Ella no está, ella no es, ella me rompe el ruido.
Quedó quizás cayéndose
de mi dolor antiguo
y ocupó las
distancias de mi beso.
En el imaginario
de la tarde cuando el sol descendía;
su disco rojo cayéndose
en los umbrales de mi infancia.
Esa mujer, ella,
digo, pues desnudaba y en delirio de luna
apenas si cubría
su cuerpo centelleante
dentro de sus corpiños o sus bragas
en la campana transparente
de una leve tela
de algodón
O echada la
rodilla doblada el muslo terno
contra la colcha
gris de siestas en la cama
se quedaba en el
centro de mi fulgor, en llamas
acometiéndome por nardos y mejillas sólo ya con mirarla
haciendo me
sintiese al borde de un abismo,
salvándome tan sólo
si aferrado a su mano
pudiera contenerme
como una torre de agua
o un infierno trepándome
entre piernas;
todo me desglosaba
y me caía convirtiéndome en fojas,
glosarios, en
follajes, en hojarascas mudas, en espacio.
Amílcar Luis Blanco ( Soledad Fernández (España)MUJER BONITA PINTADA AL OLEO SOBRE LIENZO)
Ella, musa y mujer: salvadora o perdedora en los abismos, la que te inspira y mueve o hace que mueras derramado en versos. Ella, mujer y musa.
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