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martes, 27 de diciembre de 2011

DESNUDÁNDOTE FRENTE AL ESPEJO






Desnudándote sola en la penumbra,
pero frente a la luna del espejo,
te acompañas de tu álgido reflejo,
de tu belleza que la luz alumbra.

Al quitar de tus manos  se acostumbra
tu lencería, elástico aparejo;
descubre senos,  grupa, y el gracejo
de un cuerpo despojado y que relumbra

Desnudándote admiras cada dejo,
cada detalle abierto que columbra
un equilibrio lánguido y parejo

Sale la ropa de tu altura. Encumbra
tu solidez altiva, lo complejo
de tu estatua de carne que deslumbra

Amílcar Luis Blanco ("Mujer frente al espejo" de Paul Delvaux)


lunes, 26 de diciembre de 2011

LA NUBE






Qué impotencia de parto en esta nube!

La que quiere ser madre y precipita,
su intento, no en la lluvia porque sube
y deshace su sombra y la concita,
sobre piedra y arena y la disuelve
como al tiempo, al sentir la lejanía,
de aquélla a quien amamos porque vuelve
en ese disolverse su armonía.

Hay un parir de formas en el lento
pasaje de la nube por la playa,
un pronunciar los cuerpos, un acento,
de pájaro, de tiesto y de muralla.
Como si hubiera un parto en cada escalla
de mármol o granito;
una lumbrera,
el eco blanco de un menudo grito
una estación de ausencia y una estera
que esperara por siempre en la escollera
de un mar insatisfecho, azul, contrito.


Amílcar Luis Blanco (Foto de nubes de Angie Carolina)

DESPUES DEL SUEÑO




Después del sueño la vigilia oxida
las ganas de vivir cada mañana;
enmohece, enerva, deja herida
la eficacia posible y cotidiana.

Después del sueño viene la montaña,
el engranaje frío y complicado
del tiempo y desenrolla su maraña
de acciones y palabras lado a lado.

Después del sueño y en la luz tardía,
de terco flanco, arden los objetos,
las metas, las propuestas y la fría
inercia del pesar los vuelve abyectos.

Porque después del sueño, de sus cauces,
de su arrabal de seres que atesoran
las máscaras, las cáscaras, las fauces
del despertar se abren, nos devoran.

El sueño me ha horadado la figura
se ha llevado mis partes, me ha dejado,
traspasado por días. Con holgura
puedo sentirme ausente y despojado.



Amílcar Luis Blanco

viernes, 23 de diciembre de 2011

ATEMPORAL





Estar solo, sentado en el silencio,
en su franja de aurora,
en un tiempo desnudo que presencio,
fuera de su segundo y de su hora.

Ser, excluido del fatal torrente,
cernido en la ciudad y en el espacio,
nubes, cielo y claror, todo presente;
ajeno yo, impertérrito, reacio.

Pero saber que es tiempo el que me escancia
aunque pueda atisbarlo cual la copa
que inclina su fatídica sustancia
cada vez que me vierte y se desboca.

Tiempo que fluye con fragor y gasta
seres amados como yo, latientes,
que sumarán sus cuerpos a la vasta
tiniebla que los haga transparentes.-



Amílcar Luis Blanco (Pintura “Morning sun” de Edward Hopper)

DESNUDA




Desnuda, sin cesar, sobre la arena,
imagino tu cuerpo incontenible
y paralelo al mar, pero accesible
al ardiente deseo; muda y plena.

Una cauta pantera que cercena
su mirada feroz, su fuego audible
y un prurito de cielo irresistible;
sólo del celo puesto en la cadena.

Te imagino esperándome, morena
de tanto sexo agudo y compungible;
oscureciéndose tu tez toda azucena.

Latiendo en un voraz e irreductible
apetito; en el centro de una pena
hecha de ausencia dura, insostenible.



Amílcar Luis Blanco (Pinturas de Ivor Henry Thomas Hele)





















miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ese darnos la espalda






"Los hombres, a collares sin filamento,
han perdido el amarse o bien se lo utiliza
para confeccionar afiches..."
Amílcar Ovidio Blanco


Hechos de sombra, de pasión, de olvido,
sin amarnos, ahitos de distancias,
naufragamos en huecas arrogancias
a órbitas de abismos sin sentido.

El sufrir de vivir y haber vivido,
desarrolla en nosotros las vacancias;
nos deja temerosos y sin ansias
de escucharnos, aislados en el ruido

de insustanciales fastos y ganancias,
charlas, negocios. Todo entretejido
con duelos, soledades y fragancias.

Y ese darnos la espalda sin sonido,
sombríos; y aún desnudos, sin flagrancias
de dar un ser, por siempre, desasido.-

Amílcar Luis Blanco ( "Gala de espaldas", pintura de Salvador Dalí)

sábado, 17 de diciembre de 2011

PALERMO, BUENOS AIRES










Perfecto es este bosque que sin cesar se vierte
en un panal de olvido creciente que pervierte
la Ciudad que pretende dominar el sentido
del humo, los humores, el puerto y el sonido.
Y estos parques que fueran un lodazal vacío
de lechuzas, chimangos y palomas con frío
hoy conforman pulmones alveolados y agrestes
y oxigenan las tardes y las emanaciones
de incinerados restos y basuras y pestes
que la ciudad produce en densas poluciones.
Esta urbe que hierve cual cangrejal umbrío
habitado por gente echada y bienvenida
alimenta mis ganas con sus cursos de río,
lustra las sequedades y grietas de la vida
y destellos de plata hechos de fango y fuego.
Limita con la luna y con la despedida
y la lucha que libran la pasión y el sosiego.

Amílcar Luis Blanco (Fotografía de Palermo, Rosedal, Buenos Aires)

jueves, 15 de diciembre de 2011

LOS AMANTES








Los amantes se ciernen en resabios
de sí mismos, desnudos, se devoran.
Se toman de los bordes de los labios,
de las manos, los hombros; se atesoran.

Abriéndose las carnes en barbecho
y encendiendo en los vientres sus fulgores,
se besan desde elásticos temblores,
se tensan como arcos contrahechos.

Desde bocas sedientas, lenguas y paladares,
sobre cuellos y espaldas, sobre muslos y glúteos,
en sus nalgas, tobillos, como dos animales
segregan las salivas y los sudores mutuos.

En posturas de cisnes, en sábanas y lechos,
vertiéndose, se eyectan sus tibias emulsiones
Y respiran airosos sus abrasivos pechos
después de haberse ungido de trémulas pasiones.



Amílcar Luis Blanco (Pintura, "Los amantes" "The lovers" by Valezka)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

ANTES, BEFORE


Antes, cuando las olas se desenrrollaban en piernas de mujeres
hechas de encajes de espuma y transparencias
para atrapar las rojas rocas de mi carne y envolverla
y convertirla en cieno o en arena
y darle la apatía orgullosa de la sal y del yodo
repartiéndose el aire, vestidos de esplendor y madrugada,
before o fareway entre las horas
y las explosiones de sollozos sobre los relojes de sol
en ansiedades que ocupaban a pleno la sinfonía del paladar y la garganta.

Antes, cuando estaba en el día sin palabras,
transido de horizontes,
libre como una sucesión de pájaros,
absurdo como las caídas caprichosas.
Subiéndome siempre a mi destino;
ese tren de largos vagones que pasan
no se sabe hacia donde,
desnudo, insatisfecho, tiritando.



Antes, sumido en la tiniebla,
en el recuerdo de un muérdago
hermano de cipreses que constelaban los confines,
esperando respuestas en las cifras de los balcones y las plazas;
en las salas de los cines, solo con otros solos,
viviendo igual al "deja vu" de haber vivido,
ignorando las ausencias de quienes me acompañaban,
desnudo dentro de mis vergüenzas,
ardiendo en la fogata de mis esperanzas
y enviando ataúdes con esperma hacia la austral ceniza
que no cesa de crecer en si misma.



Antes.
De un antes imposible.
En la vaguedad palpable de los días
uniéndose a mis guitarras de silencio
y a la asombrosa forma de mis manos
cerniéndose de nubes alteradas en los arcos de la luz,
en los precipicios de las miradas
y en las alcuzas que todavía se vuelcan hacia genios solícitos
sin recibir a nadie, ni producir resabios de antesalas.



Antes,
hecho imposible piedra y mariposa,
jugando a ser el mismo, a permanecer en la fidelidad de las palabras
y dejarme llevar por las metamorfosis de los celuloides
y los cambios de humor de los rayos catódicos;
esos glaucomas tristes de los televisores,
proveedores de cegueras colectivas y anuncios de dentífricos
apagándose en las nieblas woodyallinescas de un Mannhatan,
todavía milagrosamente corazonado y con olor a puerto.



Antes.
Digo en el anterior ciclo de infante jardinero
y jovenzuelo sin cosquillas de adioses que inquietaran mis cuerpos,
dándolos a las siestas y los sueños y mutándolos
aspirando a que lleguen a serme un solo hombre,
un solo cuerpo, una irrefutable vida para todos
una ola de impulso inacabable que en mar me convirtiese;
en Poseidón eterno que abarcase lo amargo, lo salado, lo protervo.
Antes, en ese tiempo abstracto que no existió jamás
ni existirá tampoco porque lo voy borrando
con la creciente sombra de mi ahora hacia el poniente imperturbable
de estos días que penden como ropas colgadas que se secan al viento.



Amilcar Luis Blanco (Pintura "Stormy seas" de Bob Ross)

martes, 13 de diciembre de 2011

BESOS DE AMANTES



Besos puestos en ascuas en las bocas;
en la sed, en el ansia, suspendiendo
la vida en el instante sido; siendo
de labios contra dientes como copas.

Besos rojos de tiernas y de locas
apasionadas sangres, encendiendo
los nervios y los músculos, trayendo
aguas para pungir piedras y estopas.

Ósculos de las carnes ocurriendo
en altares sin ostias, entre pocas
aberturas de luz y apareciendo

entre vitrauxs y cúpulas, sin ropas
que les cubran pudores. Esplendiendo
como blandos rubíes entre rocas.



Amílcar Luis Blanco (Fotografía por Sarah Harris)

domingo, 11 de diciembre de 2011

Manejando en la noche





Escondido en la tierra como raíz desnuda
y en el aire y la sombra como un tallo
soy el árbol que quiere su verdura
o el desmañado espectro de un caballo
que quiere del galope su soltura;
y eso porque consciente de que avanzo
me enclavo en lo profundo de mi asiento.

Para quererme bien está la luna,
su argumento de blanco;
el almidón que tiñe la espesura
y esos parantes, patas de flamenco,
que paran el desierto a los costados
o lo ponen en luz y movimiento.

O tal vez, el albor, la madrugada;
esos bordes o labios o fronteras,
besándose entre cielos y distancias,
ese latir de estrellas gemebundas,
mientras guío al volante mi automóvil
preso de mi ensimismamiento.

Manejo entre la noche y el desierto,
entre el dormir ajeno y la vigilia
de mis ojos abiertos;
sedientos de la fina madrugada
y del frescor altivo que se alza
como un licor de rosas en el viento.

Hasta voy perfumado yo diría
Hay un alcohol puliéndose en el aire,
limpiándole la médula al silencio
y un amor de jazmín y de azahares,
volcándose, saliéndose, y lo siento
Contengo el galopar de los latidos
Mi corazón abarca mis sentidos
y reina, en su extensión, mis sentimientos.

Amílcar Luis Blanco

viernes, 9 de diciembre de 2011

Respiro en tí el oxigeno profundo...


Respiro en tí el oxígeno profundo,
de un amor que me sabe a maravilla.
En el aire tu olor me desensilla
de lo polucionado y nauseabundo.

Hay un hedor que mana, vagabundo,
tiñe el cielo de gris y trastabilla,
cae de las chimeneas, y acribilla
un jardín perseguido y errabundo.

En cambio, cada rosa en tu mejilla
trae un jazmín del cabo trotamundo
que brota de tu aliento y acuchilla

la pesada humedad pútrea de un mundo
que huele a suciedad de pesadilla;
en tu fragancia me solazo y hundo.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Lord Frederick Leighton)

jueves, 8 de diciembre de 2011

NAVIDAD DE LOS POBRES

Llegan las navidades con quilates de ausencias;
las nuevas navidades que son viejas,
estallan en doradas, vívidas apariencias,
enarenan vergüenzas como húmedas almejas
para guardar cadáveres y sombras
de otros goces humanos
en las ramas de pinos como dorsos de manos
bajo verdes alfombras
que reclamaran besos y caricias
y ahora para siempre andarán por la nada
habiendo ya colmado sus delicias,
sin voz, ni movimiento, ni mirada.

Llegan las navidades con sus rostros de niños
y mejillas de lánguidos fulgores
y nos hacen sus gestos y sus guiños
colmándonos de risas y favores.
Antiguas inocencias castigadas
por los fuegos ligeros e irisados
nos punzarán también con sus miradas
de pobreza y tristeza, y engañados
por trémulas candelas, estrellas de colores,
nieves artificiales en estas latitudes
y panes dulces de ácidos sabores
agrios como champañas sin virtudes.

Para que nadie sufra noches de paz dolientes
vienen las navidades al ardiente verano
a mesas desquiciadas y fervientes
y Santa Claus las lleva de la mano.
En los sitios silentes de las plazas
los mendigos esperan caridades inciertas.
En los umbrales tibios de las casas
el muérdago corona llamadores y puertas
y un chasquido de látigos finge raudo trineo
pero el compás enfático, rudo de las carencias,
de navidad disfraza sempiterno planteo,
de ilusión indigesta transidas apetencias.

Amilcar Luis Blanco (San Francisco de Asís, óleo de Bartolomé Esteban Murillo)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Elegía pastoral


Quiero atenderte al sur de mi silencio;
donde el ojo de aguja del olvido perfora la memoria
y sentarme a escucharte con asombro
como cuando era un niño
y todo me importaba y me latía.
Porque entonces mis ojos, mis oidos,
remontaban la luz de las palabras;
establecían
una continuidad con el origen;
me metían
dentro de inacabables maravillas.

Hay un lugar frugal de la vigilia,
exenta del estrés y los formatos de las hipocresías
donde el amor difunde su ilusión, su contacto,
su vibración de cuerda o de campana
y anda en puntas de pies
y no despierta
la alelada vorágine del llanto.
Un lugar maternal en que respiran
las nereidas, las ninfas y los faunos;
pastoral, como el canto de Beethoven,
hilarante de días y noches consteladas
con diademas de estrellas que se ciernen
con los brillos de todas las miradas.

Ver, escuchar, con la virtud del niño
que paladea el lento paraiso
de su helado tamaño de montaña,
sumido en el asombro total y convertido
completamente en parte del paisaje.
Oir cantar los pájaros sin ruido
y verlos ya en el canto.
Esconderme, mezclado en los objetos,
ser sólo percepción y confundirme
con el viento, la luz y el horizonte;
ser un punto infinito en el espacio.

Amílcar Luis Blanco (Pintura "Poseída" Obra de Ernesto Rios)

domingo, 4 de diciembre de 2011

Detenido en la noche


Detenido en la noche,
a medias congelado,
adentro de un Café,
como en una pecera,
debajo de la luz fluorescente,
soy una pregunta que arde
quemándome en la soledad.

Nadie se detendría a contestarme.
A decirme: "Amigo, vea que lo que lo aflije
nos preocupa a todos. Su vaso está vacío
y alguien, si lo desea, lo llenará de nuevo
con sabores que usted no conocía"

No. Nadie. Contra la soledad ninguno se atreve.
Por otra parte ¿Para qué?
El mundo no es más que un Café en la noche
y en la soledad imperecedera
de una pregunta que nunca se contesta.-

Amílcar Luis Blanco (Pintura "Halcones de la noche" o "Noctámbulos" de Edward Hooper)

viernes, 2 de diciembre de 2011

ALMA DE BOHEMIO

Echarse vivo y en silencio al fragor de una causa.
Sentir cada centímetro de soledad sin pausa
cada vez que el torrente fluye fuera del tallo
Lamentarlo en la luz de la sonrisa,
dándole ojos de viento a la menuda brisa
simulando paciencia hasta el desmayo
de todo lo vivido sin ensayo,
hasta la descompensación del equilibrio
del ángulo que somos para el mundo,
inexplicablemente.

Untarse soledad sobre la piel, quitándola de la mirada
o de las comisuras decadentes de los labios marchitos;
de la exhaustiva nada
de los ritos
o de las mismas líneas de la frente henchidas de horizonte,
o del cadalso siempre sibilante y bifronte
arrumbado entre ruinas
hechas de una sustancia de tiniebla superior al hastío
con rubíes de sangres jacobinas
y por eso propensa a levantarse
para irradiar el pánico de nuevo y congelar el frío.
Y la tortura en paz de humanizarse,
sabiéndose tan sucio y vulnerable como el sol del estío.

Amílcar Luis Blanco

ROBERTO FIRPO - ALMA DE BOHEMIO

ORFEO Y EURÍDICE


Hierve la sangre, alienta, sin encontrar su tope.
Circula incontenible por mis venas y vasos
ardiéndome por ser entre tus brazos,
el potro que despliegue su visceral galope.

Urde la sangre el ansia del temulento choque
y busca el laberinto, guía para sus pasos,
que lo lleven al sitio donde aferren sus lazos
nuestras manos y labios sellen ebúrneo bloque.

Si, Eurídice, me esperas por mor de que te toque
y haga temblar la fiebre que vibra en tus costados
traspasaré la niebla sobre el leteo. Enroque

con Hades mismo haré y en su estigio mis hados
me reunirán contigo cuando blanda el estoque
de mi órfica pasión en los eternos prados.


Amílcar Luis Blanco (Pintura de Gustav Moreau)