Hay una intensidad agraz e ignota
saliendo de tu rostro cuando miras,
no sólo por tus ojos y tu boca apretada
también desde tus pómulos,
desde tu estrecha frente
y del negror cadente,
gruesamente trenzado
de tu pelo.
Es sólo y nada menos que tu belleza umbría,
matices de tu alma que escapan y al semblante
le dan una textura ágil y voladora,
lo convierten en pájaro de alas desplegadas
abandonando al vuelo el nivel de su altura.
Haces que me pregunte si alcanzamos los sueños
alguna vez soñados,
si alcanzamos el cielo transparente
y las aguas azules plenas de claridades.
Porque vuelas del centro de vos misma.
Porque te vas de viaje en tardes infinitas
engastada en la sombra y el silencio
como una melodía.
Amílcar Luis Blanco ("Retrato de mujer", oleo sobre tela por Henry Matisse)
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