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martes, 31 de diciembre de 2013

EN EL SILENCIO DEL BOSQUE.











Luce la asignatura del silencio
en el cielo salvaje,
a cuyo borde abierto me aquerencio
en un liviano viaje.

Desde la altura la raíz del cielo
hace crecer su árbol invertido
y en su copa de azul me dilapido
y se hace mar y abismo tanto suelo.

Hay gotas de rocío o lluvia,
tal vez notas de frío y hay la rubia
constelación de un sol, un horizonte
que padece de ocaso y arduo monte.

Estoy como les dije sin palabras
en el callado ahondar. Abracadabras,
sésamos, contraseñas, blandas claves,
silentes parpadeos son mis llaves.

Desde la honda fronda me responde
la aquiescencia tardía
y el latido del bosque más se esconde
vuela y bate su luz y la extravía
cual luciérnaga fría.-

Amílcar Luis Blanco  ("Alma del bosque" por Tomi Caballero)

jueves, 26 de diciembre de 2013

Cada día cayéndose sin falta . . .




Cada día cayéndose sin falta
desde el bolsillo de la esperanza
Y toda una magnolia derramándose
para darnos verano en las narices.

Sueños de sementera y árboles
todavía en barbecho pueblan el horizonte.
Mirándome en el espejo de mi soledad,
en el ojo repartido y fugitivo de la tarde,
no escarmentándome jamás de tanta vida.

Vivir es una sensación de encadenadas sensaciones.
Una película que pasa sin miramientos
y nos incluye como actores estupefactos.
Nos vestimos y desvestimos, comemos, corremos, amamos;
vivimos dentro de esos fotogramas.

Amilcar Luis Blanco


jueves, 12 de diciembre de 2013

Pensando en Don Quijote

























Pensando en fin,
sepulto,
exasperado
o exento de temblor,
seguro y calmo,
trato siempre de dar
lo interior al afuera,
incorporar
lo exterior al adentro,
sacándome lo visceral,
entrándome lo triste en el encuentro
Y ese driblear así a cuchillos inversos
es un duelo cotidiano,
lento;
un caminar de sombras
que hienden mis oídos
con un tropel de pasos que me avanzan,
una huida
de lánguidas heridas
que hunden su horizonte hacia lo incierto.

Cotidiano pelear,
duelo con lo doméstico o mundano.
Nada queda que ostente
sólo
el revés de la mano, el dorso oscuro;
el peto, el espaldar, la adarga en punta
y de yelmo, bacía de barbero,
igual que Don Quijote,
ese lucido loco lúcido,
todo lo que se miente que se menta.

Amílcar Luis Blanco ("Don Quijote" por Pablo Picasso)

jueves, 5 de diciembre de 2013

ALGO SOBRE EL ESPEJO

"Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa ..."

Gustavo Adolfo Becquer.

También, desde  un rincón de sombra ese ojo
olvidándonos a todos,
mirándonos a todos,
recibiéndonos,
se deja ver en toda su impudicia.

Y no es un instrumento,
y no nos deja penetrarlo en pulsos,
en trémulos temblores.
En cambio activa nuestras cuerdas tensas
nuestras cuerdas cordiales
en impertérrita magnificencia.

¿El espejo o el arpa?
¿Narciso o la largueza del corazón?
En el envés de plata del azogue
se extravía el Narciso para siempre,
en cambio, sin alardes,
el arpa que olvidamos nos expresa.

Amílcar Luis Blanco  (Salón de baile del Museo del romanticismo de Madrid)