Cuadra la claridad tras la ventana su inagotable transparencia
y ella la contempla sobre el agua en su total caída
Vestida solamente con su enagua y su vida,
sus muslos y sus glúteos en la muda aquiescencia.
Su cuerpo se relaja total, pura presencia.
Y sus ojos navegan en una larga huida
y la alejan del cuarto, furtiva y distraída
y todos contemplamos, retratada, su ausencia.
El cielo está en el agua o el agua se hizo cielo
y sobre sus colores la soledad se puebla,
y su mirada viaja y atraviesa la niebla
al deseo del alma y al acucioso celo
de abandonarse al día y a las alas y al vuelo
y alejarse por siempre de la parda tiniebla.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Salvador Dalí)
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