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Tú te ibas, la tarde se alejaba contigo.
El aire se quedaba sometido a tu aroma.
Pero más adelante el horizonte
marchaba por su cuenta resoplando
sus antiguos humores, rechinantes bocinas,
voces, pasos, preguntas, soledades abiertas.
Es decir, si nos vamos dejamos un resuello,
una huella sin nadie, parpadeante,
un aletear de angustias lleno de mariposas,
de insectos y zumbidos, de ateridos relámpagos.
Nos impregnan los días, los objetos, las ansias.
Es decir, si nos vamos sacudimos la espera.
Nos ensucian y entintan, iguales a colores
contagiados de angustias, cayendo en cada una,
las palabras, las cosas, la densidad del miedo;
esa jalea untuosa que lavamos con desesperaciones,
ácidos y jabones, esponjas y cantares.
Es decir, si nos vamos traspasamos el mundo.
Amílcar Luis Blanco
Qué bien lo dices, Amilcar; nos vamos, traspasamos el mundo mientras nos aseamos con desesperaciones, esponjas y cantares y, perfumándonos con lágrimas, añadiría yo.
ResponderBorrarPrecioso, amigo. Mi aplauso para ti.
Besos. María
Todo es belleza en este escrito, y sensaciones y emociones me recorren al leerte, es el verano tórrido que va dejándome a veces hasta sin fuerzas, o es el mar que deja mi corazón tendido al sol, y mi ser pasando por la luna. Bello de verdad amigo. Un abrazo.
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