Todo apunta hacia cielos, de mi hacia el sol
Escasamente, lo demás se reparte y se pervierte.
En lo sombrío la luna, en la fuga lo inerte.
Mesa, silla, tazas, restos de migas y de alcohol.
Brazos, manos, cabeza, suben en caracol
y cubren mi apatía, vacancia, muda suerte
y tratan de ascender y darme fuerte
en la indolencia ciega descendida al bemol.
Hay un pulso de música, me advierte
que todo se degrada cual oxidada col.
El mundo en tiempo y nada se convierte.
Aún las horas mis sienes se beben como atol
y poroso y abierto, marchito en cada muerte
aunque la luz me preste su inefable arrebol.
Amílcar Luis Blanco
A veces algo nos hace salir de la apatía, nos eleva e ilumina. Y eso sucede cuando menos esperamos, cuando nustros pesamientos alcanzan su clímax.
ResponderBorrarMuchos besos, Amílcar, y disfruta mucho del fin de semana.
Gracias, Mayte, por tu comentario y por haber interpretado fielmente el sentido del poema.
ResponderBorrarMuchos besos.