Estoy ante la página silente,
la palabra insegura,
recordándonos
en el beso que construíamos
y no sé soltar rienda a tanta fuente,
a tanta llama oscura
y clara y envolvente.
Tantas veces mis labios
pronunciaron tus labios
y fuimos sólo eso,
un beso.
Y sigo ante la página callada,
ante esta blancura desatada
que nunca dice nada,
recordando filo y flor
de aquélla blanda espada.
Nuestros labios canoas
de rojo itinerario,
abrían el delirio,
esfumaban las horas.
Y en las páginas blancas
hay la fuente segada
y unos labios que esperan,
todavía.
Los dos devorábamos
la fruta deliciosa
partiéndonos
desde las bocas.
Nos precipitábamos
sorbiéndonos
dulcemente.
Y nuestros mismos huesos
se licuaban.
Nuestras corolas aterciopeladas
fogosamente aumentaban
el ritmo de nuestras respiraciones.
Y todo un universo se caía
alrededor de nuestro beso.
Amílcar Luis Blanco ("El beso" de Gustave Klimt)
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