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jueves, 12 de diciembre de 2019

CELEBREMOS





Celebrate Freedom Painting - Fine Art Print - Larry Poncho Brown

Celebremos sin duda en nuestra vida
lo que se mueve y cambia.
La creación del mundo en la mirada.
El revés doloroso ardiendo en la partida.
El amor cuando es sabia
su silente y efímera estocada.

Pero hagamos reserva bien querida
de lo que permanece.
La infancia, la de barrio a pura gente,
a glorieta y mujer tango sentida.
Cuando el jardín  florece
y los perfumes brotan de su fuente.

Y uno imagina estar en otra parte.
En otra parte donde está la vida.
Esa mujer, la pista, otra alegría,
entrelazándola en menudo arte;
ceñir bien su cintura si convida
y sostener su espalda si confía.

Déjenme recordarles regresar al sentido
del alma que palpita.
A la razón del aire de las tardes,
hecho viento, hecho rama y hecho nido,
del trino cuando grita,
y los pájaros pían sus alardes.

Y contemplemos juntos la callada hermosura,
la del silencio austero.
La de la calle al sostener los pasos
de nuestra adolescente envergadura;
ese sol pasajero
tan preñado de albores y de ocasos.

Escribo y es antigua la cadencia y el canto.
Viene desde Gonzalo de Berceo.
Viene desde Darío, el de Vallejo,
de Gelman mismo, de acendrado encanto,
de andrajoso deseo.
Al poetizar, sentir, amar, me alejo.

Y nadie quiera no escribir el llanto,
o el miedo en la garganta
o la breve tormenta de la risa.
No escribir lo que el alma pide tanto
cuando nos atraganta,
o cuando nos lastima con su prisa.

No escribir lo mortal o la tristeza
o todo ese morder voraz del tiempo.
Del transcurso que somos.
Un río. Un escurrirnos sin represa.
Un torrentoso, oscurecido viento,
que nos golpea el cuerpo en nuestros lomos.

Nosotros somos la ciudad y el cielo.
El trajinado hábitat, la espuma
del champagne  angustioso
de cada navidad. El vano anhelo,
inmersos como estamos en la bruma
de lo imposible y de lo milagroso,


Amílcar Luis Blanco ("Celebrate Freedom", acrílico de Larry Poncho Brown)

sábado, 16 de noviembre de 2019

TRANSMUTACIÓN





TRANSMUTACIÓN



Soy otro del que fui y a cada instante.
A cada sol, a cada noche aciaga.
Protagonista de mi propia saga.
Pero a la vez, sin límite, cambiante.

El tiempo me transforma en la incesante
transmutación, como la nube vaga
cuyo vago vapor el viento apaga
y el sol enciende en bordes de diamante.

Desde un mirar anónimo me miro.
Como si fuera un otro. Y una esgrima
sostuviera con él y me lastima

ese duelo falaz en el que giro
de a dos en cada lance, en cada tiro,
cambiándonos en la variable estima.


Amílcar Luis Blanco ("Transmutación", oleo sobre tela por Elicio Martínez Corcuera)

MI MEMORIA


ARQUITECTURA DE LA MEMORIA
Uno se piensa mal desde el recuerdo.
El pasado es agraz, se desconecta
del hoy. Y cada olvido me proyecta
sobre  un telón falaz y allí me pierdo.

Y mi memoria es un programa lerdo,
un software sin sostén y me colecta
en menos cada vez. Soy la incorrecta
transposición de mí costado izquierdo.

Roba el tiempo mi ser y lo que queda
jamás será como lo ya vivido.
Cualquier recuerdo es además olvido.

Cualquier olvido es un final y rueda
por la falda en declive, por la seda
de la nada total de lo que ha sido.

Amílcar Luis Blanco ("Arquitectura de la memoria", oleo sobre tela  de Elicio Martinez Corcuera)

                                                                                                                                                                 

domingo, 10 de noviembre de 2019

DOLOR DE AUSENCIA





Te vas amor. Me queda tu belleza.
Y me queda también el extrañarte.
La llaga de un vacío que me parte.
Y la melancolía y la tristeza.

Te vas amor, te vas, pero regresa
tu imagen y tu voz, el raro arte
usado por los dos de quien comparte.
Y el dolor de tu ausencia que no cesa.

Y cuando te hayas ido, a mi memoria
volverá aquél instante de ternura,
la de tu sien en mi hombro y tu dulzura.

La de un beso en tu frente sin historia.
La de tu risa abierta a pura gloria.
La de un amor latiendo en amargura.

Amílcar Luis Blanco (Ilustración de Luisa Rivera)

domingo, 3 de noviembre de 2019

LA INVISIBILIDAD DE LA POBREZA

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Quien salga por los días a caminar los días.
Quien por las tardes salga o por las noches.
Ya convertido en tiempo, en mirada sin guías,
en pura transparencia de observar sin reproches,
verá lo que se cuaja en la ciudad sombría,
sobre las mudas lajas, contra asfaltos o flores,
sentirá la corriente fatal, los escozores,
de las presencias hechas de dolor entre andrajos
de la pobreza hiriente ardiéndole en el alma,
sufrirá ser el hombre o la mujer que pasa
pisándoles las vidas como si no vivieran,
o fueran solamente dibujos o quimeras.

Quien salga en vanidades o en vestidos de fiesta
y componga en las luces bohemias compungidas
Quien finja porque juega lo que le da el dinero,
huecas felicidades y espacios y esperpentos,
traspasará los cuerpos de la quebrada orquesta,
del aquelarre ardiente de las noches transidas,
de los pobres echados como un blando cantero
en los hoscos rincones donde luchan los vientos.
Vestidos de intemperies sobre el helado acero
de la luz de la luna mudos, amarillentos.
La sombra los escancia desde cada agujero,
y los vuelve invisibles, transitables, incruentos.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Kevin Lee)

jueves, 10 de octubre de 2019

SEMBLANZA DE LA MUJER AMADA



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Su figura es espiga, simiente doblegada.
Y es cascada de oro su pelo hacia la tierra.
Hay noche en las ojeras de su piel nacarada.
El tiempo ha detenido las manos en su greda.

Amante de la muerte el tiempo resucita
sus ojos parecidos al dolor más oscuro
y también ejercita su angustia más contrita
trazándole en los labios su placer inseguro.

Pero ella no lo advierte metida en sus silencios
y así contra su frente caen sus alrededores
y el mundo se despeja convertido en espacios.
Ella es la fuente muda y surte los albores.

Las palabras no alcanzan para alterar su calma
y sólo sus miradas mueven dunas y cielos.
La imagino desnuda, recostada en su alma;
junto al mar, en la arena, de párpados a vuelos.

La imagino en las brisas y en hondas caracolas
Entre aquéllas sirenas que tentaran a Ulises.
Regreso ante sus ojos y siento cicatrices
y aullidos de pasiones y rugidos de olas.

Pero ella lo ignora porque la especie ignora.
Porque el género ignora y sin cesar repite
ese juego de almas  donde el amor se atora
donde los dos perdemos sin encontrar desquite.

Amilcar Luis Blanco

Herbert James Draper, Ulysses and the Sirens.jpg
Herbert James Draper, Ulysses and the Sirens

miércoles, 9 de octubre de 2019

¿SOY?





Hoy estoy olvidado, distraído,
cayendo como lluvia congelada,
absorto, iluminando la perlada
faz estelar desde mi absurdo nido.

Me siento sólo un aire constreñido
a recorrer pulmones. Mi mirada
tiñe mi alrededor con su estocada;
un prisionero soy de su sentido.

Transformo lo que toco y lo que veo.
Soy proyector de antiguas realidades.
Soy recuerdos ambiguos y mortales.

Y soy el cambio mismo y el mareo,
el vértigo voraz y el juez y el reo,
entre luces y sombras y venturas y males.

Amílcar Luis Blanco (Retrato de Jaime Sabartés, oleo sobre tela de Pablo Picasso)

domingo, 29 de septiembre de 2019

Quería decírtelo



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Tus ojos vuelan dentro de mis ojos
en el espacio libre de mi alma.
Quería decírtelo.
Tus cejas  son alas de horizontes
y no se apartan.
Y tu frente es un planeta.
Y cuando te miro
me siento gravitando hacia tu centro.
Quería decírtelo
para que entiendas algo de mí.

Y también porque escribí a la antigua usanza:
"Tu figura es espiga, simiente doblegada,
Y es  cascada de oro tu pelo hacia la tierra.
Hay noche en las ojeras de tu piel nacarada.
El tiempo ha detenido sus manos en tu greda"

Y escribí todo eso y mucho más del mismo estilo
porque sentí que eras para nunca.
Ese jamás donde los cuentos hablan
y tienen voces siempre dibujadas.
Por eso fui y creo ser tu espejo
Por eso me equivoco casi siempre
cuando oscilas en mí convertida en estrella.
Quería decírtelo.

Amílcar Luis Blanco ("Hogar, dulce hogar", oleo sobre tela de Alicia Marano)

sábado, 31 de agosto de 2019

ORACIÓN



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¿Cómo hacer ahora?
Y en la hora de nuestra muerte amén, 
¿Cómo hacer?
Cuando la parca llama
con sus tristes falanges
para empañar los claros
que nos quedan
y ofrecernos su orgasmo
de distensión eterna.

Cuando duermen familias
debajo de los puentes 
convertidas  en sombras,
caladas de intemperie.
Y las bocas del hambre
abren sus paladares 
y nos muestran los dientes
mordiéndonos las ganas,
las pobres libertades.

¿Cómo hacer los instantes,
si el tiempo nos arrastra,
si somos cachivaches empujados 
por su veloz torrente?
¿Cómo saldar la deuda?
¿Cómo curar la herida?
Aquí en esta tierra,
todavía en la vida.
Y en nuestra muerte amén.

Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Oswaldo Guayasamín)

martes, 6 de agosto de 2019

AMOR




Amor mestizo Acrílico Lienzo Paisaje

¡Ay, si pudiera al fin, amor, besarte!
Morder como una fruta hecha de brisa
la sabrosa frescura de tu risa
y en tu cintura el sol acariciarte.

Temblar hasta en tu voz  sensible al arte
de encubrir el deseo cuando eriza
nuestros cuerpos y abre y martiriza
plenilunios de  insomnios parte a parte.

¡Ay, si pudiera, amor, estar contigo
cada vez que al sufrir me necesitas
y darte mi ternura y el abrigo

de corazón a corazón! Me habitas
y por eso hasta en sueños te bendigo.
Amor, dame tus lágrimas contritas.

Amilcar Luis Blanco

jueves, 11 de julio de 2019

UNA SIESTA



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El bandoneón sombreaba el blanco de la siesta.
Rayaban las palomas espacios y distancias
y desde la pradera llegaban las fragancias
de la llanura insomne y la arbolada enhiesta.

Los violines coreaban melódicos la orquesta.
El tango respiraba desde fuelles sus ansias
de sentimientos rudos y en pálidas estancias
describía desdichas, pasiones sin respuesta.

Desde un espacio ausente el gato me miraba
y desde el claro cielo los gritos de los teros
quebraban los compases como agudos aceros

que hirieran la armonía allí donde se alzaba.
Mientras, el sol movía su hoguera y la dejaba
parpadeando en el centro de espacios venideros.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Gustave)

sábado, 25 de mayo de 2019

EL VIAJE







Llevamos nuestros cuerpos.
Llevamos nuestras manos.
Llevamos nuestros ojos.
Además nuestros miedos,
nuestros odios antiguos
y también los amores,
las auras, los destinos.

En el viaje llevamos
las almas y los sinos,
las creencias desnudas
y las pesadas culpas.
Andamos a destajo,
la cabeza en las nubes
y los pies sobre el polvo.

Ardientes nuestras dudas,
en secreta porfía,
alimentan angustias.
Los pájaros de sombra
igual que a Prometeo
nos van comiendo a trozos
la luz de las palabras.

Bailamos con la muerte
nuestros tangos más hondos.
Nuestros huesos se cruzan
y aunque crujan escapan
en el humo y la escarcha.
Escurren por las calles
sus trapos de esperanza.

Cuando por fin parece,
allegados al sitio,
para soltar las cargas
que nos liberaremos
los dolores se agolpan
y en la cruel canallada
nos abraza la nada.

Amílcar Luis Blanco ("Bailando tango", oleo sobre tela de  Fermín Eguía)

sábado, 30 de marzo de 2019

LOS VIVOS Y LOS MUERTOS.





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En la ciudad vacía nadie nos dice nada.
Hay una ausencia loca de cielo y de mirada.
Un mural la contiene. Su soledad nos grita
y a cada paso pide nuestra mortal contrita.
Nos pide leer siempre la acendrada frescura
de muertos y de vivos codeándose en la oscura
claridad de sentirnos. La densidad del viento
nos llama cada día con renovado aliento.

Si tú, mi semejante, no puedes ser el libro,
y yo, tu semejante, tampoco tu lectura,
los dos equivocamos la huella en la llanura
de esta vida que a penas en mi pecho equilibro.
De esta vida que a penas tú también equilibras
y late en el costado de hondura del instinto
y huele  a mar remoto dentro de un laberinto,
a una sal libertaria que se abre donde vibras.

Todos somos historias azarosas, escritas
sobre el leve soporte de un tiempo que escabulle
lentas eternidades que el olvido destruye.
Todos somos las presas de las letales citas
con la muerte escondida, cazadora y silente.
Y su hoz nos persigue con denodado anhelo
desde la tibia cuna hasta el helado duelo.
Su filo nos acecha tenaz y sedicente.

¿Dónde queda la vida? ¿Dónde lleva la muerte?
Recogíamos uvas con mi padre en febrero
y mi padre era joven y potente y señero
y bajo aquél parterre era su torso fuerte.
Sus manos sostenían uvas verdes y rojas-
Yo niño y orgulloso andaba en la cosecha
sosteniendo las vides de la madura fecha.
Mi padre hoy es cenizas y mis manos son flojas.

¿Cómo pasa la vida? Te hablo y no contestas.
El viento mueve ropas tendidas, mueve copas.
Debajo del invierno, de las sombrías rocas.
Pero jamás respondes. Las espumadas crestas
de las olas repasan el viejo itinerario
del mar y te pregunto y nunca estás. La noche
vendrá trayendo espectros que pasean en coche
y esplenden en el humo de la ciudad calvario.



Nos corría la tarde. Sentados a la mesa,
con mi padre y hermanos charlábamos recuerdos,
mezclábamos imágenes de locos y de cuerdos
y lo mismo de ausentes. La enjundia y la sorpresa
poblaban nuestras mentes de llanas alegrías.
Ahora sólo hay ecos y en nuestros celulares
que grabaron momentos ya no somos los pares.
El tiempo en huracanes nos desquició los días.

El tiempo tiene días de vivos y de muertos.
Ausentes muchedumbres pasan a nuestro lado
y todavía vivos. distraídos desiertos
nos reclaman y entramos en un mundo prestado.
No acertaremos nunca al cristo de la frente
el dueño de la mano que nos propone el alba
y levanta en nosotros la fe de lo presente.
la enhiesta maravilla a la que pintan calva.

¿Volveremos un día a reunirnos? No creo.
¿Acaso me escuchaste? O está tu boca muda
lejos de la ceniza y lejos de la duda
en altas dimensiones sin límites ni arreo.
Los muertos y los vivos en la ciudad  conviven
alientan en el viento inaudibles, cautivos.
Y se tocan las manos y las almas y exhiben
la costa transparente del tiempo, pero altivos.

Altivos todavía mientras los recordemos,
mientras estemos vivos y haya junios y eneros
y haya fechas macabras y los antiguos demos
justifiquen los días libertarios y enteros.
Y funden rebeldías contra las mezquindades,
contra el antro del miedo y las desesperanzas
donde quemaron naves en guerreras edades
y  perdieron sus vidas contra espadas y lanzas.

Los muertos que regresan en íntimos augurios,
en domésticas grutas, en sueños y memorias,
que fueron los ejemplos inocentes y espurios
hombres, mujeres, niños, envueltos en sus glorias.
Fueron nuestros amigos, compañeros de viaje,
parientes en festejos luctuosos o entre risas
Hoy sólo son fantasmas, doliente maridaje
de recordarlos vivos sabiéndolos cenizas.

Amílcar Luis Banco

viernes, 15 de marzo de 2019

UNA MUJER



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Una mujer saliendo de sí misma, de sus lazos.
Desde la veladura de la niebla.
Desde un vapor espeso que se puebla,
de un cuerpo hacia la luz sobre sus pasos.

Una mujer agraz, de ardientes brazos.

De altivez y dulzura, sin tiniebla
ensuciándole el ceño donde amuebla
la paz del bosque confortables trazos.

Una mujer con faldas de torrente,

desconocida, anónima, potente.
Cabellera de ríos en deshielo

me inspiró este soneto desde un cielo,

cayéndose de mi alma, de una fuente
oval y vertical y de desvelo.

Amílcar Luis Blanco

jueves, 7 de marzo de 2019

QUIEN



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Quien se disfraza de ángel.
Quien de nadie.
Y quien con alma rota y apellido
o con el cuerpo roto y alma rota
deambula por las calles sin sentido
o se pone a dormir ya sin sus alas
sobre dolores, vanos o barandas,
como si fuera un pájaro cansado.

Y la ciudad se yergue a sus espaldas
como un gigante  turbio que despierta
juntando sus pedazos,
juntando sus iglesias y sus plazas,
sus edificios de quinientos pisos,
sus canteros y lobbies
y sus atrios que esplenden con las lunas
y abren en jardines sus espacios. 

Quien se ha  vuelto ya loco.
Quien no sabe qué pasa.
Quien se pasa.
Hay alguien y son muchos
los que andan.
Otros quienes
tirados en los atrios y en los lobbys
de iglesias y edificios
sin picaportes ni casas.

Hay llamadas al aire,
enloquecidas,
mientras el viento vuelve por las calles
y revuelve las hojas y los nidos
con sucia indiferencia como siempre
afectando soberbias transparencias
y glándulas y flemas e indecencias.

Todo se va saliendo de su madre.
El mundo deshilacha sus cables y sus ruidos.
Estoy pensando en las ventanas  solas,
en las puertas cerradas que se han ido
y en las bocas calladas;
en los cuerpos menudos o membrudos
oreandosé en la rancia 
muda de la intemperie.

 Estoy pensando acaso
en el acaso mismo,
en el desfiladero de los muertos,
vivitos y coleando en este sufridero
de la ciudad que truena
como un montón de piedras
cayéndose al abismo
y en lo escaso de las vidas que restan,
en el acaso mismo y en la escasez creciente.
de las vidas restadas en la ciudad solvente.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Diana Dowek)



jueves, 21 de febrero de 2019

Necesito






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Necesito la angustia de tus ojos
y las ásperas ansias de tus manos.
Necesito saber que estamos solos
y que latimos juntos como hermanos.

Necesito sentir que no aflojamos.
Que nuestros cuerpos hechos a tristezas
moviéndose, se tomen o se suelten,
se hablen y se encuentren dialogando.

Necesito este hoy en el que andamos
desmadejando nudos de esperanzas
y sentirte, habitándome desnuda,
entrar en mis penurias y secretos.

Entrar en vos, en tu ángel, necesito.
En la luz que proyectan tus miradas.
Entrar en tu alma por la puerta antigua
de tus recuerdos, tu placer, tus sueños.

Construir con tus manos en mis manos
ese hogar de alegrías; los jardines
de alguna eternidad de las sutiles
aunque pisemos siempre los marasmos.

Es decir, los desórdenes calcados
del pasado sufrido por los padres
que podían con dioses componerse
o sin dioses y en álgidos espacios.

Hoy ha cambiado el mundo. Necesito
luchar junto a tu cuerpo y nuestras manos,
luchar sin hesitar con todo el vicio
de sentirnos falibles pero humanos.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Diana Dowek)

martes, 29 de enero de 2019

MARCHA







Unidos los cuerpos,mostrando las frentes, cuerpos entre cuerpos,
tocándonos hombros y brazos, poniéndonos manos en manos,
los pies en los pasos, los pasos en suelos, vestidos marchamos.
Y también desnudos, también despojados y a veces descalzos.
Cantando y hablando, mezclando silencios, miradas y agudos latidos.
Sintiendo las sangres, los huesos, las honras de ser quienes somos,
de vernos sombríos, tristes, olvidados, y juzgarnos solos aún acompañados,
unidos marchamos, unidos marchamos, unidos marchamos.

Con las incertezas, con los sinsabores, los tragos amargos, penas y dolores.
Sobre las veredas, sobre los asfaltos y los empedrados, a orillas de fuentes,
al borde de casas que tienen jardines y fachadas nobles y rejas labradas,
al lado de miedos, hondos precipicios, encendidos mares, ya contaminados,
adentro de climas con aires viciados, entre los baldíos y las intemperies,
contra las miradas duras de otras gentes, que tras sus ventanas o sus soledades
sienten sus absurdos e inutilidades y también deseos de unirse a la marcha,
de huír con nosotros en forma ordenada de tantas mentiras y obscenas maldades.

De irnos de esta tierra, dejar este mundo, sumar nuestros pasos fuera de los suelos
y ascender sin pausa hacía galerías, hacia transparencias de utópicos cielos,
donde haya jardines y fachadas nobles y rejas labradas y no exista el miedo,
ni hondos precipicios y los mares sean limpios y salobres y frescos y quedos.
Volar en los aires azules, separar los cuerpos, los hombros y brazos, soltarnos
nuestras propias manos, alejar los pasos, también las miradas y sentir las sangres,
los huesos, las honras de ser quienes somos, y volver a vernos libres, relajados,
desnudos, alegres, salir de la marcha, como del cardumen el pez en el agua.

Amílcar Luis Blanco ("La marcha de la humanidad de la tierra hacia el cosmos", mural de David Alfaro Siqueiros)

sábado, 26 de enero de 2019

MIEDO


La obra "Escalofrío" de Teresa Camí mantiene la Mención Especial del Certamen
Un fragmento de sueño, en estocadas
hacia  el latiente corazón me mueven
y a un llanto de ceniza donde llueven
mis miradas que van a tus miradas.

Y en tus aguas castañas, estancadas,
posan, tímidas aves, y aunque beben,
a refugiarse en tu alma no se atreven
por el miedo de hundirse enamoradas.

Por mas que el cielo esparza la ceniza
de una lluvia de pálida textura
y tus ojos me llamen, una hondura

de terrores despuntan en la brisa
y no puedo acogerme a tu sonrisa,
ni tampoco a lo agraz de tu ternura.

Amílcar Luis Blanco ("Escalofrío", oleo sobre tela de Teresa Camí Mateu)

lunes, 7 de enero de 2019

LLUVIA DE BUENOS AIRES



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El mar se vierte desde lo profundo, 
pero en forma sutil.
Y es cuando llueve y Buenos Aires 
se convierte en tango
y la mujer y el hombre se entrelazan 
hechos nudo y perfil,
bajo las gotas limpias que sin sal ya, 
ni yodo, ni colores de fango,

mojan  alcantarillas, asfaltos y cordones 
y alcanzan alto rango,
en un cielo de grises, 
otoñal, 
memorioso, 
bien de abril,
sonando en partitura sostenida por piernas, 
a manera de atril.
Y después se confunden en ochos y compases de mínimo fandango.

Al fin arden,  
propagan en hogueras de brillos 
el brío de sus aguas
Y humanizan  los muslos y los cruces para mojar deslices,
y humedecer de llantos y sobre lentos pasos antiguas  cicatrices

y zanjar diferendos y matices, 
encendiendo reflejos, 
avivando las fraguas
de pasiones añejas, 
pasiones como olas  desnudas bajo enaguas
translucidas apenas en la mujer de cuerdas 
y suspiros felices.
Ya convertida en chelo
mientras se mira en nubes
y se siente de cielo.

Amilcar Luis Blanco (Oleo sobre tela de Adrian Borda)