
El viento mueve
la razón
y llueve
compasión.
La memoria se agrisa,
melancólica
y la brisa,
bucólica,
remueve transparencias de ceniza.
La lluvia con sus puños ancestrales
golpea los vitrales
y también mi orfandad.
Sus pequeños diamantes,
transparentes,
iguales,
sin edad,
sacuden como siempre, como antes,
del tiempo fotogramas,
aceleran angustias,
lavan dramas,
humedecen y mojan hojas mustias.
- ¿Dónde estás?
- Estoy aquí, bajo la lluvia espesa.
Ahora todo el mundo es mi cabeza.
Aquélla que cantaba, reía,
sollozaba
y también escribía.
Soy el libro de Banchs.
- ¿Dónde estás?
- Estoy en todos lados.
Rodeándote por todos tus costados.
- ¿La lluvia te ha traído?
- Sí. Estoy en su color y en su sonido.
-¿Es verdad que en esta ausencia,
auspiciada con gotas o sin gotas,
llueven hombres vestidos de cenit?
- Es verdad . Si lo notas
y observas con paciencia
verás que es la pintura de Magritte.
- ¿La lluvia sin sentido?
No puedo responder porque amanece
y escampa.
La tormenta sus sombras estremece
ante la claridad que las arranca.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de René Magritte)
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