
¿Dónde queda la paz de las palabras?
Única paz posible.
¿Dónde queda?
¿Y el centauro?
Que dibuja las guías con sus imágenes de sueño
y después se evapora
para observarnos desde alguna esquina
o desde algún andamio que no vimos.
¿Dónde la luz del verbo que baste a iluminarnos,
tan clara como la sustancia azul que transparenta
el aire de los días y también los caminos?
Quiero decir el sol. Quiero decir la vida
¿Dónde queda?
Porque parece uncida a otras edades.
Porque parece haberse ido para siempre.
Porque parece que no hubiera un ángel.
Ni siquiera un centauro.
Nada que nos observe o nos reciba después de la tristeza,
después de las desidias y las muertes,
después de las ardientes ansiedades.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Mauricio Paz Viola)
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