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jueves, 26 de julio de 2018

EN EL CAMPO



Resultado de imagen para pinturas junto al buey

Sentados sobre el buey,
desde la nada,
toro de la impaciencia,
nos estamos mirando
en lento parpadeo,
ungidos al milagro,
el campo y yo,
las ganas y el deseo.

Y nadie nos contempla todavía,
nadie sabe que estamos.
Sólo el silencio azul
nos tiñe las espaldas,
nos extiende sin tregua la mirada.
A lo lejos camina la llanura
en las alas de comas de los pájaros.

Como siempre, no entiendo las distancias,
como siempre me anudo, me contraigo.
Sentado frente al mar que me contiene,
nadando entre cometas y palabras.
El viento pone olas en las lacias espigas,
las ablanda.
Y siento que la vida se desmaya
Y no hay desde ella un grito,
ni una sola palabra.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Juson)

miércoles, 25 de julio de 2018

ESTRATEGIA





Estrategia  procaz, la del olvido.
Justo y triste sumirse en la memoria,
contar los muertos y en la vana escoria
añorar vidas plenas que se han ido.

Los gorjeos triunfan sobre el ruido
en la mañana gris y la victoria
de la esperanza pare nueva historia
del vientre del amor y su latido.

Será vivir montarse en cada instante
y conducir el carro  del delirio,
pero asumiendo el luto y el martirio.

Saltar desde la angustia y su pescante,
del tenebroso carro sibilante,
de la llama que tiembla sobre el cirio.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Liliana Juarez Palomino)






viernes, 20 de julio de 2018

EL OLVIDO



Resultado de imagen para pinturas sobre el olvido

Aunque no lo queramos
el agua, el viento, el frío,
se pronuncian.
Le dan su identidad blanca
al invierno, abrigándolo
con lamparones de intemperie,
como a un solitario solapado
que de pronto intentara desnudarse
y conquistar caderas y senos de sombras
de mujeres de humo.

Aunque lo padezcamos sin mesura
el frío de la ausencia nunca cesa.
No deja de soplar sobre los hombros
sus cuaresmas de olvidos y recuerdos.
Es una santa misa derrumbándose.
Una catedral sin arcos, ni altares,
ni vitreaux, en pelota,
como el hombre desnudo
y la mujer desnuda que se abrazan.

Porque el invierno a nuestro ser desciende,
su carámbano helado
y nos va poco a poco sustrayendo
lo que resta de arista,
es decir nuestra roca,
nuestro diamante en bruto;
el rubí palpitante del cerebro.
Y el racimo de células se agita
tiembla, se precipita sin remedio
en los abismos del olvido.

El olvido, sus balas,
golpeando con metralla de silencio,
atravesando las indiferencias,
dejándonos vacíos
de cada adarme alegre de recuerdo,
su manantial blanquísimo de invierno,
su costa de intemperie,
nos hace al fin océano de ausencia
y los puños cerrados retroceden
y nuestro gesto al fin entrega todo
aunque no lo queramos.

Amílcar Luis Blanco (Pintura de Oswaldo Guayasamín)