"Mujer que ya recién desconocida,
que ya recién inexistente diste
días recuperados y vestiste
mis horas sin nacer de despedida"
Amílcar Ovidio Blanco
Escorado,
llamado desde fuera.
Extraido,
dado vuelta,
puesto del revés,
sólo desde unos ojos,
desde unos labios rojos,
pintados,
entreabiertos,
que me miran,
anónimos.
Expuesto
a la vigilia feroz
desde una ausencia
anónima,
fotografiada
y agigantada.
Desde una inocencia
anónima.
Desde una ingenuidad
rebuscada
y anónima.
Fotografiadas.
Famélica idiotez
la del deseo
instilado en la pompa
desnuda
del afiche,
instado,
sugerido,
gritado
desde la foto grafía
de la belleza
de una mujer desnuda.
Como en el tango
la propaganda ordena,
"manda cruel",
mi deseo.
Manda en un apetito
sin destino.
Marca el dolor,
el duelo,
de lo que nos provoca
desde la ausencia
y el anonimato.
Excita
nuestro instinto
de vida
sin saciarnos
jamás.
Nos coloca
a la mujer deseada,
provocadora,
semidesnuda,
ya arrebatada
para siempre.
Amílcar Luis Blanco
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