sobre mi coronilla, a mis costados,
fingen tijeras entre copa y copa
para cortar porciones de cielo y triturarlas
Ellos sin peso casi, lanzándose al espacio
se atosigan de luz y maravillas
y en sus piares de noche ordenan la tiniebla,
la constelan al borde exterior de la casa.
Dibujan lo infinito en un sonar de nadie,
denunciando distancias, torres, cables, antenas.
Cantan en coros, tríos, duetos y solos.
Mezclan gritos y voces y retazos de rezos.
Salmodian el ayuno total de las palabras
cuando quedo en silencio al escucharlos
conversar en bandadas lentos abecedarios
de lenguas multiformes partidas por el viento.
Hay flejes y cuchillos de nudosa armonía
golpeándose en las chapas, las hojas, los silencios
un granizar de adustos gorjeos emolientes
y aguas que precipitan su humor entre las piedras.
Amílcar Luis Blanco
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