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viernes, 9 de febrero de 2024

SONIDO DE CIUDAD

 










 






Estallan las palabras y las voces

en la eufonía de los gorjeos

en  crujidos de  grúas y de flejes,

y quejidos  elásticos y atroces,

círculos y devaneos,

largos ejes,

ronronean conspicuos los  motores

entre los contoneos de las flores.

 

La ciudad se articula en las sirenas,

en los duendes del aire, la bocinas,

los silbidos del viento

y un crepitar de hornallas como penas,

marimbas y sordinas

y una parra desnuda su sarmiento,

trémulo entre tambores  cornetas y violines,

desembala trompetas y nardos y jazmines.

 

Un clamor se desbanda;  fútbol en los estadios

y frenadas chirriantes y campanas,

en el freír abierto de las radios

fuga de las ventanas.

El sonar bandeirante de las gaitas

Los aullidos, las sierras, los ladridos,

desparraman sentidos

de haber vivido duelos entre taitas

Somnolientos o raudos bandoneones,

lentos, cautos, alivian las tensiones.

 

Y la trepidación de las turbinas

de los jets, sobre escándalos y ruinas

de un rock violento y un golpear de mambos.

Un vaivén mece cumbias y  boleros,

y las sinuosas curvas de los tangos,

en ligeras milongas y  entreveros.

Estruendo en la ciudad y las baldosas

en asfaltos, balcones, entre gentes y cosas;

residuos de los tiempos desiguales

y sombras de otras sombras siempre menesterosas.

 

Amilcar Luis Blanco