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jueves, 30 de abril de 2020

PANDEMIA



Fermin Eguia - Serie “Los panes”


Una porción de almas descarriadas
marchan al infinito de la nada
por el sabor del pan.
Y la estructura misma del delirio
habita en sus miradas
y el cielo les rebana una tajada
a cada quien le dan
su porción angustiosa de martirio.

Sacan los pies del pan.
Urden los dedos angustiosamente
mesas del porvenir.
Y con platos vacíos el calvario
sienten avecindados como van
que la vida desborda raudamente
y ya no saben ir
por las sendas de siempre a su glosario.

Han perdido el frugal abecedario
y las débiles piernas agilizan
cada dolor de tripas.
Ojos escurridizos,  nervio  puro,
buscan en el desértico escenario
escapar de la búsqueda que pisan
fumándose en sus pipas
una ilusión de luces en lo oscuro.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Fermín Eguía)

jueves, 23 de abril de 2020

UN SUEÑO

Dolor reumático, de Remedios Varo.

He caminado mal por el desierto
hasta encontrar agraz mi cautiverio.
Herido por el lánguido misterio
de no saber si lo hice, si fue cierto.

Ciego, abismado en el espacio abierto,
he ingresado a la paz de un monasterio
en donde estuve solo, mudo y serio,
sin palabras, sin rezos, como un muerto.

Metido en ese sueño entre pilares.
En ese templo no sentí la herida
de un adiós en la espalda, mi partida.

Sólo sentí el silencio sin pesares.
Sólo sentí la luz en los altares.
Sólo sentí en mi soledad mi vida.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Remedios Varo)



sábado, 18 de abril de 2020

EN CADA SOLEDAD


Pintura Copia de una noche Estrellada. Vincent Van Gogh. Tamaño ...


En cada soledad puede haber una cripta
encerrando un olvido o más de uno.
Puede haber una lágrima o muchas.
Un lento llanto que agoniza.
La huella del dolor del lento llanto.
El martillo del llanto ardiendo en la mejilla.
El horizonte que golpea
Una aurora sin tiempo.

Una aurora apagada 
dejando traslucir en la ceniza
tu mirada.

En cada  soledad puede haber una muerte
cuyo epitafio pese.
Una herida que duela más que nunca
y hasta una serpiente.

Guardo en mi alma penas muy profundas
como en un socavón de orfebrería.
Entre carbones lucen mis diamantes
y pedazos de luna congelados.
Penas como martillos como palas
que cavan soledades
telarañas de olvidos.
Carbones de silencios como imanes.

Y todo sin hacerse, en la desidia.
Trabajos comenzados,
pasiones cuyos fuegos no duraron
y también esperanzas abatidas,
cansadas de volar sólo en las sombras.

Y el tiempo es una viga, varias vigas,
articulando andamios y cementos
y sosteniendo el cielo.
Es mi cuerpo sin duda que atardece.
Son mis manos.

El tiempo es un adviento.
Escozores de adioses y partidas,
astros en movimiento.

Y fuera de la mina que soy.
Fuera mismo de la soledad 
que soy
suspira la ciudad
y el viento la enarbola.
Hace sentir su triunfo de distancias,
su infinito de ausencia.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Vincent Van Gogh)

martes, 14 de abril de 2020

Amantes

La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas


Esos besos desnudos, esas sílabas truncas
que te digo de amante enamorado.
Y el tocarte por todos tus costados.
Ese extrañar tus fiebres y tus nuncas.

Ese extrañar las tardes siempre breves
Y la saliva misma de tu beso.
Ese volverme loco cuando llueves
fuera de mi pujanza y de mi exceso.

Esa sombría luz sobre la cama.
Esa furia de luz en la mirada.
Y ese sentir la gloria del que ama.

Y la ternura en que tu cuerpo nada.
Y que  en aires de luz tiemblen ardores
que no lastiman porque son amores.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Nicoletta Thomas)


AGUA DE AMOR Y VIRUS


La pintura de Edward Hopper y el texto de Camus, como si fueran de hoy.


Agua de amor antaño vinculada
al corazón triunfal de la alegría.
Sin peste, ni aislamiento. A la poesía.
A la sed del deseo por la amada.

Agua de amor sin muerte, articulada
a los lagos con luna y a la umbría
ocasión del retiro, a la empatía
de los amantes ebrios en su alzada.

El manantial ansioso del deseo
vierte su lúbrica virtud y estalla
como estertor de sangre en la batalla.

Agua de amor, digamos, no te creo,
En tus gotitas hay un virus feo.
Una muerte invisible de metralla.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Edward Hopper)


sábado, 4 de abril de 2020

OBLIGACIÓN DE AMAR





Obligación de amar, querida mía,
sobre todo en desgracia y cuarentena,
porque la vida es muchas veces pena
y nos aguarda la estación sombría.

Y obligación de amar con alegría,
para quebrar del tango la condena
y la rutina y su fatal cadena.
La soledad es mala compañía.

El humor del amor y tu sonrisa
es el mejor antídoto, al veneno
y al acíbar de angustia pondrá freno.

Hay que obligarse a amar a toda prisa.
Adelantarse al gris y a la ceniza
con la furia mordaz del desenfreno.

Amílcar Luis Blanco ("Ternura", oleo sobre tela de Oswaldo Guayasamín)

jueves, 2 de abril de 2020

LA PAZ



La nada en el vacío


¿Dónde queda la paz de las palabras?
Única paz posible.
¿Dónde queda?
¿Y el centauro?
Que dibuja las guías con sus imágenes de sueño
y después se evapora
para observarnos desde alguna esquina
o desde algún andamio que no vimos.

¿Dónde la luz del verbo que baste a iluminarnos,
tan clara como la sustancia azul que transparenta
el aire de los días y también los caminos?
Quiero decir el sol. Quiero decir la vida
¿Dónde queda?

Porque parece uncida a otras edades.
Porque parece haberse ido para siempre.
Porque parece que no hubiera un ángel.
Ni siquiera un centauro.
Nada que nos observe o nos reciba después de la tristeza,
después de las desidias y las muertes,
después de las ardientes ansiedades.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Mauricio Paz Viola) 


PASADO



Asociación Valdearte, pasado y presente de la pintura en Valdemoro ...

El tiempo está olvidado en el fondo de un cajón.
Es el pasado ¿Cómo hilvanarlo a este presente?
Acaso en los recuerdos que retumban al son
de encontrar lo danzante del ayer omnisciente
en el hoy. Porque aquéllo que fuimos nos regresa
desde fotos y cartas a formas y colores vacilantes,
a lo escrito en el agua, a la pasión que todavía pesa,
a los desnudos ángulos que hieren los instantes,
a los momentos  de la infancia y a la naturaleza.

Ese pasado, que al roer de los días los talones
nos precipita a abismos que a nuestros pies se ponen,
flojos como pantanos y nos alcanzan con las irradiaciones
de penas y de afanes y angustias que se oponen
al avance sincero. Porque queremos adueñarnos 
vivamente del instante, de todos sus rincones
y no andar divagando o engañarnos
con ese para siempre que no ha existido nunca
para nadie. Porque la vida es experiencia trunca.

Hay alguien, me pregunto, en el pasado, que todavía exista.
Aunque existan aún los que existieron, hoy ya no son los mismos.
Tampoco yo que indago en los recuerdos y paseo mi vista
en sus cuerpos y rostros y en sus ojos de abismos.
Hay un luz verbal en las palabras, una lámpara inmune,
cámara que registra claroscuros  y en la pantalla asume
una función de falsa retina. Hay una luz letal en las palabras
que carece de claves y de abracadabras.
Hay una sucia muerte  en el pasado, eternamente impune.

Amílcar Luis Blanco