AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
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martes, 27 de agosto de 2013
La voz de Diana
Huele sin duda a cielo la mañana.
Guío mis pasos hacia el horizonte.
El viento, los gorjeos, desde el monte,
estallan como sílabas de Diana.
Hablan en una lengua sobrehumana
Y soy el instrumento, la rompiente,
de un sentido sensual y trascendente,
sumido en calma y olas de nirvana.
Respiro sal y sombra, soy la fuente
Surjo desde mi ser, vibro en la gana
del aire, todo brisa transparente.
Mi sentir se hace tiempo, se desgrana.
Transcurre, se desliza y, envolvente,
me engasta en lo fugaz y me devana.
Amilcar
Luis Blanco ("Diana cazadora" Oleo sobre lienzo - Pintura antigua sin fecha definida)
viernes, 23 de agosto de 2013
EL EXTRAÑO
Hay un extraño dentro de mi
Camina y duele, camina y observa
En las graderías del infinito
En los vestíbulos de la paciencia
En los entretelones de las dudas
Él se detiene y establece su taciturnia.
Hay un extraño en mí sin miedo
Alguien extrapolado de la sombra
Que no lleva consigo su propia muerte
Y no acepta convertirse en espanto
Tampoco en tolerancia ni en ayeres
En cualquier momento hará temblar
Las mandíbulas de los poderosos
Nada lo detendrá,
ni siquiera la muerte que lo mira
Y no puede alcanzarlo.-
Amilcar Luis Blanco ("Hombre con violín" oleo por Oswaldo Guayasamín)
martes, 20 de agosto de 2013
Tu te ibas
Tú te ibas, la tarde se alejaba contigo.
El aire se quedaba sometido a tu aroma.
Pero más adelante el horizonte
marchaba por su cuenta resoplando
sus antiguos humores, rechinantes bocinas,
voces, pasos, preguntas, soledades abiertas.
Es decir, si nos vamos dejamos un resuello,
una huella sin nadie, parpadeante,
un aletear de angustias lleno de mariposas,
de insectos y zumbidos, de ateridos relámpagos.
Nos impregnan los días, los objetos, las ansias.
Es decir, si nos vamos sacudimos la espera.
Nos ensucian y entintan, iguales a colores
contagiados de angustias, cayendo en cada una,
las palabras, las cosas, la densidad del miedo;
esa jalea untuosa que lavamos con desesperaciones,
ácidos y jabones, esponjas y cantares.
Es decir, si nos vamos traspasamos el mundo.
Amílcar Luis Blanco
viernes, 16 de agosto de 2013
Nadie
Nadie me sigue, nadie desordena mis puentes
en el cauto silencio de perfiles ansiosos
dilapidándose en las graderías de lo anfibio;
es decir, estoy solo como siempre, completamente solo.
Vivo en la ciudad de las máquinas y las preguntas
donde se mancillan hasta los temblores.
Muchas maneras de ser se conjugan en una sola
y las despedidas flamean y se arrugan al viento
hasta desarraigarse y volar y olvidarse
porque no hay persona que retenga un adiós.
Todo porque la vida nos hace livianos
pero con carnes de catástrofes,
es decir nos cuece en alegrías y desastres
largándonos los filos de los años como hachas
escindiéndonos los tallos, los brotes de inocencia,
jalándonos las ramas, cortándonos las flores,
sin esperar nuestro morir, en plena vida.
Porque sufrir se sufre por todos los costados
de la machacona costumbre de estar despiertos
y en el medio del cuerpo o de la risa
y aún dormidos pero con la parca insistencia de la parca
que abusa de su hoz y nuestras primaveras
y nos fuerza a entregarnos como una amante turbia y deliciosa.
Amilcar Luis Blanco
jueves, 15 de agosto de 2013
ELLA
Ella no está, ella no es, ella me rompe el ruido.
Quedó quizás cayéndose
de mi dolor antiguo
y ocupó las
distancias de mi beso.
En el imaginario
de la tarde cuando el sol descendía;
su disco rojo cayéndose
en los umbrales de mi infancia.
Esa mujer, ella,
digo, pues desnudaba y en delirio de luna
apenas si cubría
su cuerpo centelleante
dentro de sus corpiños o sus bragas
en la campana transparente
de una leve tela
de algodón
O echada la
rodilla doblada el muslo terno
contra la colcha
gris de siestas en la cama
se quedaba en el
centro de mi fulgor, en llamas
acometiéndome por nardos y mejillas sólo ya con mirarla
haciendo me
sintiese al borde de un abismo,
salvándome tan sólo
si aferrado a su mano
pudiera contenerme
como una torre de agua
o un infierno trepándome
entre piernas;
todo me desglosaba
y me caía convirtiéndome en fojas,
glosarios, en
follajes, en hojarascas mudas, en espacio.
Amílcar Luis Blanco ( Soledad Fernández (España)MUJER BONITA PINTADA AL OLEO SOBRE LIENZO)
"UBI SUNT"
Dónde estará la métrica que importa,
la de la luz quizá la de la frente
vertida en llamas sucias, en estatuas.
Cielo del ojo humano la mentira
duda de lo valiente escatimado
y cose una a una palabras con destinos,
palabras con resabios, con eccemas,
e intenciones y miedos y proclamas
y mentiras y excusas, banderías
tiritando en los suelos de la infamia.
Dónde queda la esquina sin dobleces.
Esa del corazón, la que importaba;
rendía parabienes y doblones y parques
para que el sueño azul permaneciese
en el estaño fiel de la mirada,
donde se expende el trago de ginebra
de la ilusión servida en su bandeja.
Sobrantes de lo henchido; las alhajas
de las mesas opíparas sin llantos
con teclados de risas y sonajas.
Dónde queda soldado lo emoliente,
unido a lo salobre, a lo fantástico,
lo que fuga el dolor y lo diluye;
ese filtro, esa pócima, lo urdido
por la tensión ambigua de la fiebre.
Dónde queda el estigio cada día
para vivos que pisan sus calvarios
en la ceniza hosca de la utopía rota,
los muñecos de sangre, las palomas,
los olvidos, hoy huesos, los fracasos.
Amílcar Luis Blanco ("Western Motel" por Edward Hooper)
martes, 13 de agosto de 2013
INSOMNIO
Cuando la noche se llena de una claridad insoportable
y los músculos de mis párpados de arena
y mis intenciones y deseos se fatigan de dar vueltas,
de la calesita desvelada de lo consabido suele salir el mareo que me desmaya.
Entonces, en ese momento, en el que he quedado sin nadie,
sin acontecimientos ni preguntas tú te sientas frente a mí
y me miras, me observas plácida y luego me susurras y acaricias.-
Después vienen de nuevo la sombra y la vigilia
como compañeras inseparables a mantenerme en vilo.
A tenerme los ojos abiertos sobre los sueños de otros,
pero vuelvo al recuerdo de tu mirada vista en el breve sueño
y escucho la fatiga cavernosa de mis pulmones,
el trasiego del aire claroscuro en la habitación vacía.
Amilcar Luis Blanco ("Insomnio" por Alicia Besada)
lunes, 12 de agosto de 2013
El amor loco
La pájara en la rama centelleaba,
entre luces y sombras, sin deseos,
cuando en sus solitarios devaneos,
sintió otro pájaro que la llamaba.
Se fueron a volar y de una aljaba
venablos y saetas y mareos
sacaron y arrullaron benteveos;
en caza de piares ya sin traba.
Convirtieron el bosque en una cava
de persecusiones y de orfeos,
y eurídices sin Hades; ella piaba,
absorta en sus atávicos arreos
y él calló al descubrir que ella gorjeaba
sólo hechizada al fin por sus gorjeos.
Amílcar Luis Blanco.-
jueves, 8 de agosto de 2013
LOS HOMBRES, EL HOMBRE
“ …. Y el hombre, pobre el hombre, vuelve
sus ojos como
cuando por sobre el hombro lo llama una
palmada,
vuelve sus ojos locos y todo lo sufrido
se empoza como un charco de culpa en la
mirada”
Cesar Vallejo “Los heraldos negros”
Los hombres siempre sucios de quietismo,
como usted, como yo, como cualquiera;
nos exhibimos mansos en la espera
de aguantar el morir, driblar su abismo.
No esquivamos el necio paroxismo
de vernos elegantes, bien por fuera,
aunque dentro nos falte el alma entera,
y aterrados finjamos con cinismo.
La culpa nos carcome, la frontera
mortal nos ronda en pálido exorcismo;
no acertamos romperla; su madera
ya nos cerró en su caja de mutismo
La nada que ya somos desespera,
se enmascara en inútil estoicismo.
Amilcar Luis Blanco ("El ángel caido" de Man de Camelle)
martes, 6 de agosto de 2013
LA ABEJA REINA
Buscando en lo visible lo perverso
de tu alma invisible entre el gentío,
quizá los pliegues densos, el anillo,
de tu atezado sexo;
en una Disco, en el altar del fuego,
del
alcohol o la droga o el estiercol,
en el sitio de todos los no encuentros,
donde el arduo rock o el pesado metal
de lo tamborilleante y percusivo abochorna.
En los baldíos de la soledad,
en el roquedal de los corazones muertos,
quiero decir con pulso mas sin alma,
en el jardín de las flores efímeras que
entregan
su pizca de eternidad, su silicio de polen
Quiero decir donde los labios florecen
para atrapar los insectos y las volutas del
tedio
y las bruñidas copas de los senos se
muestran
para brindar contra ellas ansiedades
urgentes
y las rodillas y los muslos suaves
relumbran en el frío resplandor de las
horas de humo.
Quiero decir en el desierto, en el
destierro,
en las arenas de los camellos sin sombras,
sin oasis,
sin aguas reflectoras que refresquen
las gargantas quebradas y las lenguas
partidas
por una sed ya sin destinatarios, que se ha
marchado,
sólo acompañada por la fuerza del viento.
Allí te encontré, junto a los fuegos puros
de los deseos
y las sombras transformadas en ciegas
transparencias
y tú no eras una de ellas sino la única, la
reina.
Sombras transformadas en ciegas
transparencias
te rodeaban, agolpadas volaban a tu
encuentro,
traspasadas por aristas y por distancias
que no cierran
porque abandonan y abarcan horizontes
imposibles.
Pero en el encierro en fin, en la alcoba,
en el encuentro,
en la cópula de las corolas de terciopelo,
parpadeantes y absorbentes como terrores lúcidos
abrazando los falos o los nudosos tallos
penetrantes
para que tú permanezcas aún en el centro de
la utopía,
prometiendo un amor imposible, hecho de
eufemismos sin fin,
de concatenaciones de oquedades que suenan
engolfadas en el rumor oceánico de las
caracolas.
Para que tu permanezcas desde todos los
rincones del tiempo
en el zumbido agraz de la rumorosa colmena.
Mires, observes, desde pretéritos y
porvenires,
desde húmedas escolleras sin nadie,
pero sobre todo desde la soledad hecha de
angustias
y desde sus oscuridades violetas que flamean
nuestros destinos de zánganos portadores
del néctar
en las oscuras calles de espectros sin
rostros.
Tú haces sonar en tono de ululido y aullido
la honda vagina resentida del sarcástico
nido,
la usina, la fábrica de mieles, los ácidos inconsútiles
de la real jalea de la ilusión y en ese
aroma
se alimentan sin mengua las fieles larvas
hechas de nosotros.
Amilcar Luis Blanco (“La reina abeja” obra
pictórica de Wilder Morales Espinosa)
lunes, 5 de agosto de 2013
TU SONRISA (En homenaje a Marilyn Monroe)
Llega hoy a mí el glamour de tu sonrisa,
la blanca flor, la espuma, la centella;
ese brillante de cuajada estrella
que lastimó la sombra y la ceniza.
Llega pues su callar sumió tu risa
en la sonoridad sin dejar huella
hasta el profundo olvido donde sella
todo ser lo ya sido y se desliza.
Y en lo silente vuelve, en lo callado,
ese color del lirio y la azucena
y ese clamor del agua vertebrado
al sonar de una fuente que se llena
y desborda su vida y la encadena
al recuerdo y al sol y a lo sagrado.
Amílcar Luis Blanco (Fotografía de Marilyn Monroe)
viernes, 2 de agosto de 2013
LA RISA
¡Ay, la risa, la risa y la sonrisa!
Tan inconsútil, tan evanescente,
afloja el duelo valerosamente,
quita peso interior y nos desliza.
Un ballet aligera y agudiza
la soltura del alma diligente
a través de la danza displicente
de los labios abiertos a la risa.
Y la luz y la sal y lo emoliente
encuentran su ocasión y patentizan
la paz, la laxitud más eficiente
en la musculatura cuando hechizan
porque extienden los ojos y la frente
y alumbran el adiós y lo suavizan.
Amílcar Luis Blanco. (Fotografía de Marilyn Monroe riéndose)
jueves, 1 de agosto de 2013
Tanto la soledad ...
Tanto la soledad como la noches,
los silencios, los miedos y los días
andan en voces, ruidos, melodías,
mutándonos de seres a fantoches.
Exultantes, afásicos, en coches,
en atestadas salas, en porfías,
discutimos y en vacuas galerías
prodigamos enfáticos derroches.
Arduo el comunicarnos; imposible
partir las penas, mitigar el ansia,
confundirnos en tácita elegancia,
unirnos en un alma indivisible,
y al ser maná cerval de lo vivible
darnos más luz y amor y tolerancia.
Amilcar Luis Blanco (Obra pictórica de Egon Schiele)
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