Andan en mí las hordas de centauros,
las hordas de centauros y caballos,
los montan amazonas y jinetes
pero son corazones los que a todos nos llevan.
Mi corazón es un dulce caballo
y cabalga dulcemente también
sobre los pastos del hastío.
Pero el dolor es su cabalgadura.
Para decirme bien.
Para llamarme tarde
y urdir este complot de desaliento
donde hierve la sangre.
Si el corazón cabalga
como cabalga el río
trenzando el agua con la sangre.
Bum, bum bum bum,
el corazón cabalga.
Es porque por llegar sufre su carga.
El corazón se aleja sobre el río,
el corazón cabalga a contra sangre.
Y por llegar se alarga
Y al cargar tanto mundo tanta carga
tienta y carga su brío.
Dilata en el calor sus vibrátiles fosas
o alienta al albo frío
con un valiente alarde.
Y su galope arde,
arde y crea multitudes de rosas.
Y apura y olfatea viento y aire
Su galope bravío,
más allá de las sombras que lo tocan.
Amilcar Luis Blanco ("Amazona", pintura de José Manuel Merello)