
Obligación de amar, querida mía,
sobre todo en desgracia y cuarentena,
porque la vida es muchas veces pena
y nos aguarda la estación sombría.
Y obligación de amar con alegría,
para quebrar del tango la condena
y la rutina y su fatal cadena.
La soledad es mala compañía.
El humor del amor y tu sonrisa
es el mejor antídoto, al veneno
y al acíbar de angustia pondrá freno.
Hay que obligarse a amar a toda prisa.
Adelantarse al gris y a la ceniza
con la furia mordaz del desenfreno.
Amílcar Luis Blanco ("Ternura", oleo sobre tela de Oswaldo Guayasamín)
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