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sábado, 5 de septiembre de 2020

Nuestras ilusiones



Fermín Eguía





Recuerdo que estuvimos entre cielos de algodones

naciendo nuevamente

pero sin advertirlo del todo

porque nuestras ilusiones nos llevaban

a otros lugares.

Es decir, nos corrían los sitios;

esos carreteles del destino

desparramándolos insidiosos;

madejas o racimos o archipiélagos,

lujos de los latidos ardiendo en nuestras sienes.


Recuerdo que los viajes nos llevaban lejos.

Trenes, automóviles, atravesaban horizontes

y calcaban paisajes  en nuestras retinas absortas.

Mientras saboreábamos gaseosas,

masticábamos alfajores

o escuchábamos la radio

ahitos, hartos, 

bostezábamos circunstancias

sin haberlas paladeado jamás.


Había una vida posible

sin marcianos al hombro.

Un verano infinito

de mar, laguna, río o mieses,

sagrados navegantes

en yates de lujo

los recorríamos dormidos o despiertos.


La vida estaba en otra parte,

casi siempre en otra parte.

Nuestros ojos inquietos recorren los rincones

todavía,

buscan en las mañanas o en las tardes

algo que los contenga sin salida

en ese extraño nacimiento 

entre aquél cielo de algodones.


Amílcar Luis Blanco (Pintura de Fermín Eguía)





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