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miércoles, 13 de febrero de 2013

Agradezco …la poesía


























"A mis soledades voy, de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo, me bastan mis pensamientos"
                         Félix Lope de Vega y Carpio
" ... y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos"
                         Miguel Hernández


Agradezco a mi alma la poesía
porque me dio una luz y una manera
de alternar el olvido con la espera
para seguir viviendo cada día.

Abstraido en sentido y melodía
entro y salgo de mí como si fuera
el árbol que marchita y regenera
el fruto que lo embriaga todavía.

Y este inmiscuir adentro lo de afuera
produce sin cesar filosofía,
y un amor sin medida ni frontera

fruto de una mortal sabiduría
y equilibra la vida y reverbera
desde un diamante de honda simetría.

Amílcar Luis Blanco (Pintura: “Retrato de N.A. Soloviov” por Aristarj Lentúlov)

Lo que deja el adiós































"Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre mas apenado que ninguno"

                       Miguel Hernández

"La hora dura comienza con el fiero zarpazo"

                       Mayte Dalianegra

Aquí, en la nuca,
pega,
golpea,
la contundencia del silencio,
lo que deja el adiós;
ese rumbo sin nadie,
ese marcharse en la certeza
del jamás haber estado,
del no haber venido nunca.

Tañerá la campana,
decrecerá su eco
ante el embate
de la distancia interminable,
hasta dejar de ser este silencio
que todavía grita
entre mi soledad exacerbada.

Amílcar Luis Blanco (Pintura: "Dolor" por Oswaldo Guayasamín)












jueves, 7 de febrero de 2013

El pobre



“Yo se que ver y oír a un pobre enfada,
cuando se viene y va de la alegría,
como un mar meridiano a una bahía
a una región esquiva y desolada”

         Miguel Hernández


Cielo del apetito no saciado
y el dudoso color de la esperanza.
Languidez y vacío y cruel tardanza
de todo lo querido y lo deseado

Movimiento del cuerpo trasegado,
deglutido entre dientes de bonanza
a la opulenta usanza
de quienes siempre lo han esclavizado.

Y en la región sombría la semblanza
apenas dibujada de un temblor esbozado
un parpadeo de ira que no alcanza

un revelarse siempre en el costado
de un mundo que le niega su pitanza
y entra en su aliento ya desalentado.

Amílcar Luis Blanco   ( “Familia pobre y niño trabajador”, pintura por Federico Bassi)

lunes, 4 de febrero de 2013

Vengo con tanta sombra a visitarte ...







“Si yo pudiera como ayer querer sin presentir”
        Enrique Santos Discépolo


Vengo con tanta sombra a visitarte,
tan oscuro y ausente,
como si me derramaran desde lejos,
y al dejarte,
vaporoso me voy como el relente
o el ocaso del sol hecho reflejos.

Me siento proyectado hacia tus ojos,
hacia el salobre aroma
que de tu cuerpo emana,
mis labios no hablan, flojos,
se sumen en un coma
de afasia sobrehumana.

Desearte es esta flor escandalosa.
Exhibición de pétalos y espinas.
Porque hay miedo y dolor
y en ellos roza
mi corazón y el contemplar las ruinas
aún humeantes de un antiguo amor.

Por tal razón, si no me animo a hablarte
desde un saber conspicuo
que amonedó la cruel desilusión
para quererte habré de visitarte
como fantasma ubicuo
en el crepúsculo de la pasión.

Amílcar Luis Blanco

domingo, 3 de febrero de 2013

Arborescencia de la edad.






















" ... de qué se ríe, cuando está calvando..."
            Amílcar Ovidio Blanco.




Compongo cada día vacilando la maquinaria umbría,
la que va destellando de la carne, de la carne y los huesos
hacia la extranjería.
En ella el sol detiene sus anfibias trompetas,
cuerdas acidulares, relámpagos, endibias,
mezcla luces con sombras, compone grises vagos
y florece y da frutos arboreciendo siempre
con menor insistencia.

Arborecen mis manos, mis piernas y mis ojos,
en las tertulias de los flashes,
en los campos del alba y hasta en lo que se escuece
pasado el mediodía, en horas cenitales;
desde los cuándos y los dóndes decidimos vivirnos
tirando de la punta de un meteoro invisible,
el que nos va tejiendo con prisa distraida
como una telaraña inserta en el silencio.

Arborescer no tiene en realidad sentido,
sólo me va cubriendo inadvertidamente de pálidas cortezas.
La edad, el tiempo, Cronos, nos deglute de a poco,
nos impone callado su cruel metamorfosis,
la epidermis marchita, los ojos pierden foco,
el oído se duerme cada vez más profundo
y olvidados de todo nos vamos retirando
y, en sus pulmones sin retorno, nos va fumando enteros
lo que llamamos mundo, lo que llamamos vida.

Arborescer no tiene en realidad sentido

Amílcar Luis Blanco