hay un sabor a labios con azahares/
un padecer la falta de tus melados ojos/ 
 envolviéndome entre las penumbras.

Amilcar Luis Blanco (Fotografía de una amiga)

miércoles, 10 de junio de 2015

TRAGOS DE ANSIEDAD (SONETO ANÓMALO)



Aunque no estés escribo para vos
para estar extrañándote durante
toda una exagerada luna sin verte
nunca /escribo para vos, para vos.

Tu no estar lleva mis dedos al ordenador
y mi corazón a cualquier parte
para que mi vigilia se entretenga en buscarte
y mi distracción te haga el amor.

Si alguien  se va de mí sos vos
y también la última  que se queda
esperándome echada en el chez long.

Tu ausencia se vierte y pervierte
rapsódica dentro de mi melancolía
y la transforma en tragos de ansiedad.

Amilcar Luis Blanco ("Infidelidad", pintura por Ernest Descals)

lunes, 8 de junio de 2015

YO ME TENGO POR CIERTO
















Yo me tengo por cierto,
me tengo por calmado y aniñado
cuando la noche llega
y la voz del agua cae desde sitios distantes,
escurriéndose.
Y deja
charnelas gorgoteantes,
gárgolas y gargantas de hierro a la intemperie,
orinando jardines
y pequeños espejos líquidos
en donde beben pájaros y espectros.

Me tengo por agudo y extremado
porque escucho violines,
cuerdas tenues
y se que el viento las agita 
y las convierte en cabelleras
de mujeres  derramándose
en el alrededor de mis ojos cerrados.

Pero a partir del sueño me hago otros
internándome en pequeños acontecimientos;
existentes o no.

La realidad es que no se y quizás no sabré nunca,
a partir de mis acontecimientos y mis otros,
quién soy.
Acaso un hombre perdiéndose a sí mismo
en otros seres
antes de despertar
y siempre, por supuesto,
después de haber soñado con un mundo preciso,
o todos y ninguno en el flujo constante de las horas.

Nadie sabe quién es o qué le pasa.
Pero al darle nuestro oído a las distancias,
cuando la noche cierra con nosotros los ojos,
y la lluvia destiñe las palabras,
lento llanto de cielo acongojado,
nos tenemos  por ciertos, aniñados,
y el mundo se derrama y se diluye
y pasamos a ser completamente
quienes somos sin vernos, sin conocernos.
 Tal vez nuestros espectros, esos otros, 
caminen hechos sombras en la llovizna.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Frank Ayroles)


viernes, 5 de junio de 2015

CARLOS GAVITO TANGO 2002

ALTERNATIVAS




Una vez en el sueño, otra vez en  vigilia,
una vez en la vida, otra vez en la muerte.
Abundan las variantes pero en la misma suerte
una vez y otra vez  el corazón se exilia.

Una voz al hablar, suspendida al callar.
Cuerpo dado al  vivir, al fin para morir.
Alternativas, una a una, de alma impar,
detenerse o andar, gozar para  sufrir.

Mientras tanto las tardes vuelven y las mañanas,
cosen su luz a chapas y ventanas,
van enhebrando el día en muchos ojos

y sin medida crecen invariables antojos,
cierran y abren, escuálidas, humanas,
puertas y panoramas, riquezas y despojos.

Amilcar Luis Blanco  ("Retrato de dama recostada", oleo sobre lienzo de González Carbonell)

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miércoles, 3 de junio de 2015

MI IMAGEN





¿Verme a la sombra y luz de mi palabra
cuando me hundo en sus aguas tanto como Narciso;
en el verbal espejo  de ese voluble friso
en que mi identidad se descalabra?

¿Y haciéndome reflejo y mero abracadabra
para abrir mi ademán; ser sólo vago aviso
que a los demás pretende dar el dato preciso,
y es agua movediza de la imagen que  labra?

Tal vez en otros seres mi soledad se abra,
mis ojos a otros ojos  se den en mutuo hechizo.
Dentro de mi no obstante yo sentiré la magra

desilusión  sin eco del  ciego advenedizo,
de ser testigo infiel y en lo vano bisagra
entre aguas inefables, infierno y paraíso.

Amilcar Luis Blanco ("Eco y Narciso", pintura de John William Waterhouse)


lunes, 1 de junio de 2015

Me suena (Poema y soneto inspirados en en el gran Cesar Vallejo)




"Y no saben que el Misterio sintetiza . . .
que él es la joroba musical y triste
que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las lindes"

Cesar Vallejo, de su poema "Espergesia"


Pasado el meridiano de la angustia
me suena ya el clamor del epitafio,
jamás escrito, nunca oído, aunque padezca
la brillantez del mármol; esa pátina simple
y bien terrible, cuya textura puede socorrernos.

Porque la muerte ayuda, su promesa segura,
a soportar, como dijera Hamlet,
noches, días, odios, injusticias y humillaciones
dentro de nuestras cabezas hechas fábricas.-

Es decir, aunque el miedo nos sacuda
en el embudo negro del adentro y cayendo
con sus tormentas negras y sus nieblas,
sus tórridos pistones trabajando a destajo,
ansíamos paz total, la nada, el paraíso
del olvido y sólo ese terror al pasaje 
de una linde a la otra
hace que no avancemos, que no crucemos el estigio,
aunque sintamos a veces sin mesura 
estarnos deshaciendo.-

Amilcar Luis Blanco







Mas que morir quisiera yo quedarme,
como todos calculo. Como el día,
volver desde las noches a la región umbría
de cada llanto ahíto a consolarme.

Soportaría el sufrir porque sería, 
de la tristeza, el mal, mínimo adarme;
 y en sangre, luto y lágrimas María 
menos dolor que un mundo al despoblarme

Como muchos quisiera al fin, gendarme
de esta orilla del sernos todavía,
cuidar esta frontera, ser, estarme,

en la agónica lucha de la letal  porfía
de  luces contra sombras. No entregarme.
Pero el Misterio llama y mi alma confía.

Amílcar Luis Blanco (Obra plástica de Oswaldo Guayasamin)