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viernes, 29 de diciembre de 2017

Corazón de caballo






Andan en mí las hordas de centauros,
las hordas de centauros y caballos,
los montan amazonas y jinetes
pero son corazones los que a todos nos llevan.

Mi corazón es un dulce caballo
y cabalga dulcemente también
sobre los pastos del hastío.
Pero  el dolor es su cabalgadura.

Para decirme bien.
Para llamarme tarde
y urdir este complot de desaliento
donde hierve la sangre.

Si el corazón cabalga
como cabalga el río
trenzando el agua con la sangre.
Bum, bum bum bum,
el corazón cabalga.
Es porque por llegar sufre su carga.

El corazón se aleja sobre el río,
el corazón cabalga a contra sangre.
Y por llegar se alarga
Y al cargar tanto mundo tanta carga
tienta y carga su brío.

Dilata en el calor sus vibrátiles fosas
o alienta al albo frío
con un valiente alarde.
Y su galope arde,
arde y crea multitudes  de rosas.
Y apura y olfatea viento y aire
Su galope bravío,
más allá de las sombras que lo tocan.

Amilcar Luis Blanco ("Amazona", pintura de José Manuel Merello)

EL HILO DE ARIADNA





Caminar sobre el centro del sendero
sosteniéndote siempre en la esperanza
de llegar a tus tiempos sin tardanza,
de serte único, solvente, compañero.

Llegar a vos, a tu lugar primero,
a tu sitio sin nadie; ese fiel de balanza
donde tu soledad disfruta y lanza
la verdad de tu ser sin entrevero.

Llegar a vos como llegó Teseo
para salir después de tu alta vida
matando el odio que hubo en tu deseo.

Y esa extensión de la invisible brida
por la que voy y vuelvo hasta un Egeo
común jamás se corte ni despida.

Amilcar Luis Blanco ("Ariadna", oleo sobre tela de Giorgio de Chirico)





sábado, 23 de diciembre de 2017

AMARNOS EN AUSENCIA.



Ese amontonamiento de distancias
caídas desde todas las alturas
en tu cuerpo convergen y en mi cuerpo,
como en arenas lánguidas y oscuras.

Como en arenas, pinceladas negras,
nos hunden en deseos y lascivias,
hendiduras de sombras en pétalos de gozos
de pimpollos latientes y ansiedades anfibias.

Desnudándote estoy entre palabras
Y en los flancos que mueven los suspiros
palmas mis manos me abren dando paso
a imaginarios besos y pesos compartidos.

Ahondándonos los dos, íntimamente,
en una confidencia de líneas y de atajos
los cuerpos se amalgaman y se hacen luz de luna
infligiéndose entrambos cosquillas como tajos.

Amarnos en ausencia, componer el dibujo,
la complexión exacta de trazos y colores
y sentirnos heridos, en llamas o entre hielos,
por la pasión transidos, henchidos de temblores.

Amilcar Luis Blanco   (Egon Schiele- "El abrazo")


LAS SÍLABAS DE SOMBRAS.




Van saliendo las sílabas de sombras
de la palabra del Talmud, de la coránica mezquita,
van saliendo las sílabas de sangre
y se transforman en misiles áureos y flamígeros
como si fueran ángeles.

Va saliendo la muerte a cada instante
del versículo terco entre las dunas,
van saliendo las sílabas sin nadie
Y llegan a los cuerpos de vidas indefensas
Y forman poblaciones de cadáveres.

¿Hasta cuándo las sílabas vacías
de palabras vacías que engordan los instantes
seguirán convirtiéndonos en  sombras?
¿Hasta cuándo en la arena y el desierto
Las soberbias palabras engañando a las gentes
en las ciudades frágiles y blandiendo sus sílabas

las sílabas de sombra, las sílabas de sangre?

Amílcar Luis Blanco (Pablo Picasso "El osario", oleo y carboncillo sobre lienzo)

domingo, 17 de diciembre de 2017

PRIMAVERA


Resultado de imagen para pinturas de la primavera


Estás hecha de hojas y semillas
de caballos ardientes que cabalgan.
De flores estás hecha, de delirios
que flamean al viento como llamas.

Durante varias lunas reconstruirás los días,
e inundarás  el aire de perfumes,
de violetas, jazmines y grandiosos espacios
para albergar espléndidas promesas.

Habrá mujeres bellas que desnuden
sus cuerpos entre tibias claridades,
los ofrezcan ansiosos a tus manos
y se entreguen por fin a tus impulsos.

Hombres habrá que sentirán tu vientre
de pétalos y labios ondulantes
y de bordes de tierras roturadas
para echarse a quebrar toda su fiebre.

Estás hecha de sierpes voluptuosas.
De sueños y camelias y claveles.
Abejas vuelan, bullen mariposas
en tus bloques más claros y más crueles.

Vorágines del aire de tus sueños.
Andaduras de furias de caballos.
Y tiempos de polleras y cinturas
alrededor de bocas que se abren.

Un viento azul circunda la estatura
del vértigo de cielos en regreso
para ceñir los suelos de pasturas
tulipanes y pétalos y besos.

Amílcar Luis Blanco (Pintura  "Spring" de Gabriel Balazs)


jueves, 7 de diciembre de 2017

TU ROSTRO



henri matisse, Interiores, Sillones, laurette en verde


Hay una intensidad agraz e ignota
saliendo de tu rostro cuando miras,
no sólo por tus ojos y tu boca apretada
también desde tus pómulos,
desde tu estrecha frente
y del negror cadente, 
gruesamente trenzado
de tu pelo.

Es sólo y nada menos que tu belleza umbría,
matices de tu alma que escapan y al semblante
le dan una textura ágil y voladora,
lo convierten en pájaro de alas desplegadas
abandonando al vuelo el nivel de su altura.

Haces que me pregunte si alcanzamos los sueños
alguna vez soñados,
si alcanzamos el cielo transparente
y las aguas azules plenas de claridades.
Porque vuelas del centro de vos misma.
Porque te vas de viaje en tardes infinitas
engastada en la sombra y el silencio
como una melodía.

Amílcar Luis Blanco ("Retrato de mujer", oleo sobre tela por Henry Matisse)

miércoles, 6 de diciembre de 2017

ENIGMÁTICA



Entre la muchedumbre están tus labios,
rojos como el malvón,
como la sangre,
brotan del gris y del castaño oscuro.
Mas arriba volando van tus cejas,
quiero decir las alas,
bajo el firmamento de tu frente.
Tus ojos son dos cuevas,
dos socavones cortando la montaña
y producen agudas transparencias.

No siempre estás donde tus ojos dicen.
No siempre estás en las navegaciones de tus labios.
A veces siento que te has ido y has vuelto varias veces
y te extraño un momento
y quisiera tomarme de tus cejas
o de la selva intensa de tu pelo.
Sé que hay sollozos y también congojas
a punto de estallarte cada día
en rincones oscuros de tu carne.
Y yo no los descifro.

Y yo no puedo verlos.
Estás hecha de tiempo y de cenizas
como todos nosotros,
pero tus labios navegan,
tus cejas vuelan
y tus ojos irradian luces y transparencias
y atraviesan las piedras.
Y tu dolor se queda detenido
prisionero en lo oscuro de tu carne.
Y no puedo partirlo y derramarlo
como quien rompe copas inundadas
de líquida desgracia.

Amilcar Luis Blanco

lunes, 4 de diciembre de 2017

EL CORAZÓN







Mi corazón, 
nuestro corazón, 
atraviesa e impulsa
los mares rojos de la sangre
y galopa también entre tinieblas
si el sino de la linfa se oscurece.

Mueve ojos y manos
hacia trabajos duros
o blandos o siniestros
o livianos.

Mi corazón,
tu corazón,
el ritmo de la sangre que golpea
y golpea.
Nos hace  andar
o reposar
pero manda en los cuerpos.

Manda sobre la luz,
sobre la sombra,
construye la esperanza
o soporta el trépano constante
de la desgracia.

Y también cuando el bosque se espesa
y la ladera del subir se empina
el músculo rosáceo y escondido
sostiene nuestro desfallecimiento.

Mi corazón,
tu corazón,
latiendo.

Amílcar Luis Blanco ("El rapto", oleo sobre tela de Paul Cezanne)

sábado, 2 de diciembre de 2017

SEGOVIA




Miro el tiempo a través del silencio,
a través del ruido de la ciudad,
que bulle al pie del acueducto en Segovia
que los romanos construyeron
con las fuerzas de sus sangres,
colocando las piedras bajo la seca atmósfera,
bajo el sol o la nieve, para que el agua llegue
y los asista.

Miro las multitudes humanas desde la sombra,
desde la altura las veo desfilar bajo los arcos de piedra
en formación de hormiga ejercitando
las arduas disciplinas impuestas,
colocando,
las piedras sobre piedras,
colocando
los soportes del agua.

La ciudad se apretuja,
sus casas, edificios, entre calles estrechas
en todos los costados
hacia la ancha avenida.
Sólo la plaza al pie ruge,
vuelta una abierta garganta
revuelta entre turistas, mozos y comensales,
sentados a mesas de instantes y entremeses
de aceitunas, mejillones, camarones,
vinos blancos de jerez, cervezas, charlas.
La atmósfera está seca,
plena de sol y cielo rodando hacia planicies onduladas.

Y los romanos fueron olvidados
por la ancha avenida de los adioses.
Un guía de turismo explica a japoneses o chinos o coreanos,
con cámaras, celulares y registros temporoespaciales
que los autobuses, automóviles, camiones,
pasaron mucho tiempo entre los arcos de piedra
sin conmoverlos,
que las piedras jamás tuvieron cemento entre ellas
y no obstante se mantienen unidas.
Y los romanos siguen sosteniendo las piedras
y forman multitudes de muertos concurrentes
apoyando sus manos en las arrugas grises de las piedras.

Amilcar Luis Blanco