
La lágrima en el centro de la carne.
La lágrima en el centro de la tierra.
Y discurriendo fiel por la mejilla
ya sintiéndose gota solamente
ya confundida en lluvia compañera.
La lágrima temblando
y el lacrimal abierto
como una huella de húmedo cuchillo
y en alas compungidas
convertidas en almas transparentes.
Ay! esa cavidad donde las horas
resbalan acuanosas y convergen
con la ansiedad crispada en la garganta
cuando suelta la pálida impotencia
el ser el río, el agua, la congoja,
de un torrente que nunca se detiene.
Amílcar Luis Blanco
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