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viernes, 31 de julio de 2020

Tengo ganas






Luces y sombras de Picasso en breves trazos


Tengo ganas de estar bajo tu rostro,
iluminado por tus ojos.
Ganas también de que mis manos
se queden en tus manos.
Una ansiedad sin fin de que me bebas
para poder beberte.
Deformados los dos y derramados
como gotas mezclándonos
en el alambique del transcurso.

Tengo ganas inmensas de tu cuerpo
hundiéndose en el mío o viceversa.
Que nuestros codos, cielos y rodillas
rompan, disuelvan ángulos, se enreden
convertidos al fin en la materia
total de la presencia bajo un sol sin orillas.

Tengo ganas de acuerdos, ganas solas,
ganas como derrotas, como piedras.
La pura sed parida por tu ausencia.
Un destierro de tintas que se quejan
por líneas contra líneas las quijadas
y  pómulos dolores y tu frente.
Ganas al fin que lloran de querernos.

Lágrimas convertidas en espejos
partes de nuestros rostros quebradas en sus gotas.
Charcos donde conviven las sonrisas
y claros de tus álgidos cabellos
Tus muslos se alzan altos,
largos a tus rodillas
mezclados a corpúsculos del cielo.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Pablo Picasso)


domingo, 5 de julio de 2020

Durmiéndome




La Bella Durmiente | Letras Anónimas


Apoyado en el viento, sólo en el viento.
Apoyado en el día, sólo en el día.
Apoyado en el tiempo, sólo en el tiempo.
Pero empujando el alma con el cuerpo,
sólo con el cuerpo, solo me voy durmiendo.
Mientras el cielo cae sobre los hombros.

Mientras la luna roza los canteros
que contienen las luces sobre el agua
y los gatos se beben por los ojos
las encendidas ascuas de la noche
Solo, empujando el alma contra el cuerpo,
sólo con el cuerpo, solo me voy durmiendo.
El viento sopla con rigor de llantos.

Y la tristeza mueve las caderas, bajo las enramadas
y los dolores vienen como golpes, duros para mis ojos.
Las heladas lastiman, las heladas,
los adioses se suman, los adioses.
A las palabras  voy y de las palabras vengo.
Ando sobre las palabras, ebrio de momentos.
Hay un desierto de adioses, y flamean.

Hay llamas por todas partes y tiznes de sombra y fuegos.
Sueñan la ciudad durmientes detrás de cada ventana.
Doblan los aires las aguas y orillas asoman huellas.
Han pasado los caballos en enredados galopes
y dejaron sus relinchos atados a los alambres.
Mueve la noche sus aspas y enarbola al fin sus alas.
En los filos del silencio los gallos ponen gargantas.

Y atrás de todas las cosas y bajo todos los pesos.
Me voy durmiendo, oíme, me voy durmiendo.
Ya mi cerebro se ausenta, escapándole a mi cuerpo.
Mi memoria en la derrota, tras la popa deja estela.
Y me refugio en la sombra hecha de vientre.
Me interno solo en el sueño para ganarme otra vida.
Para traspasar mi muerte.
Amílcar Luis Blanco ( Pintura de Frederic Leighton, "La bella durmiente", oleo sobre lienzo)