AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
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sábado, 6 de julio de 2013
Me dejas hueco, ardiente en la penumbra
Me dejas hueco, ardiente en la penumbra,
crepitante, cual leño contra el viento,
fogosa en los rincones de mi aliento,
tu llamarada súbita me alumbra.
¿Eres acaso el fuego que deslumbra,
la luz inagotable, el claro asiento,
aún fugaz, sustancia y sentimiento,
que me consume al tiempo que me encumbra?
En tu fulgor hay algo que me herrumbra,
me avejenta u oxida, hay un fermento
de henchida sombra fiera y acostumbra
sucederme después que te frecuento
Acaso porque mi alma te columbra
e intuye en ti la uva y el sarmiento.
Amílcar Luis Blanco. ("Apuntes del natural" por Oswaldo Guayasamin)
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Hola amigo, en estas tardes de sábado y calor, tu entrada es más hoguera de otoño y camino del invierno. Aquí en Madrid la temperatura sube, y leyendo más aún. Un abrazo amigo.
ResponderBorrarEs un buen poema. Mi cordial saludo.
ResponderBorrarEspléndido e impecable soneto, amigo Amilcar. Es un auténtico placer visitarte y leerte.
ResponderBorrarFelicidades y besos. María
Lola, aquí es invierno crudo, todo provoca chuchos de frío, hay que salir abrigado, poner la calefacción, lo opuesto al clima de España en este momento. Así que el soneto habla de fuego, hoguera, calor, por contraste.
ResponderBorrarGracias por el comentario, otro abrazo amiga.
Gracias, Francisca, he pasado por tu blog, por ahora sin nuevos poemas. Espero ansioso otros.Mi cordial saludo para vos.
ResponderBorrarBueno María, si vos me decís que el soneto es espléndido e impecable, puedo acercarme a suponer que está bien escrito, gracias.
ResponderBorrarFelicidades y besos para vos también.
Tan bello como sentido ese sabor agridulce que nos deja este soneto, querido Amílcar, esa herrumbre que oxida al Poeta tras su proximidad con el ser amado. A veces los amores nos consumen y ese ardor sólo deja de nosotros las cenizas.
ResponderBorrarPues sí, querida Mayte, así es, lamentablemente. Hay herrumbre y oxidación para mí en la vida, o sea vejez, vejez que llega inexorablemente a todo y, más que a otros fenómenos, a los humanos y emocionales, somos tiempo.
ResponderBorrarUn beso amiga querida.