Vos porque vas
yo porque vengo.
Nadie queda en un sitio
pues no hay sitio
sino delirio.
Eso me decía ella.
El viento es el que sabe,
decide las tormentas
y las calmas.
El viento sólo
el viento solo.
Ella me lo decía
Se deshoja sin fin la margarita
y los días también como las flores
echan cáscaras frágiles
obseden
la luz de las guitarras.
Siempre le creía.
Vas porque sos
y vienes por el trazo
del sol cuando se orilla
entre la sombra.
Me hacía sentir un niño.
Nosotros no contamos.
Lo que cuenta es
el río silencioso
y sus bordes de sombra.
Parecía muy vieja
y era una pendeja.
Los ojos ya caídos
se leen a destiempo
y siguen vivos
ablandando las lentes.
También me dijo eso
y no quiso explicármelo.
Ella se sentía desnuda
y contemplaba el mundo
desde su desnudez
sin inmutarse.
Eso lo supe.
Su cuerpo estaba hecho
de luz sólida
y reverberaba
desfachatadamente.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Vladimir Kush)
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