El cielo es el silencio detrás de la ventana.
Un objeto cualquiera hunde su transparencia
y suele compungirnos igual a una presencia
ignorada o ausente, una memoria vana.
Párpados entornados. La cerrada persiana
del alma cuando evoca. Mutismo e inmanencia
nos inundan a veces. La pálida insistencia
de una angustia que vuelve habitual y cercana.
Melancólica unción, brebaje de un recuerdo,
de un breve trago amargo trazado en el semblante.
Una sombra caída en el sol del instante.
Un alcohol amarillo descendiendo en el lerdo
costurón del ocaso. La locura del cuerdo
o la triste alegría del amor inconstante.
Amílcar Luis Blanco (Obra plástica de Alicia Marano)
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