La ciudad está sola, iluminada
por una luz de luna que la esplende
y una voraz vigilia se desprende
de mi ansiedad en penumbra articulada.
Hiere la luz con transparente espada,
recorta la tiniebla, muestra un duende
de enorme boca que mi andar suspende
y detiene mi grito y mi mirada.
No sé quien pueda ser, pero respira
ese monstruo voraz y está a la mesa
parece reclamar porque no cesa
de abrir en el instante que lo inspira
su enorme boca, su dentada ira
y me mira sin ojos su cabeza.
Amílcar Luis Blanco ( "Noctakbulante", pintura de Fermín Eguía)
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