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martes, 27 de agosto de 2013

John Lennon - Imagine

Edith Piaf - Non, Je ne regrette rien

La voz de Diana





















Huele sin duda a cielo la mañana.
Guío mis pasos hacia el horizonte.
El viento, los gorjeos, desde el monte,
estallan como sílabas de Diana.

Hablan en una lengua sobrehumana
Y soy el instrumento, la rompiente,
de un sentido sensual y trascendente,
sumido en calma y  olas de nirvana.

Respiro sal y sombra, soy la fuente
Surjo desde mi ser, vibro en la gana
del aire, todo brisa transparente.

Mi sentir se hace tiempo, se desgrana.
Transcurre, se desliza y, envolvente,
me engasta en lo fugaz y me devana.

Amilcar Luis Blanco  ("Diana cazadora" Oleo sobre lienzo - Pintura antigua sin fecha definida)



viernes, 23 de agosto de 2013

EL EXTRAÑO






























Hay un extraño dentro de mi
Camina y duele, camina y observa
En las graderías del infinito
En los vestíbulos de la paciencia
En los entretelones de las dudas
Él se detiene y establece su taciturnia.

Hay un extraño en mí sin miedo
Alguien extrapolado de la sombra
Que no lleva consigo su propia muerte
Y no acepta convertirse en espanto
Tampoco en tolerancia ni en ayeres
En cualquier momento hará temblar
Las mandíbulas de los poderosos

Nada lo detendrá,
ni siquiera la muerte que lo mira
Y no puede alcanzarlo.-




Amilcar Luis Blanco ("Hombre con violín" oleo por Oswaldo Guayasamín)

martes, 20 de agosto de 2013

Tu te ibas
























Tú te ibas, la tarde se alejaba contigo.
El aire se quedaba sometido a tu aroma.
Pero más adelante el horizonte
marchaba por su cuenta resoplando
sus antiguos humores, rechinantes bocinas,
voces, pasos, preguntas, soledades abiertas.

Es decir, si nos vamos dejamos un resuello,
una huella sin nadie, parpadeante,
un aletear de angustias lleno de mariposas,
de insectos y zumbidos, de ateridos relámpagos.
Nos impregnan los días, los objetos, las ansias.
Es decir, si nos vamos sacudimos la espera.

Nos ensucian y entintan, iguales a colores
contagiados de angustias, cayendo en cada una,
las palabras, las cosas, la densidad del miedo;
esa jalea untuosa que lavamos con desesperaciones,
ácidos y jabones, esponjas y cantares.
Es decir, si nos vamos traspasamos el mundo.

Amílcar Luis Blanco



viernes, 16 de agosto de 2013

CARLOS GARDEL ''DUELO CRIOLLO ''CON GUITARRAS.wmv

Nadie

























Nadie me sigue, nadie desordena mis puentes
en el cauto silencio de perfiles ansiosos
dilapidándose en las graderías de lo anfibio;
es decir, estoy solo como siempre, completamente solo.
Vivo en la ciudad de las máquinas y las preguntas
donde se mancillan hasta los temblores.
Muchas maneras de ser se conjugan en una sola
y las despedidas flamean y se arrugan al viento
hasta desarraigarse y volar y olvidarse
porque no hay persona que retenga un adiós.
Todo porque la vida nos hace livianos
pero con carnes de catástrofes,
es decir nos cuece en alegrías y desastres
largándonos los filos de los años como hachas
escindiéndonos los tallos, los brotes de inocencia,
jalándonos las ramas, cortándonos las flores,
sin esperar nuestro morir, en plena vida.
Porque sufrir se sufre por todos los costados
de la machacona costumbre de estar despiertos
y en el medio del cuerpo o de la risa
y aún dormidos pero con la parca insistencia de la parca
que abusa de su hoz y nuestras primaveras
y nos fuerza a entregarnos como una amante turbia y deliciosa.

Amilcar Luis Blanco



jueves, 15 de agosto de 2013

ELLA



























Ella no está, ella no es, ella me rompe el ruido.
Quedó quizás cayéndose de mi dolor antiguo
y ocupó las distancias de mi beso.
En el imaginario de la tarde cuando el sol descendía;
su disco rojo cayéndose en los umbrales de mi infancia.
Esa mujer, ella, digo, pues desnudaba y en delirio de luna
apenas si  cubría su  cuerpo centelleante
dentro de sus corpiños o sus bragas 
en la campana transparente
de una leve tela de algodón
O echada la rodilla doblada el muslo terno
contra la colcha gris de  siestas en la cama
se quedaba en el centro de mi fulgor, en llamas
acometiéndome por nardos y mejillas sólo ya con mirarla
haciendo  me sintiese al borde de un abismo,
salvándome tan sólo si aferrado a su mano
pudiera contenerme como una torre de agua
o un infierno trepándome entre piernas;
todo me desglosaba y me caía convirtiéndome en fojas,
glosarios, en follajes, en hojarascas mudas, en espacio.

Amílcar Luis Blanco ( Soledad Fernández (España)MUJER BONITA PINTADA AL OLEO SOBRE LIENZO)

"UBI SUNT"




















Dónde estará la métrica que importa,
la de la luz quizá la de la frente
vertida en llamas sucias, en estatuas.
Cielo del ojo humano la mentira
duda de lo valiente escatimado
y cose una a una palabras con destinos,
palabras con resabios, con eccemas,
e intenciones y miedos y proclamas
y mentiras y excusas, banderías
tiritando en los suelos de la infamia.

Dónde queda la esquina sin dobleces.
Esa del corazón, la que importaba;
rendía parabienes y doblones y parques
para que el sueño azul permaneciese
en el estaño fiel de la mirada,
donde se expende el trago de ginebra
de la ilusión servida en su bandeja.
Sobrantes de lo henchido; las alhajas
de las mesas opíparas sin llantos
con teclados de risas y sonajas.

Dónde queda soldado lo emoliente,
unido a lo salobre, a lo fantástico,
lo que fuga el dolor y lo diluye;
ese filtro, esa pócima, lo urdido
por la tensión ambigua de la fiebre.
Dónde queda el estigio cada día
para vivos que pisan sus calvarios
en la ceniza hosca de la utopía rota,
los muñecos de sangre, las palomas,
los olvidos, hoy huesos, los fracasos.

Amílcar Luis Blanco ("Western Motel" por Edward Hooper)


martes, 13 de agosto de 2013

INSOMNIO




Cuando la noche se llena de una claridad insoportable
y los músculos de mis párpados de arena
y mis intenciones y deseos se fatigan de dar vueltas,
de la calesita desvelada de lo consabido suele salir el mareo que me desmaya.
Entonces, en ese momento, en el que he quedado sin nadie,
sin acontecimientos ni preguntas tú te sientas frente a mí
y me miras, me observas plácida y luego me susurras y acaricias.-
Después vienen de nuevo la sombra y la vigilia
como compañeras inseparables a mantenerme en vilo.
A tenerme los ojos abiertos sobre los sueños de otros,
pero vuelvo al recuerdo de tu mirada vista en el breve sueño
y escucho la fatiga cavernosa de mis pulmones,
el trasiego del aire claroscuro en la habitación vacía.



Amilcar Luis Blanco ("Insomnio" por Alicia Besada)

lunes, 12 de agosto de 2013

El amor loco

























La pájara en la rama centelleaba,
entre luces y sombras, sin deseos,
cuando en sus solitarios devaneos,
sintió otro pájaro que  la llamaba.

Se fueron a volar y de una aljaba
venablos y saetas y mareos
sacaron y arrullaron benteveos;
en caza de piares ya sin traba.

Convirtieron el bosque en una cava
de persecusiones  y de orfeos,
y eurídices sin Hades; ella piaba,

absorta en  sus atávicos arreos
y él calló al descubrir que ella gorjeaba
sólo hechizada al fin por sus gorjeos.

Amílcar Luis Blanco.-

jueves, 8 de agosto de 2013

LOS HOMBRES, EL HOMBRE



 

“ …. Y el hombre, pobre el hombre, vuelve sus ojos como
cuando por sobre el hombro lo llama una palmada,
vuelve sus ojos locos y todo lo sufrido
se empoza como un charco de culpa en la mirada”

Cesar Vallejo “Los heraldos negros”



 Los hombres siempre sucios de quietismo,
como usted, como yo, como cualquiera;
nos exhibimos  mansos en la espera
de aguantar el morir, driblar su abismo.

No esquivamos el necio paroxismo
de vernos elegantes, bien por fuera,
aunque dentro nos falte el alma entera,
y aterrados finjamos con  cinismo.

La culpa nos carcome,  la frontera
mortal nos ronda en pálido exorcismo;
no acertamos romperla; su madera

ya nos cerró en su caja de mutismo
La nada que ya somos desespera,
se enmascara en inútil estoicismo.

Amilcar Luis Blanco  ("El ángel caido" de Man de Camelle)


martes, 6 de agosto de 2013

LA ABEJA REINA
























Buscando en lo visible lo perverso
de tu alma invisible entre el gentío,
quizá los pliegues densos, el anillo,
de tu atezado sexo;
en una Disco, en el altar del fuego, 
del alcohol o la droga o el estiercol,
en el sitio de todos los no encuentros,
donde el arduo rock o el pesado metal
de lo tamborilleante y percusivo abochorna.
En los baldíos de la soledad,
en el roquedal de los corazones muertos,
quiero decir con pulso mas sin alma,
en el jardín de las flores efímeras que entregan
su pizca de eternidad, su silicio de polen

Quiero decir donde los labios florecen
para atrapar los insectos y las volutas del tedio
y las bruñidas copas de los senos se muestran
para brindar contra ellas ansiedades urgentes
y las rodillas y los muslos suaves
relumbran en el frío resplandor de las horas de humo.
Quiero decir en el desierto, en el destierro,
en las arenas de los camellos sin sombras, sin oasis,
sin aguas reflectoras que refresquen
las gargantas quebradas y las lenguas partidas
por una sed ya sin destinatarios, que se ha marchado,
sólo acompañada por la fuerza del viento.
Allí te encontré, junto a los fuegos puros de los deseos
y las sombras transformadas en ciegas transparencias
y tú no eras una de ellas sino la única, la reina.

Sombras transformadas en ciegas transparencias
te rodeaban, agolpadas volaban a tu encuentro,
traspasadas por aristas y por distancias que no cierran
porque abandonan y abarcan horizontes imposibles.
Pero en el encierro en fin, en la alcoba, en el encuentro,
en la cópula de las corolas de terciopelo,
parpadeantes y absorbentes como terrores lúcidos
abrazando los falos o los nudosos tallos penetrantes
para que tú permanezcas aún en el centro de la utopía,
prometiendo un amor imposible, hecho de eufemismos sin fin,
de concatenaciones de oquedades que suenan
engolfadas en el rumor oceánico de las caracolas.
Para que tu permanezcas desde todos los rincones del tiempo
en el zumbido agraz de la rumorosa colmena.
Mires, observes, desde pretéritos y porvenires,
desde húmedas escolleras sin nadie,
pero sobre todo desde la soledad hecha de angustias
y desde sus oscuridades violetas que flamean
nuestros destinos de zánganos portadores del néctar
en las oscuras calles de espectros sin rostros.
Tú haces sonar en tono de ululido y aullido
la honda vagina resentida del sarcástico nido,
la usina, la fábrica de mieles, los ácidos inconsútiles
de la real jalea de la ilusión y en ese aroma
se alimentan sin mengua las fieles larvas hechas de nosotros.


Amilcar Luis Blanco (“La reina abeja” obra pictórica de Wilder Morales Espinosa) 

lunes, 5 de agosto de 2013

TU SONRISA (En homenaje a Marilyn Monroe)


















Llega hoy a mí el glamour de tu sonrisa,
la blanca flor, la espuma, la centella;
ese brillante de cuajada estrella
que lastimó la sombra y la ceniza.

Llega pues su callar sumió tu risa
en la sonoridad sin dejar huella
hasta el profundo olvido donde sella
todo ser lo ya sido y se desliza.

Y en lo silente vuelve, en lo callado,
ese color del lirio y la azucena
y ese clamor del agua vertebrado

al sonar de una fuente que se llena
y desborda su vida y la encadena
al recuerdo y al sol y a lo sagrado.

Amílcar Luis Blanco  (Fotografía de Marilyn Monroe)

viernes, 2 de agosto de 2013

Vídeos subidos (lista de reproducción)

LA RISA























¡Ay, la risa, la risa y la sonrisa!
Tan inconsútil, tan evanescente,
afloja el duelo valerosamente,
quita peso interior y nos desliza.

Un ballet aligera y agudiza
la soltura del alma diligente
a través de la danza displicente
de los labios abiertos a la risa.

Y la luz y la sal y lo emoliente
encuentran su ocasión y patentizan
la paz, la laxitud más eficiente

en la musculatura cuando hechizan
porque extienden los ojos y la frente
y alumbran  el adiós y lo suavizan. 

Amílcar Luis Blanco. (Fotografía de Marilyn Monroe riéndose)

jueves, 1 de agosto de 2013

Tanto la soledad ...




















Tanto la soledad como la noches,
los silencios, los miedos y los días
andan en voces, ruidos, melodías,
mutándonos de seres a fantoches.

Exultantes, afásicos, en coches,
en atestadas salas, en porfías,
discutimos y en vacuas galerías
prodigamos enfáticos derroches.

Arduo el comunicarnos; imposible
partir las penas, mitigar el ansia,
confundirnos en tácita elegancia,

unirnos en un alma indivisible,
y al ser  maná cerval de lo vivible
darnos más luz y amor y tolerancia.

Amilcar Luis Blanco  (Obra pictórica de Egon Schiele)