AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
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viernes, 29 de diciembre de 2017
Corazón de caballo
Andan en mí las hordas de centauros,
las hordas de centauros y caballos,
los montan amazonas y jinetes
pero son corazones los que a todos nos llevan.
Mi corazón es un dulce caballo
y cabalga dulcemente también
sobre los pastos del hastío.
Pero el dolor es su cabalgadura.
Para decirme bien.
Para llamarme tarde
y urdir este complot de desaliento
donde hierve la sangre.
Si el corazón cabalga
como cabalga el río
trenzando el agua con la sangre.
Bum, bum bum bum,
el corazón cabalga.
Es porque por llegar sufre su carga.
El corazón se aleja sobre el río,
el corazón cabalga a contra sangre.
Y por llegar se alarga
Y al cargar tanto mundo tanta carga
tienta y carga su brío.
Dilata en el calor sus vibrátiles fosas
o alienta al albo frío
con un valiente alarde.
Y su galope arde,
arde y crea multitudes de rosas.
Y apura y olfatea viento y aire
Su galope bravío,
más allá de las sombras que lo tocan.
Amilcar Luis Blanco ("Amazona", pintura de José Manuel Merello)
EL HILO DE ARIADNA
Caminar sobre el centro del sendero
sosteniéndote siempre en la esperanza
de llegar a tus tiempos sin tardanza,
de serte único, solvente, compañero.
Llegar a vos, a tu lugar primero,
a tu sitio sin nadie; ese fiel de balanza
donde tu soledad disfruta y lanza
la verdad de tu ser sin entrevero.
Llegar a vos como llegó Teseo
para salir después de tu alta vida
matando el odio que hubo en tu deseo.
Y esa extensión de la invisible brida
por la que voy y vuelvo hasta un Egeo
común jamás se corte ni despida.
Amilcar Luis Blanco ("Ariadna", oleo sobre tela de Giorgio de Chirico)
sábado, 23 de diciembre de 2017
AMARNOS EN AUSENCIA.
Ese
amontonamiento de distancias
caídas
desde todas las alturas
en
tu cuerpo convergen y en mi cuerpo,
como
en arenas lánguidas y oscuras.
Como
en arenas, pinceladas negras,
nos
hunden en deseos y lascivias,
hendiduras
de sombras en pétalos de gozos
de
pimpollos latientes y ansiedades anfibias.
Desnudándote
estoy entre palabras
Y
en los flancos que mueven los suspiros
palmas
mis manos me abren dando paso
a
imaginarios besos y pesos compartidos.
Ahondándonos
los dos, íntimamente,
en
una confidencia de líneas y de atajos
los
cuerpos se amalgaman y se hacen luz de luna
infligiéndose
entrambos cosquillas como tajos.
Amarnos
en ausencia, componer el dibujo,
la
complexión exacta de trazos y colores
y
sentirnos heridos, en llamas o entre hielos,
por
la pasión transidos, henchidos de temblores.
Amilcar
Luis Blanco (Egon Schiele- "El abrazo")
LAS SÍLABAS DE SOMBRAS.
Van saliendo las sílabas de sombras
de la palabra del Talmud, de la
coránica mezquita,
van saliendo las sílabas de sangre
y se transforman en misiles áureos y
flamígeros
como si fueran ángeles.
Va saliendo la muerte a cada instante
del versículo terco entre las dunas,
van saliendo las sílabas sin nadie
Y llegan a los cuerpos de vidas
indefensas
Y forman poblaciones de cadáveres.
¿Hasta cuándo las sílabas vacías
de palabras vacías que engordan los
instantes
seguirán convirtiéndonos en sombras?
¿Hasta cuándo en la arena y el
desierto
Las soberbias palabras engañando a
las gentes
en las ciudades frágiles y blandiendo
sus sílabas
las sílabas de sombra, las sílabas de
sangre?
Amílcar Luis Blanco (Pablo Picasso "El osario", oleo y carboncillo sobre lienzo)
domingo, 17 de diciembre de 2017
PRIMAVERA
Estás hecha de hojas y semillas
de caballos ardientes que cabalgan.
De flores estás hecha, de delirios
que flamean al viento como llamas.
Durante varias lunas reconstruirás los días,
e inundarás el aire de perfumes,
de violetas, jazmines y grandiosos espacios
para albergar espléndidas promesas.
Habrá mujeres bellas que desnuden
sus cuerpos entre tibias claridades,
los ofrezcan ansiosos a tus manos
y se entreguen por fin a tus impulsos.
Hombres habrá que sentirán tu vientre
de pétalos y labios ondulantes
y de bordes de tierras roturadas
para echarse a quebrar toda su fiebre.
Estás hecha de sierpes voluptuosas.
De sueños y camelias y claveles.
Abejas vuelan, bullen mariposas
en tus bloques más claros y más crueles.
Vorágines del aire de tus sueños.
Andaduras de furias de caballos.
Y tiempos de polleras y cinturas
alrededor de bocas que se abren.
Un viento azul circunda la estatura
del vértigo de cielos en regreso
para ceñir los suelos de pasturas
tulipanes y pétalos y besos.
Amílcar Luis Blanco (Pintura "Spring" de Gabriel Balazs)
De sueños y camelias y claveles.
Abejas vuelan, bullen mariposas
en tus bloques más claros y más crueles.
Vorágines del aire de tus sueños.
Andaduras de furias de caballos.
Y tiempos de polleras y cinturas
alrededor de bocas que se abren.
Un viento azul circunda la estatura
del vértigo de cielos en regreso
para ceñir los suelos de pasturas
tulipanes y pétalos y besos.
Amílcar Luis Blanco (Pintura "Spring" de Gabriel Balazs)
jueves, 7 de diciembre de 2017
TU ROSTRO
Hay una intensidad agraz e ignota
saliendo de tu rostro cuando miras,
no sólo por tus ojos y tu boca apretada
también desde tus pómulos,
desde tu estrecha frente
y del negror cadente,
gruesamente trenzado
de tu pelo.
Es sólo y nada menos que tu belleza umbría,
matices de tu alma que escapan y al semblante
le dan una textura ágil y voladora,
lo convierten en pájaro de alas desplegadas
abandonando al vuelo el nivel de su altura.
Haces que me pregunte si alcanzamos los sueños
alguna vez soñados,
si alcanzamos el cielo transparente
y las aguas azules plenas de claridades.
Porque vuelas del centro de vos misma.
Porque te vas de viaje en tardes infinitas
engastada en la sombra y el silencio
como una melodía.
Amílcar Luis Blanco ("Retrato de mujer", oleo sobre tela por Henry Matisse)
miércoles, 6 de diciembre de 2017
ENIGMÁTICA
Entre la muchedumbre están tus labios,
rojos como el malvón,
como la sangre,
brotan del gris y del castaño oscuro.
Mas arriba volando van tus cejas,
quiero decir las alas,
bajo el firmamento de tu frente.
Tus ojos son dos cuevas,
dos socavones cortando la montaña
y producen agudas transparencias.
No siempre estás donde tus ojos dicen.
No siempre estás en las navegaciones de tus labios.
A veces siento que te has ido y has vuelto varias veces
y te extraño un momento
y quisiera tomarme de tus cejas
o de la selva intensa de tu pelo.
Sé que hay sollozos y también congojas
a punto de estallarte cada día
en rincones oscuros de tu carne.
Y yo no los descifro.
Y yo no puedo verlos.
Estás hecha de tiempo y de cenizas
como todos nosotros,
pero tus labios navegan,
tus cejas vuelan
y tus ojos irradian luces y transparencias
y atraviesan las piedras.
Y tu dolor se queda detenido
prisionero en lo oscuro de tu carne.
Y no puedo partirlo y derramarlo
como quien rompe copas inundadas
de líquida desgracia.
Amilcar Luis Blanco
lunes, 4 de diciembre de 2017
EL CORAZÓN
Mi corazón,
nuestro corazón,
atraviesa e impulsa
los mares rojos de la sangre
y galopa también entre tinieblas
si el sino de la linfa se oscurece.
Mueve ojos y manos
hacia trabajos duros
o blandos o siniestros
o livianos.
Mi corazón,
tu corazón,
el ritmo de la sangre que golpea
y golpea.
Nos hace andar
o reposar
pero manda en los cuerpos.
Manda sobre la luz,
sobre la sombra,
construye la esperanza
o soporta el trépano constante
de la desgracia.
Y también cuando el bosque se espesa
y la ladera del subir se empina
el músculo rosáceo y escondido
sostiene nuestro desfallecimiento.
Mi corazón,
tu corazón,
latiendo.
Amílcar Luis Blanco ("El rapto", oleo sobre tela de Paul Cezanne)
sábado, 2 de diciembre de 2017
SEGOVIA
Miro el tiempo a través del silencio,
a través del ruido de la ciudad,
que bulle al pie del acueducto en Segovia
que los romanos construyeron
con las fuerzas de sus sangres,
colocando las piedras bajo la seca atmósfera,
bajo el sol o la nieve, para que el agua llegue
y los asista.
Miro las multitudes humanas desde la sombra,
desde la altura las veo desfilar bajo los arcos de piedra
en formación de hormiga ejercitando
las arduas disciplinas impuestas,
colocando,
las piedras sobre piedras,
colocando
los soportes del agua.
La ciudad se apretuja,
sus casas, edificios, entre calles estrechas
en todos los costados
hacia la ancha avenida.
Sólo la plaza al pie ruge,
vuelta una abierta garganta
revuelta entre turistas, mozos y comensales,
sentados a mesas de instantes y entremeses
de aceitunas, mejillones, camarones,
vinos blancos de jerez, cervezas, charlas.
La atmósfera está seca,
plena de sol y cielo rodando hacia planicies onduladas.
Y los romanos fueron olvidados
por la ancha avenida de los adioses.
Un guía de turismo explica a japoneses o chinos o coreanos,
con cámaras, celulares y registros temporoespaciales
que los autobuses, automóviles, camiones,
pasaron mucho tiempo entre los arcos de piedra
sin conmoverlos,
que las piedras jamás tuvieron cemento entre ellas
y no obstante se mantienen unidas.
Y los romanos siguen sosteniendo las piedras
y forman multitudes de muertos concurrentes
apoyando sus manos en las arrugas grises de las piedras.
Amilcar Luis Blanco
martes, 28 de noviembre de 2017
PULSO AZUL ( A Alejandra Pizarnik, a su memoria)
Se puebla de alegrías diminutas
el interno exterior de mi ventana,
un pulso azul sin orden se desgrana
y el cielo estalla en puntas absolutas.
Y vos con tantas melodiosas frutas,
con una muerte tibia tan temprana,
te aparecés un día de ocio y de mañana.
Tus ojos dos infancias, endiabladas, astutas.
¿Cómo eludir la fría hoguera de tus sombras,
escapar de tus miedos afilados,
de tus filas de lutos servidos sobre alfombras?
Tus infancias desbordan de tus ojos cerrados,
ahora y en la hora en que ya nada nombras
y "tus muertos" no siguen tus derrotas ni estados.
Amílcar Luis Blanco
Combinaciones
Laxo, junto al costado partido del origen,
quiero decir, contra tu espalda,
entre tus muslos tiernos y tus piernas,
soy hombre sangre, soy silencio rojo.
Siento la cerrazón profunda de la sombra,
la tierra como un vasto laberinto,
la ceguera del sol, lo que se opaca,
el gris de la ceniza.
Las preguntas de pronto palidecen,
de pronto se acomodan y descansan
junto a la paz sedienta de los cuerpos.
Amilcar Luis Blanco "Retrato de familia", oleo sobre tela de Lucian Freud)
viernes, 24 de noviembre de 2017
SANA MOLICIE
Ando en la casa, con burgués estribo.
En la quietud frugal de mi honda fortaleza
vestido de gañán pongo la mesa,
leo o miro tevé, duermo o escribo.
En la sana molicie me desvivo.
Mi mujer me acompaña. Mi pereza
me proteje de un mundo que no cesa
de producir su espanto sucesivo.
Me aparto del estrés, de vorágines, gritos.
Voy al patio a mirar pasar las nubes,
a sentir en mi cuerpo el viento y sus pruritos.
Armo con mis fantasmas innumerables clubes.
Transformo mis deseos en confortables ritos.
Pueblo mis soledades con damas y querubes.
Amílcar Luis Blanco ("Linda querubin", pintura al oleo digital de DIY)
domingo, 19 de noviembre de 2017
LOS DESEOS
Los deseos partidos,
repartidos.
Los deseos urgentes.
Los deseos calientes.
Los deseos servidos en bandeja.
Y los abandonados,
que se dejan.
Y los malos deseos.
Y los buenos deseos.
Y los deseos lindos.
Y los feos.
Lenguas, labios,
mejillas.
Y máscaras sin rostros
y escabios
y semillas.
Andan como rastrojos
obvios
rojos.
Deseos infantiles.
Deseos viscerales.
Y brutos, insolentes y carnales.
Inconfesablemente de seniles,
astutos, envolventes o gentiles.
Como si los deseos fueran ojos.
Como si los deseos fueran manos.
Como si los deseos se plasmaran
en raudos ejercicios intensos y livianos
de guitarras, tambores y de pianos.
Afín con los deseos de fuegos y cenizas.
Afín con los deseos de aguas y de vientos.
Los que nos llevan de narices en sus prisas.
Los que tensan las sangres desde adentro.
También los de orinar que ni te cuento.
Y los que más preocupan y desgarran,
de libertad, salud, techo, pan,
los que amarran
y vuelven como pájaros heridos
a la nostalgia absurda de sus nidos.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Carolina Antoniadis)
SER
Aquí, en este sueño, con la luz de mi frente,
sostengo mi contorno entre la niebla
y disipo mi muerte que se puebla
de mi vida posible o inmanente.
En cada instante vuelvo diferente,
mi cuerpo en llama ardiendo en la tiniebla
y pongo en lo caótico la regla
de ser esto que soy, luz que se siente.
Iluminan mis manos, iluminan
mis piernas y mis pies, mis ojos fluentes
todo mi alrededor cuando caminan
y aferran y escudriñan y son fuentes
que se surten de mundo y lo conminan
a ser para irradiar sus continentes.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Wassily Kandinsky)
jueves, 9 de noviembre de 2017
HOMBRE Y CIUDAD
Experto en el sufrir,
ansiosamente,
afantasmándose en los arrabales,
en esquinas y tiempos y cafés ateridos,
tirándole a la suerte,
siempre mezquina y ventajera,
sus instantes de goce solariego,
el hombre,
ciudadano, jugador, amigo nuestro,
vuelve a quitar sus manos del tapiz de sus sueños.
Envuelta en niebla la ciudad respira,
ebria de emanaciones y lluvias mal curadas
y renguea por todas sus calles y caminos
y suda con trabajo la luz de sus trajines,
sus soles y sus lunas;
raudos amaneceres y ceñudos ocasos.
Envuelta en odio y miedo por las noches
y por las tardes en menudos llantos.
Hay raices a borbotones, coagulos de su sangre,
pedazos de personas conspicuamente suyas
en los cementerios, hospitales, cárceles
y sobre todo en trenes atestados a la hora del cierre,
cuando los canillitas voltean sus pulmones
y los claxons de las bocinas, rugidos de motores,
acatarran el viento flameando entre las ropas tendidas
y las banderas sin tiempo ni sentido.
Entonces el hombre muerde su abandono,
pita su cigarrillo, sorbe su soledad con gusto a yerba.
Entonces el hombre se convierte en cuento,
ya sea que camine
o se siente en el banco de una plaza
a imaginar una libertad que nunca tuvo,
a imaginar una vida que ya no tiene
y que no tendrá nunca.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Edward Hooper)
sábado, 4 de noviembre de 2017
LLUEVE
Llueve sobre nosotros.
Llueve frío.
Llueve ausencia voraz.
Llueve destino.
Y cerramos los párpados transidos
y los labios culpables.
Urgimos nuestras frentes cuando cazan
y fruncimos los ceños como si fueran bosques.
En el día de ayer ya no llovía.
Hubo fuego en el alma y en los ojos.
La pasión naufragaba
en papeles y pólvoras mojadas.
Sobre nosotros navegaba el río.
El mar nos esperaba.
La ciudad había envejecido
de tanto mirarnos.
¿Y esta lluvia tenaz que lagrimea
detrás de las ventanas
y golpea las chapas con puños transparentes,
acaso nos persigue?
¿Quiere hablar de nosotros sin nosotros,
en tercas soledades,
allí donde los trastos se amontonan
y el tiempo hiere al tiempo?
Amílcar Luis Blanco
ESPERANZA
La relación del mar con la palabra,
el diálogo del viento con el río,
la constante noción de lo sombrío,
con la esperanza de la luz se labra.
Confiar absurdamente en que se abra
un horizonte, un cielo sin hastío,
sin sufrimiento vano, tuyo o mío,
sésamo, llave, clave, abracadabra,
es la ilusión de aquéllo tan deseado.
El paraíso aliviador. La ausencia
de esta tensión tenaz de la conciencia
tan cargada de penas y pasado.
Un corazón cargamos, desolado.
Una culpa sin tregua ni clemencia.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamin)
domingo, 29 de octubre de 2017
OJOS NEGROS
del silencio ritual de la guitarra,
de una mujer de sombra, noche y día,
puentea su tristeza y se desgarra.
Él pulsa con su víscera sombría
un dolor hecho tiempo y hecho garra
latiendo en su ternura todavía
y digita las cuerdas y se amarra.
Ha sabido llorar cuando sus grimas.
rodaban en el fiel de las mejillas,
en surcos de memorias amarillas.
Ahora entre las notas van las rimas,
las añoranzas hieren como astillas.
Negros ojos ausentes son las cimas.
Amilcar Luis Blanco
LILITH
La sedienta y astuta,
proveedora del cuerpo,
cuerpo a cuerpo,
hundiéndonos en magma silencioso,
la voraz densidad de la materia;
ese barro esencial que nos sustancia.
Ella es la sombra núbil y escondida,
víbora lujuriosa,
trepándose al instante suspendido,
a la erección que el tiempo nos propone
y la que sorbe nuestra leche amarga
y se derrama blanca en la sonrisa.
La fémina potente,
odorizando nuestro olfato instintivo,
guiándolo en las noches del hastío,
lúbrica entre las hojas del estío,
la que pone su pie delicadísimo
y en el franco estertor su palma de ave.
Jamás la cazaremos en selvas o ciudades.
Ella media en los cruces de caminos
con las pardas lechuzas y las hadas
burlándose de esquinas y portales
y estaños y preguntas ancestrales.
Y nos ayuda ciega y ruborosa
en aciagos destinos.
Amílcar Luis Blanco
martes, 24 de octubre de 2017
DOLOR DE AMOR
Yo no quise sentir,
yo no quería.
El amor duele más
que la inocencia
aunque se sienta igual
algunas veces.
Eso porque el amor
es abandono,
despedida constante.
Parecido a los trenes
veloces y transidos
perforando distancias.
Eso porque el amor
hace su hoguera
en el centro del tórax
o el abdomen.
Es un irreverente cirujano
y entra en nosotros
subrepticiamente.
Eso porque el amor termina solo.
Tarda en convalescer.
Es un enfermo
cuya agonía terca se contiene
en una lágrima,
en una gárrula garganta.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Edmund Blain Leighton)
lunes, 23 de octubre de 2017
FUMANDO
El humo azul del cigarrillo teje
la sombra con sus hilos y repasa
el aire decaido de la casa
y después cual temblor desaparece.
Su cuerpo gris ocupa y estremece
los últimos rincones cuando enlaza
mi cuaderno, mi lápiz y mi tasa
para pedir de nuevo que lo bese.
Absorbo su gaseosa turbulencia,
sin pensar, abstraido, indiferente,
ocupado tan sólo por la ausencia.
Y el momento tan álgido, envolvente,
en esa narcisística querencia,
me vuelve olvido mudo y transparente.
Amilcar Luis Blanco ("Fumando espero". Acrílico sobre lienzo, por Reme)
Acrílico sobre tela de Jesús Risueño.
domingo, 15 de octubre de 2017
YO FUI Y SOY Y SIGO SIENDO.
Yo fui ese niño.
Ese perro.
Ese caballo.
La casa de la esquina
en ese pueblo.
Y también los veranos
bajo los paraísos y la higuera.
Las películas argentinas
de los años cincuentas,
en el cine de Bertero
y las que sigo viendo y veré todavía.
Como escribió Vallejo,
el que "todaviiza perenne imperfección",
así, tan pulcramente como escribió
el peruano
poeta.
Yo soy la calle ancha,
aledaña a los campos,
y aquélla bicicleta
y el dolor en la espalda
del invierno del pueblo
en la plaza, cruzándola.
Y el estupor y el misterio
del niño que pasaba
alrededor del cementerio
y observaba con miedo
las paredes amarillas
del hospital para pobres.
Soy el que sigue siendo
a toda vía.
A todos los lugares y las cosas
que me fueron y son
y siguen siendo.
Dentro de mí los días van quedando
pero también pasando.
Lo que queda define ciegamente.
Lo que pasa, el olvido, pura muerte.
Pero tomo mi amor y lo levanto.
Como quien toma el sol
y raudamente
se emborracha de cielos y distancias.
Y mis manos son llamas de pasiones.
Aún en este gris,
en este humo,
mientras,
casi sin darme cuenta
me voy desvaneciendo
y esfumando
como una bocanada
tantas veces soltada
en los aires oscuros
con la desaprensión
de los veinte años
que todavía laten
en todos los rincones
de mi instinto.
Amílcar Luis Blanco (Lápiz de Pablo Picasso)
miércoles, 11 de octubre de 2017
ARTE POETICA
Trabajo en mi intuición, envuelto en ella,
también con lo leído y la experiencia.
No pienso, cuando escribo, con paciencia,
en ser distinto a todos. Mi querella
al momento de hacerlo,sufre y sella,
el tema que me toma la inocencia
y me sumerjo en límpida decencia
en el alma de luz que da su estrella.
Y los grandes poetas que han escrito
sobre los mismos temas que me ocupan
forman silencios en los que se agrupan
extrañas concordancias en un mismo apetito,
el de aclarar detalles, ecos del mismo grito,
de voces que conversan y que jamás caducan.
Amílcar Luis Blanco
domingo, 8 de octubre de 2017
ENVIDIA
Hoy envidiando, en celos, me contagio,
retrocedo ante el que, creo, me supera,
ante su ángel, supongo, me vulnera
su poema que yo atribuyo a un plagio.
Hoy, sorprendido, envuelto en el presagio
que el tema igual que el envidiado hiciera
hizo que mis limitaciones descubriera
hundiéndome en un sórdido naufragio.
Fue sobre la verdad, su índole misma,
la competencia en mi visión de envidia.
Y sobre todo fue sobre el "sofisma"
que di ya por sentada la perfidia.
No vi la paradoja, no vi el prisma
de múltiples verdades ¡Qué desidia!
Amílcar Luis Blanco ("Envidia", oleo sobre lienzo de Marcelo Fabio Rodolfi)
sábado, 7 de octubre de 2017
LA LIBERTAD
Ese elegir, con dudas, entre penas,
en rauda absolución de lo perdido
porque el tiempo jamás es detenido
y desde atrás empuja sus cadenas;
ese cargar con todas las condenas
para seguir haciendo lo elegido
y a los errores darles un sentido
que ya no es el soñado ni el que ordenas,
se llama Libertad y es relativa
compungida y estrecha, atormentada.
No obstante yergue utópica y votiva
su llama enarbolándose y airada
contra la adversidad y la motiva
siempre su posibilidad desesperada.
Amílcar Luis Blanco (Fotografía de la Estatua de la Libertad en Nueva York)
viernes, 6 de octubre de 2017
NECESIDAD
Necesidad ¡ Qué difícil emplazar tu engranaje
y ejercitar mi amor ilusionado!
Surges como descubrimiento recordado.
Tus lenguas anfibias tañen a gusto mi cordaje.
Eres monstruo. Te arrastras bajo mi lento viaje
para empalidecer lo contemplado
cuando por fin atento y exaltado
consigo a mis visiones dar encaje.
Porque quiero plasmar las que me obseden
y elevarlas a un cielo, a lo sublime,
tu látigo castiga mi pluma cuando escribe
Quiere humillar el sino falaz donde se leen
los ya humillados, los que ya no creen.
Quieres robar el fuego, la luz de lo que vive.
Amílcar Luis Blanco (Fotografía de Crachy Vallejos pintando un mural acerca de la necesidad)
domingo, 1 de octubre de 2017
LA VERDAD
Acaso Verdad ¿existes de veras
y trás tanto sofisma y fingimiento
asomas raudamente el sol de tu escarmiento
para darnos tu luz ya sin fronteras?
Acaso, airada mano, desesperas
por golpearnos las máscaras sin cuento
para desmoronar el paramento
de nuestras miserables anteojeras.
Esquivamos, sin duda cautelamos,
el resplandor que tu fulgor acrece
y huimos hechos sombras si amanece
tu sol en nuestros yerros y birlamos
corazones, memorias, porque escuece
en tu terrible fuego lo que amamos.
Amílcar Luis Blanco ("Retrato del Dr. Gadget" pintura de Vincent Van Gogh)
LA LÁGRIMA
La lágrima en el centro de la carne.
La lágrima en el centro de la tierra.
Y discurriendo fiel por la mejilla
ya sintiéndose gota solamente
ya confundida en lluvia compañera.
La lágrima temblando
y el lacrimal abierto
como una huella de húmedo cuchillo
y en alas compungidas
convertidas en almas transparentes.
Ay! esa cavidad donde las horas
resbalan acuanosas y convergen
con la ansiedad crispada en la garganta
cuando suelta la pálida impotencia
el ser el río, el agua, la congoja,
de un torrente que nunca se detiene.
Amílcar Luis Blanco
domingo, 24 de septiembre de 2017
SONETO PARA GATOS.
Gatos habrá que miren por su gloria
con ojos amarillos y esmeraldas,
de pelajes oscuros, blancos, gualdas,
calculando la magia de su historia.
Gatos de matemática memoria,
calculando las cifras, las guirnaldas,
de ratas que, ganándoles espaldas,
lleguen hasta su cueva transitoria.
Mimos en sus suavísimos pelajes,
con sus ásperas lenguas, nuestras yemas,
intercambian cariños con paisajes
de domésticas faldas sin problemas.
Porque al verlos elásticos, en viajes,
con ellos asaltamos, luces, puentes, diademas.
Amilcar Luis Blanco ( "La gioconda como gata", acrílico de
Romero Britto)
miércoles, 13 de septiembre de 2017
ESO, LO FANTASMÁTICO . . .
Eso, lo fantasmático,
lo ignoto,
lo que se va de foco
y nos vuelve borrosos,
nos hace inexistentes.
Y está el azul,
el negro, el amarillo,
nos va superponiendo,
desdoblando,
nos hace inconsistentes.
Eso, licuefacción
y diáspora constante.
La colección de posters,
lo que llega y se vuela,
nos hace apenas una lágrima.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Henry Matisse)
martes, 12 de septiembre de 2017
AVIVATE FRATE
Ese pedazo de odio grisáceo que te llega.
del celular, el facebook o el whatsapp
en realidad a otros sueño azul les agrega
y formatea en tristeza el curso de tu azar.
Un uso suculento de tu número juega
y el rico lo devora, se nutre de tu clan
y vierte en su dulzura lo amargo de su plan.
Para ellos te instrumenta suma y (s)ciega.
Por eso como dicen los sabios de la calle,
"tomá mate y avivate . . ." Frate,
Abandoná la tele y la radio. Que estalle
tanta mentira a diario, leé la realidad. Rajate.
Dejá de ser borrego,
de aceptar la impostura que te abate.
Y entonces, al sumar tu desapego,
sus esquirlas de cielo, transparentes, su embate
esfumarán el gris de la tristeza, Frate,
en su menudo fuego.
Amilcar Luis Blanco ("Desocupados", pintura de Antonio Berni)
martes, 5 de septiembre de 2017
ESE POETA
Ese señor de alma transparente,
vida inconmensurable y soberana,
persigue a cada instante su nirvana
y el horizonte pasa por su frente.
Y ese horizonte, inagotable fuente
de su ilusión, en la ilusión le gana
un tiempo de estructura sobrehumana,
ciego al temor, escualido y urgente.
Tiempo horizonte, absurdo cotidiano
yendo desde su frente a cada mano
para sentir las ruinas y desgracias
de una otredad de aciagas eficacias
labradas entre duelos en el llano
del azar, la intemperie y el desgano.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)
domingo, 20 de agosto de 2017
FRENTE AL GUERNICA
Silencio en negro, gris y blanco.
Silencio en negro.
Roido de los ojos hasta el alma
de silencio raido
ya más allá del humo y del estruendo,
ya más allá del ruido.
Trépano de motor de bombarderos.
Estallido en fragmentos de plomos insolentes
usurpando los cuerpos,
separándoles sus vidas
y sesgando las carnes y cortando los ojos,
estupefactos, circulares,
ya de tan blancos, negros dando rojos.
¡Ay la lluvia de plomo que aniquila
y separa los cuerpos de sus vidas
y deja soledades,
sombras y soledades malheridas!
¡Ay el flaco dibujo del caballo frustrado.
Bajo la luz de hogar de una bombilla
la madre y aun el niño tan sediento de madre,
la niña rota en nunca tan ausente de padre!
Y el dolor hostigando, percutiendo,
dentro del alma misma del silencio.
Y llanto, llanto y llanto
por los perennes desencuentros.
Toda esa multitud desguarnecida,
de intimidad augusta ya ultrajada,
ya partida en pedazos que se quejan,
en trozos de emociones desunidas.
¡Ay dolor, ay dolor que tanto dueles
y dolerás por siempre,
sufiente y más sufriente
en el silente pozo en el que yaces,
en esa muerte para nunca henchida!
Amilcar Luis Blanco ("Guernica" de Pablo Picasso)
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