
Mi corazón,
nuestro corazón,
atraviesa e impulsa
los mares rojos de la sangre
y galopa también entre tinieblas
si el sino de la linfa se oscurece.
Mueve ojos y manos
hacia trabajos duros
o blandos o siniestros
o livianos.
Mi corazón,
tu corazón,
el ritmo de la sangre que golpea
y golpea.
Nos hace andar
o reposar
pero manda en los cuerpos.
Manda sobre la luz,
sobre la sombra,
construye la esperanza
o soporta el trépano constante
de la desgracia.
Y también cuando el bosque se espesa
y la ladera del subir se empina
el músculo rosáceo y escondido
sostiene nuestro desfallecimiento.
Mi corazón,
tu corazón,
latiendo.
Amílcar Luis Blanco ("El rapto", oleo sobre tela de Paul Cezanne)
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