El corazón amargo de una tarde
te da la bienvenida.
Entonces dudo:
¿Aumentaré el color de tus canciones
con un beso,
con un abrazo de abarcar los días
hacia tu cuerpo sin orillas
que se acuesta a mi lado
y goza y sufre y sueña
y trémulo recata sus temores?
O muy por el contrario
discutiré contigo
hasta gastar las horas
y aumentar de ese modo
los latidos que baten por las noches
nuestros corazones solitarios
interrumpiendo,
también del mismo áspero modo,
el compás de los recuerdos
que amenazan el sol de la esperanza ?
Elijo lo primero
aunque la furia de tus ojos
quiera fundir el cielo.
Y tu voz se enronquezca
y tus palabras llaguen
como rojizas brasas
el aire transparente.
Elijo las canciones,
los besos, los abrazos,
elijo lo primero,
desesperadamente,
con los brazos abiertos
y la sangre latiéndome en los labios
para impartir el beso o recibirlo.
Amílcar Luis Blanco ("El abrazo", pintura de Egon Schiele)