¿Quién proyectaba luz en mis silencios?
Esa presencia impúdica, salvadora, de
puerto,
al que llegan gaviotas y tras las marejadas
desde su vuelo siguen universos.
¿Quién, ascenso de lánguidas pestañas,
alzaba el horizonte y detenía el viento?
Diosa o vestal, cautivo de su aliento,
echaba mi sopor sobre cuerdas y lienzos.
Marinero en el borde de océanicas pupilas
volvía de las olas y las noches,
el oído batido y turbulento,
y arrojaba en sus piernas mis desdichas.
Amante aurea, sirena brotada de la angustia
del agua,
del retorcimiento bermejo de las ondas en
los ocasos,
infundiéndome la turbulencia pesada
y enseguida la ligereza de los vacíos en
las corrientes.
Y sobre todo luz en los silencios
ensordecedores
en los que todo es víspera de encuentros
y mi ser la vigilia tensa, erecto entre sus
muslos trabajosos,
tendido bajo el arco de sus turgentes
pechos.
Y todavía ardía su inocencia, la ingenuidad altiva de su magia,
en un cofre de ancas y de grupa sumidas en escamas
porque ella imaginaba ser mi amante sirena
y en el secreto de su cuerpo entraba como en una caverna.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Dante Giancolla)
Poeta!!!
ResponderBorrarque este año te brinde lo que esta dentro tuyo y querés.Lo que no pudiste alcanzar
quizas con tus maravillosas letras
Sirena de sueños allende los océanos, tal vez su extinción genere otros sueños.
ResponderBorrarBellísimos tus poemas, Amílcar querido, tan bellos que emocionan.
Gracias por tus deseos, Mucha y por tus elogios. Un beso
ResponderBorrarLas sirenas han sido criaturas surgidas del agua incendiada por la imaginación seminal de la especie humana, querida amiga Mayte. Gracias por tu comentario.
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