Todos padecemos la alegría de vivir.
El tedio de vivir.
El miedo de vivir para morir,
El gris, la mala honda, lo sombrío.
Lo excavador de la palabra nunca.
Y el vacío.
Después de la cena pantagruélica,
y más allá del sexo cuando trunca
su engañadora condición angélica.
Y la esperanza que le da al deseo
su prolija tristeza y su revés de angustia
y el lánguido mareo
de transformar lo espléndido en la mustia
insatisfacción de lo mordaz sin mas
en lo mas feo.
Padecer sin dudas y sufrir
nuestra triste alegría de vivir.
Amílcar Luis Blanco
La triste alegría de vivir. Qué colofón tan magnífico y elocuente el de este poema de corte existencialista que nos dejas, querido Amílcar.
ResponderBorrarGracias Mayte ! Me hace tan bien que hayamos recuperado la comunicacion y el dialogo ! Vos has sido desde que te conoci y seguis siendo ahora mi musa inspiradora. Ojala pueda regresar a España y sentir el placer de compartir una charla contigo, amiga querida !
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