Humano, necesito sentir el extravío,
abolir el silencio de la tarde;
hermano fiel del rito y el hastío,
encubridor solícito y cobarde.
Adicto a la pasión porque transforma
la átona rutina en melodía
y da sentido y forma
al huésped de la luz, a la poesía.
La inspiración, transida, desenlaza
otro ser de mi ser y lo desplaza
a lugares insólitos y raros,
evapora y esfuma los amparos
de un manido sentir que ciega y pasa.
Un martillo martilla la distancia
y no es quizá un martillo.
Lo convierte en latir mi extravagancia,
en el batir sus alas algún grillo.
Y no hay ya más el canto monocorde,
la percepción tenaz de perspectivas
por las que somos, reiterado acorde,
por las que somos, reiterado acorde,
y sólitas e iguales letanías votívas.
Las que arden hechas ojos en lo oscuro
y necesitan recibir del arte
un frío fugitivo, un espacio maduro,
un modo más de abrirse parte a parte.
Fuego fundiendo el hálito inseguro.
Amílcar Luis Blanco ("Gala", oleo sobre tela por Salvador Dali)
Amílcar Luis Blanco ("Gala", oleo sobre tela por Salvador Dali)
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