Enrique Santos Discépolo
Vengo con tanta sombra a visitarte,
tan oscuro y ausente,
como si me derramaran desde lejos,
y al dejarte,
vaporoso me voy como el relente
o el ocaso del sol hecho reflejos.
Me siento proyectado hacia tus ojos,
hacia el salobre aroma
que de tu cuerpo emana,
mis labios no hablan, flojos,
se sumen en un coma
de afasia sobrehumana.
Desearte es esta flor escandalosa.
Exhibición de pétalos y espinas.
Porque hay miedo y dolor
y en ellos roza
mi corazón y el contemplar las ruinas
aún humeantes de un antiguo amor.
Por tal razón, si no me animo a hablarte
desde un saber conspicuo
que amonedó la cruel desilusión
para quererte habré de visitarte
como fantasma ubicuo
en el crepúsculo de la pasión.
Amílcar Luis Blanco
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ResponderBorrarEl recuerdo de un antiguo amor humea como un buque en la lejanía del proceloso mar del pasado, ya las olas, con voluptuoso vaivén, nos traen retazos de esa página que no queremos echarle al olvido.
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