Quiero que sientas
cada vez que estemos juntos
las minuciosas formas del deseo.
Esa libidinosa contundencia
cayendo en nuestros cuerpos
echados al acaso;
la pesada espesura del deseo
cerrando nuestros párpados,
igual a un horizonte clausurándose
a la hora ferviente del ocaso.
Te quiero relajada y turbia,
dispuesta y entregada,
metida entre mis manos,
vertida entre mis brazos.
Tu cabello es la suelta enredadera
que contiene mis besos.
Amílcar Luis Blanco
Es un placer volver a los blog amigos de antaño y leer cosas hermosas. Saludos
ResponderBorrarGracias por leerme !
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