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lunes, 29 de julio de 2013

Romance del golpeador


























Desvergonzado,
en sí,
desvergonzado.
Hecho una furia atroz.
Hecho un relámpago
Le pegó en la mandíbula,
En el pelo.
En la boca.
En el ángulo sísmico
del miedo.

Y allí donde ella llora.
En el frágil velamen de los párpados,
los que cubren su luz y la atesoran.
Allí le pegó él,
donde más la quería
¡Qué terrible golpearla en tanto amor!
En los labios,
los besos.
En el alma.

Ahora duele y se arrastra,
se lastima
sobre un suelo de sucia indiferencia,
enchastrado en su sangre y en su culpa.

Y su amor, su mujer, lo mira y llora,
Lo mira y duele
Y le acerca la palma sobre el pelo
Lo levanta del suelo
Lo perdona.


Amílcar Luis Blanco. ("Mujer que llora" oleo por Grief)

jueves, 25 de julio de 2013

Paco Rabal - La Cogida y la Muerte (Federico Garcia Lorca) (VintageMusic...

Lola Flores y Celia Cruz "Burundanga" en Sabor a Lolas

Una sal, una sed, una lágrima...
























He besado
un grano de sal,
una gota de sed que se expandía,
era sed de ella y entonces,
por tenerla lejana,
he llorado
solamente una lágrima.

Aquella sed quedó
inundada en mi lágrima
Ahora únicamente titila
como una estrella lejana.
Se que lo hace por respeto hacia mi
¡Qué loco, qué locura!
Una sal, una sed, una lágrima
y por fin una estrella
y un respeto hacia mi saliendo de ella.

Amílcar Luis Blanco (Obra pictórica de Rossina Bossio)

martes, 23 de julio de 2013

Evocación


























Vendrá la luz y sobrarán las sombras.
Hacia el café Tortoni de Avenida de Mayo,
tomados de la mano para escapar al frío,
dirigiremos nuestros pasos después
de haber bailado algunos tangos.

La luz habrá seguido el derrotero
y ahora, repartida en el día de invierno,
nos colará su azul de escalofrío
en los cuellos desnudos.

Tus pasos siempre regresan de las sombras
y los sigo, fugitivos, huyendo,
con mis pasos furtivos
desplazándose en giros y cortadas.

Ese tango en París, ¿lo recordaste?
Sentados juntos sobre las cerámicas añiles,
las extrañas, haciendo raro el aire a nuestros ojos,
los oídos alertas esperando la lluvia.

Por las tardes viajábamos al centro
compartiendo esperanzas en miradas,
en palmas ateridas.
A nuestros dos costados sentábamos espectros
muy inocentemente convocados.

Era el café, las luces de la tarde,
era el giro, el hostal, de tus polleras
y una luz de agua tinta y rojedades
tiznándonos la piel y los silencios.

Amílcar Luis Blanco (Tango Shop II, acrílico sobre cartón de Trish Biddle)

lunes, 22 de julio de 2013

LOS AMANTES EN SONETO














" ... Bebed la tibia leche
que ofrece hoy la lúbrica pantera
antes que torva en el camino aceche"
Antonio Machado

Entremezclados, sucios de sí mismos,
más allá de sus cuerpos, los amantes,
amasan en sus  manos los instantes,
que contienen indómitos abismos.

Meten ritmo interior y paroxismos
y con besos y palmas, impactantes,
estallan sin cesar, extravagantes,
sobre sus fatigados narcisismos.

Más como el tiempo sin cesar arrima
la silenciosa y contundente cima
para que caigan en sus ostracismos

bueno es que se gocen y su esgrima
y su lucha sensual en solipsismos
se debata en la furia que los mima.







Amilcar Luis Blanco ("Amantes" oleo por Ricardo Carpani


LOS AMANTES



















Bajo los rostros desafiantes,
tensos por los deseos enfrentados,
las caderas, los muslos, los glúteos, se levantan
y ella toma en sus dedos
la cabeza del vástago del hombre y la lleva a su vulva,
pero pone
entre los ojos y la luz un abanico transparente.
Los dos están tendidos en un lecho cubierto
por dos tules que se abren.
En realidad los dos están abiertos
y expuestos a una contemplación infinita,
extática,
de mármol casi aunque pintura sean.

Ya no son los amantes que pasean
en la ciudad que no los mira y calla,
que los ignora y sigue ardiendo en otros
entregada a caprichos y quehaceres,
altiva en su frugal indiferencia,
hecha de calles, edificios, plazas,
escaparates, autos, transeúntes,
tan subrepticiamente escamoteados
de la antigua, fatal, concupiscencia
que paredes adentro y en la alcoba
viven transidos los enamorados.
Esa conciencia, ese deseo mutuo,
palpita solitario y alejado
mientras todo se mueve y precipita
y la galaxia de lo cotidiano
agita sus poleas infinitas
y toca intimidades bajo techos.
Ellos han detenido un tiempo suyo
y eslabonan instantes sin pasado.

Amílcar Luis Blanco   ("Amantes detrás del abanico", pintura por Reinal Barvicok)



domingo, 21 de julio de 2013

Julio Cortázar - Entrevista, 1983 - 1 de 4

POEMA "LOS AMANTES" DE JULIO CORTÁZAR

¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.

Julio Cortázar

Julio Cortázar: Textos en su voz - Los Amantes

sábado, 20 de julio de 2013

PASARÁN























Pasarán este invierno y este tiempo al que siga,
el viento, sus maneras espontáneas, el silencio,
el aire que visita tus pulmones y te deja la vida;
sobre todo las lluvias,
sus caladoras gotas fecundadoras de albas y de almas,
pasarán.

No habrá nadie en los sitios que ocuparon los cuerpos;
en las arenas tibias como labios que bordean los mares,
bajo  sombras raídas de copas desvestidas
por los dedos nudosos, laboriosos, del laborioso invierno,
ni habrá nadie en las piedras, ni ósculos, ni aguas,
ni ósculos, ni aguas, abrazos o caricias abrigando fulgores,
en las manidas piedras cuarteadas y rugosas como dorsos de manos
por la edad trabajadas, por el tiempo que fluye y se desata
y nos va oscureciendo sin medida.

Todo se habrá ayuntado ayudando mi ausencia,
para que no me extrañes ni me toques siquiera
en veleidosos giros descuidados de pálidas memorias,
y amagos vagarosos de imaginarios besos.
Habrá una polución de horizontes que escapan
de infinitos que escapan, de fotos amarillas lavadas por los días
y nosotros dos juntos seremos las figuras impresas y guardadas
en cajones de sombras apiladas con otras iguales a expedientes;
destinos de cenizas en las manos del viento.

Habrá abrazos que huyen si antes no se han ya ido;
espantados recuerdos  cosidos a vergüenzas
en caldos de cultivos de rosas,  pudores y palabras,
apoyando palancas, arietes propulsores,
echándome a torrentes de todos tus quehaceres,
de todas tus preguntas y espacios y rincones.
Sólo porque lo siento, sólo porque lo sientes,
porque el amor es cierzo, nieve, ardor, también  nada
y viene y va menudo y sedicente
y pasa, pasa y pasa, como todo en la vida,
tan desgraciadamente,
cubriéndonos de polvo y de espacio y de tiempo.

Amílcar Luis Blanco (Pintura "Los amantes de Julio Cortázar" por Nicoletta Tomas)

jueves, 18 de julio de 2013

TIEMPO RIO




















Este fluir del mundo es tiempo río.
Su dimanar  achica y hasta humilla
porque aleja sin fin la franca orilla
de un goce esquivo, siempre en extravío.

Duele no haber llegado a ser navío
y del  grueso bajel ser sólo astilla,
en la algarada de una maravilla,
la del torrente portentoso y frío.

En mi vigilia el mundo irrefrenable
pasa de mi a una playa inexpugnable
donde no tengo haber ni  poderío

Quisiera ser la poderosa nave
que dondequiera se detenga y vague
y establezca su sino y su albedrío.

Amílcar Luis Blanco  ("Amanecer" oleo por Claude Monet)


TARDE GRIS
























Hay quien me diga nada quien me ciña
cuando estoy dirigiéndome  a tus ojos
hacia el campo de alondras con espuelas
que dibuja el dosel de tu sonrisa contra la tarde misma
contra ese gris de humo y de distancia fumada en infinito.

Hay quien se acerque y diga sin embargo esa mujer
desvela y levanta sus párpados iguales a palomas
posadas al acaso sobre los frontispicios las dovelas
frisos artesonados arcos cornisas y antepechos
porque su pulso escapa como el ardor del día y la luz y el espacio.

Hay quien me diga nunca en el desierto de su ausencia
y le ponga una pausa deteniendo de a poco mi dolida apetencia.
Alguien que me consuele y se conduela y se haga sueño y duelo
y levante las faldas bajo su fiel mirada de doncella
para que el llanto mismo se convenza y se transforme en lluvia sin sospecha.

Amilcar Luis Blanco  (Fotografía de Rocío Dúrcal)

lunes, 15 de julio de 2013

Jose Feliciano & Gloria Estefan - Sabor A Mi

La mujer que me arroja
























La mujer que me arroja sobre el lecho,
la misma que me arroja en la pregunta
de por qué o para qué he sido hecho
es la madre total, la que despunta.

Está en el horizonte y en barbecho
sigue pariendo el sol y lo trasunta
y camina a mi lado todo el trecho
la mujer material y la presunta.

Un galáctico espacio, antes estrecho,
me evade al infinito en rauda junta
de memoria, dolor, placer y acecho

del instante fatal, cuando haga yunta
con la madre cautiva y sin su pecho
la sombra me devore que me apunta.


Amílcar Luis Blanco ("Duquesa Beatrice con Francesco, su hijo" circa 1493 - Leonardo Da Vinci)

sábado, 13 de julio de 2013

En el lecho
























En el lecho callamos, donde empiezan los cuerpos
y suceden las manos y tus senos y el alba.
Sobre el colchón mientras la luz te esmalta
y te roba la sombra relegada a tu pelo
sentimos el cansancio de todas las palabras.

Sentimos que el silencio las demuda y desviste
tanto como nosotros lentamente lo hicimos,
entonces la molicie visita nuestros huesos,
los músculos se tienden solo hacia las caricias
y nuestros besos hunden el sopor y lo esfuman.

En el lecho desnudos, la piel enrojecida
o a veces nacarada después de las fatigas
que el furor del deseo golpea contra el aire
ensalmamos la débil presión de los latidos
y sentimos al tiempo caído a nuestros lados.

En el lecho, en el lecho, donde todo retumba
y donde el mundo suena como un tambor lejano
nos tomamos los cuerpos y espantamos la angustia,
sus espectros de niebla y sus sombras menudas.
En el lecho de nuevo redimimos la ausencia
con los sexos airados, incluso hasta que duelan.

En el lecho ejercemos la mejor inocencia,
la que accede a nosotros sin ninguna pregunta
y nos planta en el cielo del instante del duelo
solamente entre cuerpos atados al deseo.
En el lecho, en el lecho, donde comienza el mundo.

Amílcar Luis Blanco ("Parejas de mujeres" - 1915 - por Egon Schiele)

jueves, 11 de julio de 2013

EL ÁNGEL













"Todo ángel es terrible ..."
Rainer María Rilke - Novena Elegía


Desnudo en el ardor de su inocencia,
el ángel, su pasión, exhibe en celo
y despliega la altura de su vuelo
en una exaltación de su apariencia.

No es un ángel feroz, la incontinencia
de su belleza suele ser fugaz. El duelo
en cambio, sólito, es el velo
en el que se recoge su experiencia.

Acaso ese desdén de su existencia
nos permita vivir y en desconsuelo
tolerar el tamaño de su ausencia.

Ya que si el ángel derritiera el hielo
de nuestra mutua y ciega indiferencia
al polvo volveríamos del suelo.

Amílcar Luis Blanco ("Amor de ángeles" pintura barroca de autor desconocido)

Esa mujer, no otra.



La mujer al acaso,
la que queda,
la que no viene nunca,
la que espera.

La mujer nomeolvides,
la que trunca,
la que aleja el deseo
porque lo agranda tanto
que se cae por sus bordes,
la que nunca.

La mujer ya mujer y ya paloma
y ya por siempre hermana.
La mujer digamos,
simplemente desnuda,
de manos arrojadizas,
de penumbra en sus senos y su sexo.

Esa mujer, no otra;
la que arroja en el páramo sin nadie
la virtud de su sombra.
La que excede por siempre y para siempre
y nos pone en el mundo.

Amilcar Luis Blanco

martes, 9 de julio de 2013

Amor de Ares y Afrodita.













Harta de contener su incontinencia,
Afrodita, sensual, en contubernio,
con Ares precipita un adulterio
y  de Apolo a Hefestos la infidencia.

El cónyuge ofendido y a conciencia
teje la red de hierro en el misterio
y aherroja los amantes en un serio
velo ominoso de concupiscencia.

Lúbricos, en rebelde ministerio,
retados en su ardor, con inclemencia,
sin pena por su absurdo cautiverio,

los amantes se aman en presencia
de otros dioses y endiosan el criterio
de que el pudor es sólo una apariencia.

Amílcar Luis Blanco (Venus y Marte por Sandro Boticelli)

lunes, 8 de julio de 2013

Escucho tu dolor
























Escucho tu dolor porque solloza
vecino a la distancia de un confín
que une y separa en arco de violín
en  una pausa atroz su mariposa

que,atrapada en la luz, alas y rosa,
ha perdido su vuelo y toca el fin
en el néctar urente que la acosa
y hará caer cautiva de su esplín.

El amor es dolor y nos destroza,
nos desviste en adioses y  es afin
a una contrariedad que no reposa

en un querer hacer sin duelo y sin
esa imposible vida candorosa
de la princesa y de su paladín.


Amilcar Luis Blanco ("Danae" por Gustave Klimt)



sábado, 6 de julio de 2013

Me dejas hueco, ardiente en la penumbra























Me dejas hueco, ardiente en la penumbra,
crepitante, cual leño contra el viento,
fogosa en los rincones de mi aliento,
tu llamarada súbita me alumbra.

¿Eres acaso el fuego que deslumbra,
la luz inagotable, el claro asiento,
aún fugaz, sustancia y sentimiento,
que me consume al tiempo que me encumbra?

En tu fulgor hay algo que me herrumbra,
me avejenta u oxida, hay un fermento
de henchida sombra fiera y acostumbra

sucederme después que te frecuento
Acaso porque mi alma te columbra
e intuye en ti la uva y el sarmiento.

Amílcar Luis Blanco. ("Apuntes del natural" por Oswaldo Guayasamin)

viernes, 5 de julio de 2013

ARIADNA

























Comparece Dionisos y en la arena
abandonada y fiel, puesta de hinojos,
yace Ariadna, sin nadie, ante sus ojos,
Teseo ganó el mar para su pena.

El orgiástico Dios juega la plena
cornucopia de lánguidos arrojos
al apetito lúbrico de antojos
que justifica en su reinar la escena.

La muchacha se irá de la cadena
del hilo conductor, hacia los flojos
vínculos sin amor, a la condena

de tener que vivir, hirientes, rojos,
besos de ayer en cutis de azucena
que su amado le diera, ya  despojos.

Amilcar Luis Blanco ("Desnudo de Ariadna" por Federico Cantú)


martes, 2 de julio de 2013

MI LUCIDEZ














Mi lucidez me duele porque mira
desde el fondo de todas las preguntas
y hace arder los costados del silencio
como si fueran leños transparentes.

Vigila la constancia de mis miedos,
irradia sus innúmeras pavesas
desde una hoguera exenta de apetitos
y quebranta costumbres y disfraces.

Y por sorpresa toma las auroras
y armándose de manos solariegas
las coloca sin más en los ocasos
Mi lucidez altiva y tan corta de vista.


Amílcar Luis Blanco (Pintura "Halcones de la noche" oleo por Edward Hooper)