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miércoles, 24 de febrero de 2010
EL PERIODISMO SEDICENTE.- Se lo puede ver, escuchar o leer. Está en los medios. Se sabe, la objetividad es imposible. No se la pedimos, pero, por lo menos, a mi me gustaría que dejaran de envenenarnos. De vendernos carne podrida como le gusta decir a Víctor Hugo Morales, a quien reverencio y excluyo, lo mismo que a Orlando Barone, Sandra Russo, Horacio Verbitzky y otros - en este momento quizá no sean mayoría - de esta mi denostación. Pero, francamente, necesitamos ser informados, nutridos, vitalizados y no empozoñados por lo que se dice, ve o escucha. El diccionario nos dice que Sedicente: "Se aplica irónicamente a la persona que se da a sí misma un mombre sin convenirle el título o condición que se le atribuye" Y esto es lo que ocurre con cierto periodismo que se dice tal y no lo es. O acaso merecen llamarse periodistas quienes para cambiar todos los días de traje, camisa y corbata o de vestido, blusa y pollera y para cobrar sueldos abundantes, se sientan frente al micrófono o el ordenador a decir o escribir mentiras. No, son verdaderos integrantes de un periodismo sedicente que han desertado de su condición de periodistas, que sólo sirven para confundir en el mejor de los casos, sino para emponzoñar o envenenar conciencias en los que han renunciado a su ética y a su responsabilidad.
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