Miro morir
y enciendo mi apatía,
esa que se acelera con el tiempo,
la que duele y pregunta
y filosofa.
Lo que somos sin ser,
la despedida.
Ese vacío adiós flamea
siempre detrás.
Estelas atravesadas
por el aire infatuado
de la nada en espumas
sobre seguras aguas.
Manos aferrándose a otras
ya desaparecidas
en el acto de asirlas
y rostros como máscaras enhiestas;
hojas de abril llevadas por el viento.
Ecos de nuestros ecos
van quedando deshechos.
Lo que somos sin ser.
Constante huida.
Escape desde siempre y para siempre.
Amilcar Luis Blanco ("El falso espejo", oleo sobre lienzo de René Magritte)
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