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lunes, 24 de diciembre de 2018

LA CHARLA POSTERGADA



La imagen puede contener: 2 personas, incluido Fernando Marcelo Blanco


Una conversación los dos comprometimos
al borde de la nada, charla en la eternidad
como solíamos, sólo por aventar la soledad.
Un sueño solo en el que  nos mentimos.

El sueño, padre muerto, adonde fuimos,
obviando la ceniza que dejaste y la edad,
se pobló de tu rostro, tu voz, y una ansiedad
extraña entre nosotros nos llamó y la rehuimos.

Tus versos anegaron las cuencas, los  detalles,
de una impar biblioteca en la que anduve a tientas
buscándome en tus versos como si fueran calles

de una ciudad ahogada en celosas tormentas,
salvado por historias y poemas y mentas
surgidas de tu altura montañosa y tus valles.

Amilcar Luis Blanco (Foto familiar, año 1949. De izquierda a derecha, mi padre, yo y mi madre)

Soneto a la muerte de mi padre




Se me irían los huesos en el llanto
si pudiera llorarte, si pudiera,
padre muerto, encontrar una manera
de vivir tanta muerte, injusticia y espanto.

Es injusta la muerte porque pone su manto
sobre lo ya vivido, y lo que era
se sume en el olvido, y en la espera
del venidero instante agoniza el encanto.

Hoy tu postrer mirada es recuerdo y ceniza.
Es memoria latiente tu azorada sonrisa
dirigida a nosotros, tus hijos, padre muerto.

Pero ahora en nosotros vivirás. Y ya cierto
sonreirá tu alegría de cielo entre la brisa 
joven, de nuevo joven, y poeta y despierto.

Amílcar Luis Blanco (La casa familiar en América que mi abuelo hiciera construír en 1928) 

martes, 13 de noviembre de 2018

La libertad del pobre...




La libertad del pobre es un cielo imposible.
Un vacío sin nadie, y duele en las costillas
y engaña, despiadada, con vanas apostillas;
ilusiones, engaños y sino inextinguible.

Luchar contra el deseo más ubicuo y terrible.
Y estar bajo las penas ásperas y amarillas,
entre necesidades que clavan sus astillas
sobre  cuerpos y almas, hace al mundo invivible.

Sin salida y sin fe el alma desfallece.
Y cuando digo el alma quiero decir el alma,
esa luz hecha de alba, de claridad que crece

libre hacia un firmamento de contagiosa calma
y que en su extrañamiento convidarnos parece
a superar las burlas que la ilusión ofrece.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)

sábado, 20 de octubre de 2018

AL CAER DE LA LLUVIA










Resultado de imagen para pinturas de lluvias

En la magnolia de la tarde crece la caida del agua,
cifra un recuerdo y en el corazón lo instala;
escena hecha de luz y de sonido a toda escala.
Es la panoplia de la lluvia y el rumor de su fragua.

Duran el aleteo de una mariposa las leves gotas y tu enagua,
aleteando ensimismada en  transparente velo se resbala
aferrada a la luz enferma del ocaso en la sala
y tu mortal palidez  toda cuerpo sin brío se desagua.

Todo cae con la lluvia. Cae el alma en el vano del espejo.
Y cae la certidumbre del negro en las orillas de ceniza.
La risa se desnudó ya pétalo a pétalo. Su blanco se hizo viejo.

Los collares de sombra cuelgan de las ojeras de una repisa.
Y la creciente melancolía ocupa los rincones del urbano cortejo.
Ahora es lenta garúa el  agua antes copiosa e instilada de brisa. 

Amílcar Luis Blanco ("Lluvia sobre la ciudad", oleo sobre tela de Rumney)

domingo, 14 de octubre de 2018

Louis Armstrong - Satchmo Serenades (Full Album)

JAZZ Y AMOR



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Entre reflejos azules y metales de viento
siento,
la respiración de la larguísima trompeta,
la antigua languidez de los trombones,
resbalando por la esquinas de la ciudad
de calles angeladas de ángeles negros.

La grave baja voz de Satchmo,
gozándose en una melodía
por cuya columna se desliza cimbreándose
en lentas percusiones.
Y una melancolía de luna relampaguea
y unta y bruñe asfaltos, adoquines y bocas de tormenta.

Aquí está la ciudad,
la ciudad de la lluvia y los suaves encuentros,
la ciudad melancólica que suena
dentro de  áureas trompetas a la luz de la luna,
llena.

Hay esquirlas de llanto en los metales,
lágrimas de ollas en las escobillas
de aluminios golpeados como almas golpeadas;
diásporas,
risas de arroz y cenizas raspándose,
ásperas;
recias como las palmas recias de mujeres esclavas
con sus pieles marrones y músculos turgentes
y turbantes y aljabas.

Y pienso irremediablemente en ti y en tu gracia,
en los azules ojos aguamarinas y el pelo peinado a la garzón
de esa mujer que nunca fuiste pero baila
al son 
del metálico piano cantarino.
Y las notas dulces se derraman 
en paz
Y mis ojos te ven bailar desde algún lado
Desde un lugar inubicable pero donde hay todo amor
Tanto amor como jazz.

Amilcar Luis Blanco




miércoles, 10 de octubre de 2018

MI CORAZÓN




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“Un albañil de sangre, muerto y rojo,
llueve y cuelga su blusa cada día
en los alrededores de mi ojo,
y cada noche con el alma mía,
y hasta con las pestañas lo recojo”.

Miguel Hernández, de su poema “Sino sangriento”





Más allá del esfuerzo, la impotencia, la duda,
mi corazón sostiene la andanada del mundo
Y él es sí lo cordial, la cuerda tensa
sostenida en el pulso,
en el vibrante paso de la sangre que piensa.

Es el ausente paso de la sangre que pasa
y atraviesa la niebla, el descontento,
la espesa pesadumbre;
lo que oxida y desgasta
y lleva a la quietud absorta de la piedra.

Mi corazón, la frágil maravilla
del latido viviente
y su fiel asistencia, sosteniendo mis actos,
mis emociones turbias o claras, mis deseos,
me mantiene en vigilia sobre el potro del día.

“Albañil de mi sangre”, como dijera Hernández,
el obrero que tira de la noria del tiempo,
y me hermana en destino con otros corazones
y destila su insignia de roja reciedumbre
en el cruel alambique del azar y la nada.


Amílcar Luis Blanco (Pintrua nardista, publicada por Darkness)

sábado, 6 de octubre de 2018

EL RELOJ



La soledad latiendo entre silencios;
su corazón de la pared pendiente.
El ojo numeral vuelto hacia dentro
del transcurso interior
no se detiene
y desde cada instante a cada otro,
velozmente transidos, proyectados,
así nos desplazamos,
tan sigilosamente destruyéndonos,
derramándonos y ciegamente vigilados
por el testigo; ese robot construido
de metales y flejes y poleas,
un visceral objeto sin embargo
que nos marca la vida
dando la nota seca y monocorde
en el centro conspicuo
de este mundo en concierto
hasta que gire el último compás
en descubierto.



Amílcar Luis Blanco ("Reloj blando", oleo de Salvador Dalí)

jueves, 4 de octubre de 2018

LO MISMO QUE HOLOFERNES




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Muchas noches querida, lo mismo que Holofernes,
en  tu cuerpo de selva de salvaje cabello
puse ansiosos mis besos y  hollé tus carnes verdes,
tus ardores  dejaron sus flores en mi cuello.

Me hice de fiebre todo para saciar tu fiebre
Me convertí en un lobo de fauces asesinas
Y dejé en tus temblores mis pasiones de orfebre
Para tallar sin fallas tus ternuras divinas.

En mi alma fuiste Diana, astuta y cazadora
Y han llegado tus flechas a traspasar mis ansias
Por eso al cielo ruego, no me pongas distancias.

No me alejes de tu arco o tu lanza o tu hora.
Absuélveme del reto contigo triunfadora
Y hazme así tu trofeo, aun ebrio y a deshora.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de Caravaggio)




domingo, 23 de septiembre de 2018

HAY ESO ...




Hay eso de buscarnos por las calles
y en las manidas muchedumbres.
A veces percudidos por la ausencia-
A veces con el llanto ceñido a la garganta
y el miedo vacilante,
trémulo en la mirada,
como si nos corriera una lluvia de frente.

Hay eso de buscarnos transparentes
con el sol en los cuerpos y las manos
y un deseo incesante de abrazarnos,
de fundirnos a solas como un ramo
de encendidos claveles o de rosas
floreciendo en los vastos deltas
de nuestras memorias de archipiélagos.

Hay eso de encontrarnos en rincones
de minutos pensados al unísono,
cuando todo murmullo se silencia
en nuestros alrededores distanciados,
pero sabemos bien que estamos juntos
el uno con el otro, sin habernos tocado.

Hay eso, lo sabemos, sin haberlo nombrado.
Una luz irradiándose sin tregua
desde el hondo horizonte donde crecen
las auroras sin fin de las estrellas
las altas cordilleras y los bosques
por los que vagan libres nuestras almas.

Amilcar Luis Blanco

domingo, 9 de septiembre de 2018

MUJER DE LUZ




Vos sos luz desde todas tus vertientes.
Desde las comisuras de tu boca
Hasta el alma que sale de tu frente
Y hasta tus ojos de ternura loca.

Vos sos, no sé decir, como un torrente
de claridad. Te va brotando aurora
de tus pómulos altos y te aflora
una agraz primavera y sos la fuente.

Me pasa, si te miro, desplazarme
de tu honda soledad a tu sonrisa
como un rayo que cae en una misa

y baja hasta el crisol para golpearme
hecho constelación y se desliza
para mezclar el sol con la ceniza.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Anna Razumovskaya)

lunes, 3 de septiembre de 2018

EL ÁNGEL





Este dolor venido del pasado
hoy en nosotros duele y se ensimisma;
un cielo gris caído en la marisma
pero alejándose en un viento helado.

Reitera una vez más igual estado,
el del agua indecisa cuando abisma
y multiplica el duelo del sofisma
de un progreso imposible postergado.

Las hecatombes  diarias y constantes
engordan la derrota y el recuerdo
de una espera se aguza en un mar lerdo,

inunda nuestro ser. Y en sus instantes
nacen revoluciones vindicantes, 
nace un ángel sin alas pero cuerdo.      

Amilcar Luis Blanco ( "Angelus novus", pintura de Paul Klee)


lunes, 27 de agosto de 2018

LOS MUERTOS VIVOS

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El dinero, la riqueza,
que duele  a la humanidad
es la que asola la mesa
del pobre,  necesidad.

Es la que se roba el rico,
el ambicioso sin par,
 afilando el largo pico
sólo para atesorar.

Los pájaros hombres  sienten
únicamente ambición,
y se acicalan y huelen
a dinero y a traición.

 No aman la artesanía
de ningún trabajo humano
y es su estúpida manía
el querer todo a la mano.


Desde el dinero se  impelen,
desde el dinero se  toman,
lo que sienten, lo que huelen,
sus instintos, lo que aroman,

Todo su mundo es dinero,
incapaces son de amar
a otros seres y es su esmero
sólo el saber engañar.

Ricos en bienes suntuarios,
pobres en humanidad,
se inscriben en obituarios,
vivos en su mortandad.

Respiran estando muertos,
y en su insensibilidad
tienen sólo ojos abiertos
a la rentabilidad.

Sucios, opacos, vendidos,
hechos huecas mercancías,
quedan por fin confundidos
entre huecas naderías.

En la babel de la historia
juegan lenguas en huida.
El pobre tira la noria
y el  rico tira la vida.

Amílcar Luis Blanco ("La mueca del mundo", oleo sobre tela de Franquin)

LOS MEDIOS


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¿Cuánto saldrá de la estación vacía
y cuánto de la cara sin sus rasgos,
ésos que muestran la fisonomía
de nuestra mismidad,
si los medios destruyen los hallazgos,
la originalidad,
de nuestro corazón, amor, odio o razón o porfía
y a todos comunican la cruel monotonía
de su insinceridad?
Vaciado nuestro ser,
ya sin pensar, tampoco sin pensarnos,
sosteniendo los globos y las flores,
las agendas diciéndonos  qué hacer,
y que los diarios, la tevé o la radio,
nos digan cómo al fin relacionarnos
y hasta cómo sentir nuestros amores.
¿Si una maldad política, 
de pronto de los medios  acomete,
y golpeando cerebros gota a gota
nos ataca rabiosa?
Una maldad, asidua, mefítica, 
insidiosa,
que a la larga somete
y que por fin derrota.

Una maldad que viene disfrazada

por recios titulares,
 spots televisivos
y creando enemigos, 
sin coartada,
en ambiguos, de a mil, editoriales,
repitiéndose absurdos y obsesivos,
nos va tornando vanos y espectrales.

Si al fraude somos todos convocados, 

a creerlo,
todos compaginados
para un escarnio fácil.
Mansos espectadores que 
por serlo,
y estar hipnotizados,
cualquier ardid ya nos parece grácil.
¿Qué pasará, pregunto,
si la cara más dócil y vacía,
el más exacto asunto
se extraña de su tema y se desvía
por ceder a la página o pantalla,
al relato común que nos encalla
y a todos nos convierte, devotos a su guía?

¿Si esta maldad mediatica y lasciva,

soltando hilos de baba en opresiva,
diabólica fruición, hecha de huecas,
palabreras patrañas,
triunfara formateando nuestra opinión masiva,
en sus chismosas ruecas
mutándonos a todos  en  arañas?
¿Qué haríamos entonces?
¿Sonreiríamos
en el extremo indigno de un asombro?
porque ya lo sabíamos
y, no obstante,
continuamos leyéndonos por encima del hombro
y en cada sombra huraña
en un secreto instante
sabríamos que somos solamente una araña.



Amílcar Luis Blanco (Pintura de Rilma Paco)


martes, 21 de agosto de 2018

MANIFESTANTES


Antonio Berni y su obra más famosa: Manifestación

Juntos, unidos, bajo varios cielos,
sobre asfaltos, veredas, empedrados,
caminamos sin tregua, desplazados,
necesitados, sobre duros suelos.

Somos los desnutridos, sin consuelos,
los  olvidados,  brutos, amargados
y marchamos con sueños, con pasados
aherrojados a viejos grilletes de desvelos

Desde nosotros suenan los tambores,
curten sobre una inmensa mansedumbre,
entregada sin tregua a la costumbre

de unirnos solamente para amainar dolores
de silencios agudos,  gritos y sinsabores,
huérfanos de una eterna muchedumbre.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Antonio Berni)

jueves, 26 de julio de 2018

EN EL CAMPO



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Sentados sobre el buey,
desde la nada,
toro de la impaciencia,
nos estamos mirando
en lento parpadeo,
ungidos al milagro,
el campo y yo,
las ganas y el deseo.

Y nadie nos contempla todavía,
nadie sabe que estamos.
Sólo el silencio azul
nos tiñe las espaldas,
nos extiende sin tregua la mirada.
A lo lejos camina la llanura
en las alas de comas de los pájaros.

Como siempre, no entiendo las distancias,
como siempre me anudo, me contraigo.
Sentado frente al mar que me contiene,
nadando entre cometas y palabras.
El viento pone olas en las lacias espigas,
las ablanda.
Y siento que la vida se desmaya
Y no hay desde ella un grito,
ni una sola palabra.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Juson)

miércoles, 25 de julio de 2018

ESTRATEGIA





Estrategia  procaz, la del olvido.
Justo y triste sumirse en la memoria,
contar los muertos y en la vana escoria
añorar vidas plenas que se han ido.

Los gorjeos triunfan sobre el ruido
en la mañana gris y la victoria
de la esperanza pare nueva historia
del vientre del amor y su latido.

Será vivir montarse en cada instante
y conducir el carro  del delirio,
pero asumiendo el luto y el martirio.

Saltar desde la angustia y su pescante,
del tenebroso carro sibilante,
de la llama que tiembla sobre el cirio.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Liliana Juarez Palomino)






viernes, 20 de julio de 2018

EL OLVIDO



Resultado de imagen para pinturas sobre el olvido

Aunque no lo queramos
el agua, el viento, el frío,
se pronuncian.
Le dan su identidad blanca
al invierno, abrigándolo
con lamparones de intemperie,
como a un solitario solapado
que de pronto intentara desnudarse
y conquistar caderas y senos de sombras
de mujeres de humo.

Aunque lo padezcamos sin mesura
el frío de la ausencia nunca cesa.
No deja de soplar sobre los hombros
sus cuaresmas de olvidos y recuerdos.
Es una santa misa derrumbándose.
Una catedral sin arcos, ni altares,
ni vitreaux, en pelota,
como el hombre desnudo
y la mujer desnuda que se abrazan.

Porque el invierno a nuestro ser desciende,
su carámbano helado
y nos va poco a poco sustrayendo
lo que resta de arista,
es decir nuestra roca,
nuestro diamante en bruto;
el rubí palpitante del cerebro.
Y el racimo de células se agita
tiembla, se precipita sin remedio
en los abismos del olvido.

El olvido, sus balas,
golpeando con metralla de silencio,
atravesando las indiferencias,
dejándonos vacíos
de cada adarme alegre de recuerdo,
su manantial blanquísimo de invierno,
su costa de intemperie,
nos hace al fin océano de ausencia
y los puños cerrados retroceden
y nuestro gesto al fin entrega todo
aunque no lo queramos.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)

lunes, 25 de junio de 2018

Amarte


LOS AMANTES

A la orilla silente de tus labios, cayéndome en tus ojos,

trémulo el cuerpo en sus torrentes rojos,
te recorro sin dudas, te adivino,
soy ese genio que alumbró Aladino.


El humor, el olor de tu cintura, su alma cadenera,

baila en el centro agraz de mi apostura, me vierte en tu cadera.
Es escanciarse en un placer besarte desde tu empeine lacio hasta tu pubis.
Es volcarme en tu ríspido deseo, como Amón en Anubis.


Los mitos, las distancias, los deseos, los tiempos, los espacios,

convergen en translucidos pareos, se apoyan en tus pasos.
Entonces voy hacia tu ser, corro, me arrojo
en las aguas ignotas moviéndose a tu antojo.


Amarte es trascenderme y trascenderte. Elevarnos al cielo siempre juntos.

Escribir la dulzura del amor, conocerte, sin miedos ni difuntos.
Sólo libres los dos, muy elegidos desde rostros y cuerpos, hechos almas,
para darnos los besos escandidos entre trozos de cielos, entre palmas.


Amílcar Luis Blanco (Pintura de Gabriel Nieto)


sábado, 9 de junio de 2018

ESTO DE ANDAR



Esto de estar amando entre las dunas
y confundir tu cuerpo con la arena
y extenderme saliendo de tu ombligo
bajo el cielo caído sobre el río,
ahondándolo  con todas sus distancias
mientras me voy de alma,
no me parece serio.
Me intimida.
Me llena de zozobra y desacato
y me hace nuevamente aquél muchacho
que caminaba solo sobre el campo
entre los trigos sueltos por el viento
y despeinaba sus futuros años
y los largos anhelos de sus sueños
deshilachados, trémulos, viajeros
que aspiraban a todos los espacios.

Amílcar Luis Blanco

¿HASTA CUÁNDO ?


¿Hasta cuándo la angustia y hasta cuándo
la pena cincelada en la penuria,
en los puños cerrados, la micción en anuria,
la contractura en cuerpo y alma dando?

¿Hasta cuántas pobrezas verdugueando,
bajándonos los brazos, rogándole a la curia
de rodillas, vueltos hacia el no ser cada centuria
con los mismos esclavos igualando?

¿Hasta cuándo carajo  el bruto rico
dirigiendo la paz de su violencia
contra el derecho, contra la decencia

de ese trabajador de pala y pico
o ese maestro, esa mucama y ese chico.
¿Hasta cuándo el  dolor y la paciencia?

Amílcar Luis Blanco ( Pintura de Oswaldo Guayasamin)

DOGMA POÉTICO



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De pronto la poesía
la hacen dos  niñas todo amor,
echadas, entregadas al calor
de la hamaca del día.

Y el poema entonces está claro
como agua cristalina sobre rocas,
un agua transparente; tibio amparo
de almas inmersas en fracturas locas.

Porque muestra del todo la impostura,
el dolor ocultado tras la risa;
lágrima seca, envés de la figura
jugada en naipe de afilada prisa.

El sol sobre caídas quita velos,
quita luces ardidas de  colores
para cubrir las sombras de los celos
que torturan amores.

Castillos de menudos sinsabores,
penas tan aplanadas como la hostia
sobre lenguas marchitas entre flores
que Sebastián ya defendió en Donostia.

Mito y emblema.
Síntesis, plan y  pan de cielo y tierra.
Rayo de pura luz será el poema.
Maná de paz en amorosa guerra.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Diego Rivera)

domingo, 27 de mayo de 2018

VOLVER


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Retroceder en alma
en silencio y en calma,
aún si te inmiscuyo
en las palabras
conversadas ahora,
aquéllo tuyo,
abracadabras
de tu creciente aurora.


Llegar a tu pasado
de otra forma,
convertido en fantasma reciclado
futuro y hecho a la cambiante norma
sobre puntas de pie en paso cambiado,
solfeando el calendario,
si es necesario.

Para espiar los rincones
sombreados por el celo
de la angustia en los drones
que miran desde el cielo.
El enclenque banquito,
el arbolito,
la mesa con el mate.
El disparate
de los libros cerrados,
abriéndote a sus mundos,
otorgándote estrados
y excelsas libertades y discursos facundos.

Volver para ovillarte en sentimientos,
placeres y tormentos
para nacer de nuevo
desde el huevo;
trémulo torbellino,
embrión de las distancias
que te dieron camino.

Entonces los recuerdos.
Entonces los olvidos.
Las plazas y los parques
y abiertos pasos lerdos
en todos los sentidos.

Entonces "no te embarques"

porque están las magnolias
y la higuera en el patio
y la infancia y las glorias
y aquél centauro corazón y el atrio
de la escuela del mundo
Lo rotundo
del agraz sitio patrio.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Fermín Eguía)

miércoles, 16 de mayo de 2018

AUSENCIA Y SOLEDAD


[Nudestudy.jpg]


No está el cuerpo en el cuerpo.
No está el alma en el alma.
Ni la casa en la casa.
Ni la calle en la calle.
O la luz en la luz.
O la sombra en la sombra.
Hay una enorme y dilatada ausencia
al borde de mis ojos y tus ojos.
Y sobre todo el tiempo,
el gran señor del aire y de las aguas,
jamás está en el tiempo,
nunca estuvo,
para decirlo muy sencillamente.
No hay sitio en sitio alguno.
Hay una enorme ausencia
alrededor y adentro 
de este vasto infinito
y angustia,
sólo angustia.

La soledad se mete con tu cuerpo
adentro de tu cama
y deshilacha ráfagas de tiempo
con las lentas raciones de tu  alma
y afila y desafila tus recuerdos
en las piedras ahitas de la ausencia.
Y las calles  transcurren presurosas
sobre cascos o ruedas de caballos
en auroras teñidas por lo verde
de cualquier esperanza.
y las casas de a poco despedazan
sus cuartos en el fondo de tus sueños.
Y angustia,
sólo angustia.

Amílcar Luis Blanco

lunes, 14 de mayo de 2018

DUEÑO DE NADA


10 de las obras de arte más trascendentales de la historia - hotbook-9
Dueño de la ocasión y la esperanza
y dueño del recuerdo y el olvido
y sobre todo vivo, pero herido
por el tiempo y la sucia remembranza.

El tiempo me traspasa. Es una lanza.
Lastima sin cesar hasta el sentido
y deja más  allá de mi latido
su infinito vacío cuando avanza.

Estoy en su lenguaje sumergido.
No soy dueño de nada en su corriente.
Una alargada frase soy, fluyente,

un reflejo de luz que sólo deja
la soledad fugaz de su presente
en la verbal angustia que lo aqueja.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Salvador Dalí)

sábado, 12 de mayo de 2018

RECUERDO



Esta ternura de arrabal inquieto,
de almacén, empedrado y calesita
perdura en mi visión. La necesita
mi alma cuando abreva en su secreto.
Niño, montado en un caballo quieto,
alargaba mi mano a una sortija
que otra mano agitaba en la manija;
la del calesitero que hacía el reto.
Sortija,  ala de sol en mano, plata.
Volvedor resplandor que se desata
Antigua competencia. Calendario.
Juego iniciando el fuego de un calvario.
El del azar, que en torbellino trata
de vencer nuestro anhelo libertario.
Aquél calesitero, en vano arreo, 
sumándose a mi nana, a la contrita
mano que en otra mano deposita
la confianza de ser, ansia, deseo,
adelantaba a veces mi esperanza
de una fortuna esquiva, un camafeo,
dándome la sortija y mi deseo.

Amílcar Luis Blanco (Foto de Juan Carlos Casas)

TU ESTRELLA



Porque el amor se cae 
de mi talante,
a veces se derrama
incontenible,
hoy te encontré en la calle
casualmente
y tomé tu carita
entre mis manos
y esa muchacha triste,
la que eres,
me sonrío sin pena
y destellaste
como una pura
estrella que latiera. 

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Anna Razumovskaya)

miércoles, 9 de mayo de 2018

EL TANGO DEL ADIÓS.



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Por fin, diste tu espalda de pebeta,
giraste a no volver,
te rebelaste como debe ser,
y no te sometiste al loco asceta,
engreído  narciso, por saber
que la vida es unión para la lucha,
esclarecida y mucha,
de los amantes y no la del no serse
propuesta por la luna
de la mala fortuna
puesta por él,  y el no comprometerse
un juego consumiéndose en su cuna.

Y él con la postura, con el duelo,
con el bailar en sombras y descalzo,
dibujando en el suelo,
solo, en pelo,
porteando entre tus muslos, 
mudo y falso,
torneados y fervientes,
mentirosos placeres,
el dibujo de un mundo dinerario, 
y de aguas calientes;
en realidad un río funerario 
de escuálidos enseres,
de suerte enloquecida,
jugándose en destellos,
al ademán enhiesto en sus cabellos
y lo por fin fugaz de la  partida.

La falta de conciencia fue al fin la despedida,
sin amor, sin palabras y sin ella.
Quedó la pantomima destruida.
En la mesa el aceite fuera de la botella
y en la mejilla el golpe que le dejó su herida.
Él fue el pirata vivo.  Le pegaba y  robaba
mientras ella subía al facebook de su vida
un  ser ideal, aquél con quien soñaba
y navegaba;
el de la triste, virginal pereza,
bebiendo su cerveza, 
aspirándose el porro,
fumándola en la pieza;
al que le dio su adiós y su socorro.

Amílcar Luis Blanco

domingo, 6 de mayo de 2018

EL DESLIZ




unidad

En la copa,
sediento de tu boca,
hoy me bebí el anís
de tu desliz.

La realidad llovía sobre nosotros a raudales
y nos habíamos desnudado de sus males.

El fino alcohol
de tu lascivia
me dejó en la saliva
el vano sol,
la anfibia
sensación de deriva.

Las ropas de los dos daban en los respaldos de las sillas
sensación de abandono, de cobijarnos hasta en las costillas.

Hablamos del amor
antes del beso,
antes de la succión
y del dolor;
del deseo,
tan brusco y tan ateo, 
y la obsesa atracción.

Vos pusiste la fiebre de tus manos de hada
la fiebre de tus ojos, tu estocada,
sobre la desnudez de mi mirada.
Y el dios que sancionaba la lujuria
nos dio un alivio de aceitada curia;
una ausencia formal y delicada.

De ese imán
tan venido de los huesos,
tan hambreado del pan
de nuestros besos,
contagiados de culpa,
de traiciones,
en cada palma se encendió la pulpa
que los dos perseguimos; dos sabuesos
buscándose en prohibidas emociones.

La angustia fue una sombra hueca y muda
y nos acorraló buscando ayuda.

Y bebimos los dos en ambas bocas
plurivalentes copas.
Ingresamos cual tímida pareja
en la promiscua y ancestral madeja
de genitalidad mortal y urente,
absurdos, embriagados de presente,
de este deseo hecho alcohol urgente.

Y fueron nuestras manos, nuestros ojos,
nuestros deseos solos, nuestros huesos,
los que pusieron ascuas en  el desliz de besos
y trabaron con vendas de brazos los antojos
que nos hicieron libres en instantes de ecos,
en instantes de abrazos y alcohol de nuestros cepos. 


Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)