Pienso en ella sentada y en su belleza rubia.
En su mirar eterno a través de una puerta.
Ella encerrada y tibia, tras la menuda lluvia,
cautiva en su deseo de amar y mar abierta.
Estoy viendo sus ojos, copiosos de distancias,
pero de frente adentro, copiosos de tristezas
Y la veo ocupada en menudas destrezas
que no colman las cumbres ardientes de sus ansias.
Pienso en la soledad que nos abarca, como si nos hablara
y nos dijera nunca con firme voz de viento,
en esa soledad antigua y clara, de diáfano escarmiento,
que nos da el espejismo de un amor imposible y en la rara
sensación de estar vivo y a la vez de haber muerto,
y pese a no haber sido, en la ilusión de verlo cara a cara.
Amilcar Luis Blanco (Fotografía de Michelle Pfeiffer)
Un placer poder volver a leerte, Poeta, como siempre, excelente. Felicidades y besos.
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