AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
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lunes, 5 de diciembre de 2011
Elegía pastoral
Quiero atenderte al sur de mi silencio;
donde el ojo de aguja del olvido perfora la memoria
y sentarme a escucharte con asombro
como cuando era un niño
y todo me importaba y me latía.
Porque entonces mis ojos, mis oidos,
remontaban la luz de las palabras;
establecían
una continuidad con el origen;
me metían
dentro de inacabables maravillas.
Hay un lugar frugal de la vigilia,
exenta del estrés y los formatos de las hipocresías
donde el amor difunde su ilusión, su contacto,
su vibración de cuerda o de campana
y anda en puntas de pies
y no despierta
la alelada vorágine del llanto.
Un lugar maternal en que respiran
las nereidas, las ninfas y los faunos;
pastoral, como el canto de Beethoven,
hilarante de días y noches consteladas
con diademas de estrellas que se ciernen
con los brillos de todas las miradas.
Ver, escuchar, con la virtud del niño
que paladea el lento paraiso
de su helado tamaño de montaña,
sumido en el asombro total y convertido
completamente en parte del paisaje.
Oir cantar los pájaros sin ruido
y verlos ya en el canto.
Esconderme, mezclado en los objetos,
ser sólo percepción y confundirme
con el viento, la luz y el horizonte;
ser un punto infinito en el espacio.
Amílcar Luis Blanco (Pintura "Poseída" Obra de Ernesto Rios)
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Sos genial, Amílcar querido, este poema eglógico, pastoril, o pastoral, si así te agrada más, que suena más al Beethoven al que alude uno de tus versos, es, dulcemente, exquisito y no es mera lisonja, sino realidad palpable, pues cualquiera que lo lea, que lo recite, se dará cuenta de cuánta magnificencia hay en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo campestre y hasta en lo más llano, así como en lo pueril, en la sencilla ingenuidad de un niño, como esa preciosa pequeñuela cuyo retrato dota de más vida, aún si cabe, a este magnífico poema.
ResponderBorrar¡Bravo, Maestro, bravísimo!!!!
Y besos...
¡Ay, gracias por tan desmesurado elogio Mayte! Me alegro que te haya gustado el poema. El cuadro de verdad es una obra de arte que me deslumbró, por eso lo elegí. Gracias de nuevo querida amiga y poeta y muchísimos besos.
ResponderBorrar¡Ay, gracias por tan desmesurado elogio Mayte! Me alegro que te haya gustado el poema. El cuadro de verdad es una obra de arte que me deslumbró, por eso lo elegí. Gracias de nuevo querida amiga y poeta y muchísimos besos.
ResponderBorrar¡Ay, gracias por tan desmesurado elogio Mayte! Me alegro que te haya gustado el poema. El cuadro de verdad es una obra de arte que me deslumbró, por eso lo elegí. Gracias de nuevo querida amiga y poeta y muchísimos besos.
ResponderBorrar¡Ay, gracias por tan desmesurado elogio Mayte! Me alegro que te haya gustado el poema. El cuadro de verdad es una obra de arte que me deslumbró, por eso lo elegí. Gracias de nuevo querida amiga y poeta y muchísimos besos.
ResponderBorrarencantadora capacidad como es la de no dejar de sorprenderse...un abrazo AMILCAR.
ResponderBorrarMuy bello,es un placer leerte,un abrazo.J.R.
ResponderBorrarAmílcar,me ha encantado este poema,lleva la magia del niño de la imagen y la inmensidad de la pastoral de Beethoven...El arte y la evocación de la niñez se dan la mano y ascienden al unísono a las alturas vírgenes de las montañas nevadas y evocadoras del espíritu,que ansía sobrevolar las circunstancias y atisbar ese mundo mágico,donde somos y sentimos la esencia,que fuímos y aún llevamos grabada en el alma.
ResponderBorrarMi felicitación por esta preciosidad,que nos impulsa y nos emociona,amigo.
Mi abrazo grande y mi ánimo siempre.
M.Jesús