Que llueva a cántaros la suerte
pero jamás la muerte.
No pondría una triste palangana
bajo un cielo de luto y de nirvana.
Hay un espejo líquido caido,
un espacio de tiempo sin sonido.
Si me asomo otra vez a la ventana
es por ver
en cada ayer
el germinar seguro de un mañana.
Qué llueva a cántaros la suerte
bajo el peso tenaz de mi mirada
y perdida en la tuya por quererte
encienda una alegría desquiciada.
Y que no haya más muerte
en cada encrucijada,
ni empalidezca el cielo
sobre asfaltos de negro desconsuelo.
Amílcar Luis Blanco ("The singing butler" o "El mayordomo cantante", obra pictórica de Jack Vettriano)
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