Explota la mañana y la burbuja blanca
de luz esmerilada cae sobre los cuerpos
y simultáneamente en las miradas,
movimientos y gritos, posturas y paradas;
en árboles, asfaltos, aceras, aceros.
Ese claror nos llama desde adentro
nos gana la mañida plana
y caminamos sustrayéndonos
del viento, de la frescura humana
y dejamos de ser por un momento.
Nos precipitamos casi huyendo
del borrón, desleidos, atizándonos
del escándalo de la albura
y nos acecha el cielo solamente,
la ira del glaucoma y la ceguera.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Ernest Descals)
AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
Realmente profundo tu poema, Amílcar querido, a veces la luz es demasiado intensa como para verla sin que medie la ceguera, igual ocurre con el resto de las cosas de la vida, la intensidad es difícilmente soportable.
ResponderBorrarMuchos besos y feliz fin de semana.
Gracias, querida Mayte, nuestras comunicaciones son ya telepáticas. Muchos besos y feliz fin de semana para vos también.
ResponderBorrar