Nos encontramos juntos, nos besamos.
La soledad ardía en los alrededores
y también un silencio y escozores
temblaban al calor de nuestras manos.
Y sólo un beso fue. Nos aferramos
a nuestras bocas; pétalos y flores
bebimos en espléndidos sabores
Sin conocernos casi, nos amamos.
El breve encuentro de un amor ignoto
abrió un jardín que llevo en la memoria
como un lejano edén, como un remoto
cielo de transparencia y alta gloria;
la de habernos besado libres, ciertos,
sin ambages ni miedos, sólo abiertos.
Amilcar Luis Blanco
Habrá que deshacerse de tanto amor ignoto
que nunca se ha vivido pero que está en los sueños
en un espacio roto
de diferentes dueños,
seres desconocidos.
Habrá que alzar el vuelo
como si fuera un pájaro migrante
en busca de parajes y sentidos,
en busca de magnánimo consuelo
en un lugar distante.
Habrá rostros y gestos elocuentes
más allá de las pálidas vigilias
de las arduas rutinas envolventes
y el gozoso sabor de las endivias,
abrir el paladar a las sorpresas
de amores demostrados en las mesas
de amores sospechados, sospechosos,
que sólo se quedaron en esbozos
de lo que pudo ser, inmateriales,
es decir ideales.
De momentos hipnóticos
circunstanciales
en andenes
o restaurantes caóticos
o abarrotados trenes
cuando nos volvemos espectrales.
Hay amor sin amor
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