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lunes, 24 de diciembre de 2018

Soneto a la muerte de mi padre




Se me irían los huesos en el llanto
si pudiera llorarte, si pudiera,
padre muerto, encontrar una manera
de vivir tanta muerte, injusticia y espanto.

Es injusta la muerte porque pone su manto
sobre lo ya vivido, y lo que era
se sume en el olvido, y en la espera
del venidero instante agoniza el encanto.

Hoy tu postrer mirada es recuerdo y ceniza.
Es memoria latiente tu azorada sonrisa
dirigida a nosotros, tus hijos, padre muerto.

Pero ahora en nosotros vivirás. Y ya cierto
sonreirá tu alegría de cielo entre la brisa 
joven, de nuevo joven, y poeta y despierto.

Amílcar Luis Blanco (La casa familiar en América que mi abuelo hiciera construír en 1928) 

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