Vendrá la luz y sobrarán las sombras.
Hacia el café Tortoni de Avenida de Mayo,
tomados de la mano para escapar al frío,
dirigiremos nuestros pasos después
de haber bailado algunos tangos.
La luz habrá seguido el derrotero
y ahora, repartida en el día de invierno,
nos colará su azul de escalofrío
en los cuellos desnudos.
Tus pasos siempre regresan de las sombras
y los sigo, fugitivos, huyendo,
con mis pasos furtivos
desplazándose en giros y cortadas.
Ese tango en París, ¿lo recordaste?
Sentados juntos sobre las cerámicas añiles,
las extrañas, haciendo raro el aire a nuestros ojos,
los oídos alertas esperando la lluvia.
Por las tardes viajábamos al centro
compartiendo esperanzas en miradas,
en palmas ateridas.
A nuestros dos costados sentábamos espectros
muy inocentemente convocados.
Era el café, las luces de la tarde,
era el giro, el hostal, de tus polleras
y una luz de agua tinta y rojedades
tiznándonos la piel y los silencios.
Amílcar Luis Blanco (Tango Shop II, acrílico sobre cartón de Trish Biddle)
Qué ganas de bailar (si supiera) ese tango en el Tortoni...
ResponderBorrar