Imagina la paz y la esperanza
difuminadas hasta en el detalle
del gesto, la palabra, en cada calle
flameando sus banderas
y moviéndose en danza
encarnada en los seres y que talle
en rostros, brazos, manos. No desmaye
su sino, su sentido, su manera
Y en delirio de trémula tardanza
desacelere tiempos y ambiciones
y haga de nosotros, de cualquiera,
acaudalado agente de sus dones.
Imagina la paz y la esperanza
como Lennon en lechos, ciudades sin fronteras,
y embebidos en la lánguida usanza
de una eglógica viña de ubres viñateras
ebrios de apologética balanza,
mirándonos, queriéndonos, amándonos,
haciéndonos las glorias verdaderas
de este milagro insomne de estar vivos
y no desestribar nuestros estribos
de este montar a pelo lomos tensos de días
que son cabalgaduras de fúlgidas porfías
para que no nos lleven a las guerras sombrías.
Amílcar Luis Blanco